viernes, octubre 07, 2022

PRESENTE Y FUTURO ESTABULADOS

Estabulación es la palabra empleada para definir al hecho de guardar a los animales en establos, principalmente los llamados ganado equino, vacuno, ovino, caprino y porcino; así como las aves de corral. Esta fue la solución encontrada desde los primeros tiempos por el hombre, para proteger a sus fuentes de proteína y medios de transporte. Tan antiguo es que se han encontrado evidencias de instalaciones de este tipo que datan de la segunda mitad del cuarto milenio antes de Cristo, específicamente en el yacimiento arqueológico de Son Matge, en la serra de Tramuntana, de la isla de Mallorca. Este caso en particular fue estudiado por M. Mercè Bergadà, Víctor M. Guerrero y Josep Ensenyat de las universidades de Barcelona e Islas Baleares.

Aseguran estos investigadores en el resumen de su papel de trabajo: “Presentamos el estudio micromorfológico de las ocupaciones más antiguas del yacimiento de Son Matge que parecen corresponder al horizonte Neolítico-Calcolítico. Este registro está formado por una serie de niveles compuestos por restos vegetales y por excrementos de animales con una dieta herbívora, ovicaprinos. En algunos niveles, los componentes aparecen parcialmente quemados o en proceso de humificación y en otros están calcinados. De dicho análisis deducimos la utilización de la cavidad como lugar de estabulación donde se practicaban incendios como actividad de saneamiento. Se ha documentado también la existencia de una acumulación de restos vegetales distintos a los utilizados como lecho y como forraje y que lo interpretamos como elementos de cercado o de protección; ya que, podrían corresponder a restos de cañas.”

Como era de esperar aquellas cuevas originales fueron mutando y han llegado a ser los modernos establos que se pueden ver en las actuales instalaciones productoras de leche y carne, así como en los criaderos de bestias de carga o para uso deportivo o de transporte. En países de escaso desarrollo económico se encuentran pesebres y modelos rudimentarios para el cuido de los animales. Como era de esperarse, tales mecanismos fueron asumidos por unos cuantos vivianes, que nunca han faltado, ¡ni faltan!, para aplicarlos a nuestras vidas.  Fue así como surgieron los establos espirituales, en los cuales la santa madre iglesia se especializó de una manera magistral, que, en vez de protegernos de los temores propios de nuestras vidas, se dedicaron a fomentarlos para, por vía de la exaltación de la culpa y su transmutación en pecados, controlarnos obras, pensamientos y vidas. Por supuesto que los cobertizos se acomodaron a lo laico y fue así como los benditos partidos pasaron, de organizaciones para el bienestar colectivo de los pares como una manera de ver el mundo, a juntas de condominio en la que los más avispados se aprovechan para darse la gran vida a cuentas de las cuotas que los demás pagan religiosamente. 

Y ya que menciono lo eclesial de nuevo, vale la pena resaltar como ejemplo de esos establos contemporáneos erigidos, bajo la mirada complaciente y alcahueta de los llamados países democráticos, en los territorios musulmanes. En este caso usaré el caso del uso obligatorio del velo, hiyab, por parte de las mujeres que profesan dicha fe. En estos días se ha hecho noticia por el brutal asesinato de la muchacha iraní Mahsa Amini, ella fue ejecutada por la “policía moral” de su país por llevar mal colocada dicha prenda. Lo apestoso de este caso de violencia estatal contra un sector de la ciudadanía es que su uso no está prescrito en el Corán, pero las autoridades lo han impuesto. Aún más lamentables son los hermeneutas que han buscado fragmentos del citado libro sagrado para justificar dicha práctica abominable. Es un silencio cabrón el que guardan las mujeres “revolucionarias” del mundo entero ante semejantes muestras de represión; para las Cilia Flores, Irene Montero, Michelle Bachelet, Cristina Fernández de Kirchner, Dilma Rousseff, Camila Vallejo y demás urracas de similar plumaje, no hay motivo de queja alguna o llamado a protesta resonante.

Han ido construyéndonos establos de manera sigilosa, nos mantienen encerrados y sin derecho siquiera a pastar donde más nos guste o plazca. Una larga hilera de cubiles es nuestro hoy y mañana.

 

© Alfredo Cedeño 

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