miércoles, agosto 15, 2018

GENERACIONES PERDIDA Y DESPRENDIDA

 
                A partir del año 2007 los estudiantes venezolanos han lavado la cara de la dignidad venezolana, lo han hecho sin aspavientos y con gallardía. También ha habido más de un Judas entre ellos, y de muestra basta ese impresentable llamado Ricardo Sánchez. Pero la regla ha sido una inacabable demostración de coraje que ha llenado de esperanzas y fe a Venezuela una y otra vez. Ellos, los respetados muchachos, son la levadura de una masa de líderes desprendidos que lo han dado todo por todos sin pedir nada de vuelta.
                Frente a ellos, y no precisamente en lo político, hay una gavilla de malandrines que a partir de la década de los años 90 del siglo pasado se han atornillado en la conducción de los partidos políticos venezolanos. Es una generación que desde entonces sólo ha cosechado derrotas, ha sido crisol de lo peor que tuvo la democracia: cohecho, puñaladas traperas, corrupción, zancadillas, desmanes de todo tipo y, para rematar, se proclaman una versión actualizada de Empanda, a la cual los romanos adoraban como diosa de la generosidad y de la apertura de pueblos y caminos.                 Este último grupete, ciertamente detestable, ha dado sobradas manifestaciones de incompetencia, así como un innegable sentido de la oportunidad que les ha permitido mantenerse como moscas sobre el limo. Ello les ha permitido asumir la vocería y conducción de la repulsa que desde tempranos tiempos ha sabido ganarse el chavismo-madurismo; sin embargo, esta dirigencia ha servido más bien a los intereses de la casta roja, y a los suyos propios. Las manifestaciones de deslealtad entre ellos mismos, y para con los que han interpretado mejor el sentimiento nacional, han sido públicas y manifiestas.
                Este grupo de "dirigentes" poco heredaron de la gallardía de los viejos líderes. Me confiaba el respetado Eddie Ramírez, el incansable dirigente de los ex trabajadores petroleros, que el 20 de febrero de 1961 su padre, el coronel Edito Ramírez, lideró un alzamiento militar contra Rómulo Betancourt. La intentona fue neutralizada y sus principales participantes encarcelados, incluidos padre e hijo. Ramírez recuerda con precisión: "En ese momento Luis Augusto Dubuc era el Ministro de Relaciones Interiores, y lo que eran las cosas en aquel entonces, la primera persona que llegó a visitar a mi mamá cuando caímos presos fue doña Dorila, la mamá de Luis Augusto…"
                En un momento de tanto oprobio como ha sido la detención y vejación de Juan Carlos Requesens, que más que diputado ha sido uno de "los muchachos" que no ha tenido miedo a dejar el pellejo en las calles, las declaraciones de la tropa política han dado pena ajena. Siquiera por vergüenza han debido ser más contundentes en su defensa. Ya los veremos chillar como niñas cuando les llegue el turno… Nadie está a salvo de la peste roja.

© Alfredo Cedeño

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