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domingo, agosto 25, 2013

HACIENDA MONTE SACRO

De niño, mi madre, la difunta Mercedes, que no podía dejar de hacer cosas a toda hora y momento, hacía por ratos lo que ella llamaba colchas de retazos: trocitos de telas que iba guardando y que luego con mano diestra cosía uno con otro hasta hacer una gran manta. Años después visitando una comunidad amish en Filadelfia me asombré al ver que ella lo que producía era una de las llamadas patchwork quilts, pero más me pasmé al verles el precio en una vitrina de New York. Perdonen la altisonancia: me caí de culo.
¿A que viene todo esto? A que Venezuela es una de esas colchas donde cada trozo está donde le toca, es el caso de la hacienda Monte Sacro donde estuve el pasado martes y es sobre lo que les quiero contar hoy. Apenas a 145 kilómetros al oeste de Caracas, y a  menos de 20 kilómetros de Valencia, en la misma orientación, en las afueras de Chirgua, estado Carabobo, está dicha estancia.
Una carretera en pésimo estado recorre terrenos donde, según unas actas del  Cabildo de Caracas de 1682, había allí una capilla a cargo del presbítero Lorenzo Blanco y Herrera, hijo de doña Isabel y Mateo Blanco. Menos de un siglo después se habla de un censo realizado en la cercana población carabobeña de Montalbán, en el año 1745, donde Chirgua es mencionada con una hacienda de caña de azúcar y un trapiche propiedad de Isabel Clara de Herrera, quien era segunda abuela de Simón Bolívar.
      Y aquí ya nos vamos adentrando en la raigambre de Monte Sacro. Se sabe que en 1827 Feliciano Palacio y Blanco y su hijo Feliciano Palacios y Tovar le venden a Simón Bolívar la mitad de un trapiche en su hacienda de Chirgua. Luego Bolívar dona esas tierras a los hijos de su hermano ya difunto Juan Vicente Bolívar: Juan Evangelista, Fernando y Felicia. Al morir El Libertador la hacienda pasó a manos de ellos.
Comenzando el siglo XX, en 1901, se reparte la herencia de Fernando Bolívar, por lo que uno de sus hijos, Benjamín Bolívar Gauthier, hereda la hacienda Monte Sacro. Vale la pena mencionar que por primera vez aparece dicho nombre, seguramente está asociado al juramento que supuestamente hiciera Simón Bolívar en el monte homónimo en las afueras de Roma, el  15 de agosto de 1805, de liberar a Venezuela de España.  En 1916 Bolívar Gauthier le arrienda a José Gabaldón esos espacios y firman una opción de compraventa; al año siguiente Gabaldón le compra dichos terrenos a Bolívar, y veinte años más tarde, en 1936, María Isabel, Carmen Beatriz, Clemencia Gabaldón y Carmen Guzmán de Gabaldón heredan Monte Sacro.
La “gabaldonera” vendió al poco tiempo la propiedad a José Amílcar Fonseca. Este último venderá en 1940 a Carmen Guzmán de Gabaldón quien, en 1948, se la vende a Productora La Agropecuaria C.A. Será esta empresa la que en 1953 venderá esta finca al magnate petrolero Nelson Aldrich Rockefeller.
Aseguran los que conocieron al norteamericano en dicho entorno que deliraba por estas tierras y hay incluso una foto de Edmundo “Gordo” Pérez de él y su esposa de luna de miel en estos parajes. Cuando se indaga sobre su vida en Google se puede leer:  “La hacienda Monte Sacro (Venezuela), que frecuentaba con regularidad con su familia, se consideraba como su segunda residencia fuera de los Estados Unidos.”
Las inversiones que hizo este hombre en dichas tierras fueron incalculables, desde comprar tierras vecinas para alcanzar más de siete mil hectáreas, hasta construir una pista de aterrizaje donde aterrizaba con su jet particular.  Pero dinero habemus más no inmortalidad tenemos y en 1979, con 70 años a cuestas, la versión humana de Rico Mc Pato estiró la pata.
Al poco tiempo los herederos de Mr. Rockefeller ponen en venta la preciada pertenencia y comienza una puja en la que cinco distinguidas familias criollas comienzan a tratar de adquirirla. A esta altura del cuento surge un hombre que, de bajo perfil y con atinado ojo empresarial y emocional, se presenta en New York con su familia en pleno ante los delfines a pedir se la vendan a él. Hablo de Jorge Ruiz del Vizo. La balanza se inclinó a su favor, por supuesto, y a fines de 1981 entra en posesión de la hacienda Monte Sacro.
A partir de ese momento, Ruiz del Vizo se dedica a imprimirle su sello a  esas instalaciones; vende algunas secciones de ellas, como la que tiene la pista de aterrizaje, que todavía funciona y se mantiene en perfectas condiciones, hasta quedarse con 3.500 hectáreas. Allí realiza distintas faenas que fueron desde la explotación de cítricos, ganadería, siembra de papas, producción de maíz, desarrolla un haras que ganó innumerables premios hípicos, las instalaciones fueron  utilizadas como locación de numerosas telenovelas y películas. 
            Al cumplirse el natural ciclo vital, don Jorge murió y sus cuatro hijos, resolvieron los tramites de herencia y dividieron en cinco secciones, en las que se incluía la de la viuda, y todo siguió viento en popa. Pero… y bien sabemos que en  nuestra bendita tierra nunca faltan esas conjunciones adversativas, en abril del año 2009, en una de las tantas muestras del disparatario rojo, para dar inicio a la Misión Zamora, el Instituto Nacional de Tierras tomaron posesión de ella…Debo explicar que por una y mil razones que no viene  al caso ahora explicar, una de las hijas de Ruiz del Vizo, Vivian, se instaló allí junto a su madre y es quien sigue en esas tierras haciendo lo imposible para que el otrora modelo de producción agrícola, equino y pecuario no pierda su lustre. 
Ella, graduada en diseño de interiores en Fort Lauderdale, de figura menuda, y creo que 1,65 de estatura, voz serena y gestos firmes asegura: “Si uno se va de la tierra, pierde. Yo soy la guardiana de la tierra. Yo no tengo miedo. Estoy aprovechando el día a día.”
            Una de las primeras medidas rojas fue prohibir  todo tipo de actividad de explotación en estos terrenos, e incluso un grupo de modestos productores que les habían comprado un pequeño lote de hectáreas fueron afectados. El entonces presidente del INTI, quien gustaba aparecer en televisión de pistola al cinto, al mejor estilo de Juan Charrasqueado, Juan Carlos Loyo, en Chirgua dijo “estos paperos deben adecuarse al nuevo modelo de producción social que son `las comunas` y debido a que en Chirgua hay una comuna en plena formación estos agricultores deben manejarse siguiendo los lineamientos de ese tipo de trabajo comunitario”. Nada que comentar.
            Lo cierto es que ahí no se está produciendo nada y Vivian se ha dedicado a alquilar las históricas edificaciones, porque “no me iba a pasar todo el día viendo televisión, y es lo que me permite sobrevivir y mantener esto.” Habla de miles y miles de metros de jardines bien cuidados, de instalaciones impecables y un ambiente absolutamente bucólico. Si  quiere contactarla escriba a: vivianruizdelvizo@gmail.com.
Quisiera poder escribir muchísimas cosas. Creo que lo mejor que puedo hacer es darle las gracias a Vivian por, a pesar de todo, seguir metiendo el hombro y hacer un esfuerzo titánico por conservar este trocito de la historia de esta gran manta de retazos que somos Venezuela y su gente.


© Alfredo Cedeño

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