miércoles, diciembre 26, 2018

EDIPO EN EL TRÓPICO


                Venezuela zozobró en medio de los beneficios de cada cual. Escasos fueron los que subordinaron sus intereses particulares a los generales del país y sus habitantes, fue una vaca que se ordeñó de manera despiadada y a mansalva. Recuerdo en noviembre del año 2007 escuchar a un ex gobernador adeco del estado Trujillo, whisky en mano por supuesto, mientras él hablaba con un ex altísimo ejecutivo del Banco Venezolano de Crédito y copropietario de uno de las más grandes concesionarios de automóviles de la región andina, proclamar al alimón que no querían que Chávez dejara el gobierno. Y al unísono clamaban: "¡Es que nunca nos había ido tan bien como con él!"
                El muestrario es muy grande, y de vieja data. Añado otro ejemplo de la época "prerrevolucionaria": un comprometido y aguerrido economista, cineasta, editor y poeta alquiló a la parroquia San Pedro de Caracas su cine; luego subarrendó por diez veces el monto inicial dicho local al Consejo Nacional de Cultura (CONAC). Al igual que él muchísimos otros se dedicaban a viajar exactamente por donde se les antojaba a costillas de los presupuestos universitarios o de las variopintas estructuras culturales que en ministerios, embajadas e institutos autónomos abundaban.  No había "Congreso Cultural", "Jornada de Análisis" o "Encuentro de los siempre Oprimidos" donde no acudiera una nutrida representación local. Nunca escasearon los recursos para mantener a una hambrienta –y no menos sedienta– intelectualidad progresista criolla, y a más de un importado…
                Nuestro país sucumbió cual organismo enfermo ante un complejo irresoluto. Lo acabó nuestra propia clase media, ese segmento amnésico, y debe decirse que hijo amadísimo de la democracia.  Intelectuales y medianos propietarios y gerentes y toda la pequeña burguesía pusieron todo su celo y empeño para acabarla. ¡Y qué viva Edipo carajo! Al amparo de esa sombra de intereses y resentimientos se les abrieron las puertas de par en par a Chávez y Maduro y toda la puta generación que los ha acompañado en esta inacabable canícula que concluyó en este  descampado que se nos ha convertido Venezuela.
                Otro año está a la vuelta de la semana. Los buenos deseos campean briosos. Los augurios se visten de esperanzas y la madre de Gofiote Bigotón danza efusivamente de una punta a la otra del mundo entero. Y la soledad impera, y la unidad es una fantasía que espejea entre mitos abrillantados. Todos, a fin de cuentas, jugamos a desentendernos y no terminamos de asumir que somos una sociedad enferma que necesita sanar. Dios nos ampare…

© Alfredo Cedeño

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad es que la revolución chavista la favoreció la pequeña y la gran burguesía. Ahora le echan la culpa al pueblo aunque a decir verdad no fue ese sector el más entusiasmado, más bien fue hasta reticente. Esperamos que el próximo año esos que favorecieron el ascenso de los chavistas, nos saquen de este problema. ¿Serán capaces? Para tí te deseo próspero año lleno de esperanza, que no se pierde, progreso y bienestar. Dios te bendiga.

Alejandro Moreno

Anónimo dijo...

Excelente articulo,que dios nos ampare de tanta desidia e irresponsabilidad.

Manuel Elias Espina Moran

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