Desde un olvido de hojas verdes, que dejan besos ciegos en los encuentros de bocas deslenguadas de besar, salieron mis manos heridas con una chispa de vida. Salimos sin dioses nuevos e incertidumbres, entre auroras de fuegos fatuos y arcos de los encantos montañeros, para cerrar las noches con los resplandores eternos de la galaxia que cabe en una gota de agua…