Cuando los alambres se espinan y cercan las ventanas
siempre hay un fondo de luz donde el verde salta
como los venados volanderos por las montañas
o las perdices naciendo desde la mano de Dédalo
quizás en las alas sucias de tres garzas descarriadas
o las maderas que se astillan para burlar las sombras.
© Alfredo Cedeño