viernes, octubre 28, 2022

TRÁFICO DE SUEÑOS

Todo aquel que juega con la dignidad del ser humano es execrable, por decir lo menos de semejantes basuras. Nada más preciado que la libertad, el libre albedrío, la posibilidad de escoger lo que se quiere sin daño o perjuicio a los que nos rodean. Sin embargo, cada vez son más reducidos las ocasiones en que realmente se puede ejercer la libertad; son infinitas las riendas que nos han ido imponiendo de manera paulatina e imperceptible. Largos años llevan varios investigadores demostrando como, por ejemplo, desde la industria publicitaria se juega a manipular e inducir nuestras decisiones bajo el manto de mensajes engañosos. Esa industria contemporánea en que se han convertido las organizaciones políticas es otra manifestación de ello. La peor de las sinergias que se haya podido producir fue la de esas dos disciplinas.  De eso poco se habla a profundidad y, por supuesto, nunca se toman decisiones para subsanar dicha situación.

En días recientes todos los espacios comunicacionales se han llenado con la denuncia del tráfico humano que ha surgido alrededor del éxodo masivo de los venezolanos. Esa hemorragia, por lo visto indetenible, ha venido mutando de año en año, casi que de semana a semana. Han surgido toda clase de vivianes para aprovecharse de esa dramática situación.  Hay los que han sacado beneficios monetarios de ello y otros que han tratado de obtener réditos políticos dándose ostentosos golpes de pecho al denunciar los horrores que ello implica. 

El tráfico humano de nuestros días no es una industria ajena al mundo revolucionario. Uno de los países más consumados en practicar de forma eficaz esa práctica es Cuba. Ahora se trata de teñir de gloria la llamada Operación Carlota cuando en octubre de 1975 se transportó a un grupo de instructores cubanos, que se dedicarían a formar batallones de combate de las Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola. Se estima que alrededor de unos 450.000 antillanos, entre médicos, maestros, ingenieros y soldados, fueron enviados a ese país africano en los 16 años que duró el operativo mencionado. 

Otra de tales operaciones de tráfico humano llevado a cabo por la revolución fue el traslado de miles de trabajadores de la salud a Venezuela, en el marco de la Misión Barrio Adentro. Médicos, enfermeras, técnicos y terapeutas fueron enviados a nuestro país en condiciones esclavizantes de las cuales nunca se dijo nada. Sobraron los funcionarios planetarios que acudieron a cohonestar dicho plan, tal como hizo en su momento el médico coreano Lee Jong-wook, quien siendo Director General de la Organización Mundial de la Salud visitó uno de esos núcleos en un barrio de San Félix, estado Bolívar. Ningún “progresista” dijo siquiera esta boca es mía. Son los mismos que ahora claman al cielo ante el desplazamiento forzoso de los migrantes nacionales en Estados Unidos, donde algunos gobernadores republicanos han agarrado a lotes de ellos y los han trasladado a territorio demócrata, para sacudirse de encima el problema que significa el manejo de tal marea de gente que sigue llegando a través de la frontera con México.

La diferencia en esta ocasión, proclaman las almas sensibles del 2022, es que se está atropellando los derechos humanos de los emigrantes.  Ni de vaina dicen nada sobre la causa de semejante flujo de gente, que no puede siquiera sobrevivir en su país, y se lanza a tratar de lograr una vida siquiera libre. La hipocresía y alcahuetería da para eso y mucho más, en nombre de la ideología todo se vale, está permitido todo aquello que tengan a bien los redentores rojitos porque el hombre nuevo no hay lo que no justifique. De ese tráfico de sueños nadie se quiere percatar, o no les interesa hacerlo…

 

© Alfredo Cedeño  

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aplaudo y celebro lo que escribe porque observas lo que nos ocurre y sufres y todo te maltrata, como a mí, como a nosotros y también nos duele el mundo y nos estremecemos de impotente rabia.

Rodolfo Izaguirre

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