domingo, agosto 10, 2014

VERDE

            Cuando uno habla o escribe del color verde suele ocurrir que quien te escucha o lee de inmediato se conecta con el primer verso del Romance Sonámbulo que Federico García Lorca en agosto de 1924 dedicara a Gloria Giner y a Fernando de los Ríos:
Verde que te quiero verde. Y que luego prosigue:
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas le están mirando
y ella no puede mirarlas.
 
            Verde era el color de la piel de los marcianos cuando fui niño, y el de la esperanza de los desanimados quienes decían que un burro se las había comido, también era en mi niñez el color de un grupo que siempre perdía en las elecciones y cuyo candidato eterno era el engominado y ya difunto Rafael Caldera. Ahora bien, como se trata es de  acercarse al tema escogido para hoy, y que usamos para titular esta nota, recurro al Diccionario Akal del color, de Rosa Gallego y Juan Carlos Sanz, donde se puede leer: “El verde es el color que se percibe ante la fotorecepción de una luz cuya longitud de onda dominante mide entre 529 y 497 nm. Se asemeja a la coloración de las hojas de hierba o de la esmeralda.”
 
            Por su parte el Diccionario de la Real Academia Española revela que la palabra verde proviene del vocablo latín virĭdis y enumera 19 acepciones para ella. En el Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, Joan Corominas asegura que el uso de dicho término en nuestro idioma arrancó en el año 1019. Diversas publicaciones abundan al respecto y debe reseñarse que largo tiempo atrás se le consideró uno de los cuatro colores primarios, junto al rojo, amarillo y azul; supongo que lo sacaron de dicho lote al recordar que la mezcla de los dos últimos termina produciendo la tonalidad de las hojas.
 
Ahora bien, como de empastelar la cosa se trata, para así honrar las enseñanzas del gocho y lustrado José Humberto Márquez, quien solía repetirme: “¿Negro, para qué hacer sencillo lo que se puede poner como pelota de estopa?”, debo decir que en el llamado sistema aditivo de síntesis de color, donde los colores se obtienen mezclando luz de color en lugar de pigmentos, el verde es un color primario, junto al rojo y el azul. No es de olvidar que a nuestro color de este domingo 10 de agosto se le considera un color frío, junto con el azul y el violeta.  Como se ve que, quien ello afirma, nunca sudó en medio de una verde ladera arando al mediodía...
 
            El maestro Octavio Paz, quien sabe si colocado en un disparadero como este en que ahora ando, redactó Escrito con tinta verde, que comienza así:
La tinta verde crea jardines, selvas, prados,
follajes donde cantan las letras,
palabras que son árboles,
frases que son verdes constelaciones.
 
Paz afortunadamente no era deuteranómalo, nombre que dan a las personas con dificultades para distinguir el color verde. Explico: la deuteranomalía depende de la condición de los conos M del individuo con tal defecto visual, dichas células de la retina son las encargadas de percibir las longitudes de onda lumínicas medias; si son imperfectas, producen ceguera parcial al verde, y si faltan del todo producen ceguera total a él, que es cuando ocurre la deuteranopía. Este tipo de daltonismo afectaba a John Dalton, quien fue el primero en señalar su existencia e investigarlo a finales del siglo XVIII.
 
El verde es hoy reconocido mundialmente como el que representa al islamismo, así como a las llamadas organizaciones políticas ecologistas.  No se puede dejar de mencionar que entre los colores litúrgicos este color simboliza una de las virtudes teologales: la esperanza; y se usa durante el denominado Tiempo Ordinario, que va después de Navidad hasta Cuaresma, y después del Tiempo de Pascua hasta el Adviento, en los domingos y en aquellos días que no exigen otro color. Explican los textos religiosos: “Es tiempo de esperanza por la venida del Mesías y por la Resurrección salvadora respectivamente.” Debe haberse inspirado en ello Sor Juana Inés de la Cruz para escribir:
A la esperanza, escrito en uno de sus retratos
Verde embeleso de la vida humana,
loca esperanza, frenesí dorado,
sueño de los despiertos intrincado,
como de sueños, de tesoros vana
 
Sigamos en lo nuestro. Los cloroplastos de las células vegetales contienen clorofila, que da color verde a las plantas. Los antiguos egipcios representaban a Osiris con piel verde, ya que ello significaba el renacer de la vegetación. Si queremos saber de las implicaciones en el campo sicológico podemos ver qué dice la chilena Michelle Vial Kauak: “Es un color de gran equilibrio, porque esta compuesto por colores de la emoción (amarillo = cálido) y del juicio (azul = frío) y por su situación transicional en el espectro. Se lo asocia con las personas superficialmente inteligentes y sociales que gustan de la vanidad de la oratoria y simboliza la primavera y la caridad. Incita al desequilibrio y es el favorito de los psiconeuróticos porque produce reposo en el ansia y calma, también porque sugiere amor y paz y por ser al mismo tiempo el color de los celos, de la degradación moral y de la locura. Significa realidad, esperanza, razón, lógica y juventud.”
 
En todo caso creo que mejor lo define Juan Ramón Jiménez en su poema Verde Verderol:
Verde verderol
¡endulza la puesta del sol!

Palacio de encanto,
el pinar tardío
arrulla con llanto
la huida del río.
Allí el nido umbrío
tiene el verderol.
 
Color de escritores que como los dioses escribían. Verde era la tinta que usaban Pablo Neruda,  Ramón Gómez de la Serna, José Lezama Lima y Juan Rulfo. El primero de ellos Neftalí Ricardo Reyes Basoalto, en 1935 fundó en Madrid su revista Caballo Verde para la Poesía. Este matiz no cesa de inspirar a los creadores, como es el caso de la  gaditana Carmen Gil, quien en El sapo verde dice:
Ese sapo verde
se esconde y se pierde;
así no lo besa
ninguna princesa.

Porque con un beso
él se hará princeso
o príncipe guapo;
¡y quiere ser sapo!
 
            Y ya que de verde poesía escribo no puedo dejar por fuera a ese boricua excepcional que es Antonio Cabán Vale, El Topo. Suya es la canción Verde Luz, considerada el segundo himno de Puerto Rico:
Verde luz de monte y mar,
isla virgen del coral,
si me ausento de tus playas rumorosas,
si me ausento de tus palmas silenciosas,
quiero volver, quiero volver.
A sentir la tibia arena
a dormir en tus riberas,
isla mía, flor cautiva,
para ti quiero tener.
Libre tu suelo,
sola tu estrella
isla doncella, quiero tener,
verde luz de monte y mar.
Aquí les dejo el link a la versión que hace de ella Mayda Belen: https://www.youtube.com/watch?v=9MuNS9j0_w4
 

            Verde que relampaguea en las alas de una mariposa herida que puede enfrentarse a jinetes enloquecidos de un orden sin brújula. Tonalidad que de cuarta en el arcoíris se desprende a revolotear sobre el mundo y deja un respiro a las ilusiones. Verde de vida y eterna resurrección.

© Alfredo Cedeño
 
 
 
 
  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen día. Qué buen desayuno con el verde de tus textos y fotos después de un cafecito venezolano tempranero y recién hecho Me recuerda la primera visión de Venezuela en mis ojos, bueno, la segunda porque la primera fue el negro ardiente de la pista de Maiquetía entonces, un 19 de septiembre de 1950. Todo era verde en mi nueva patria; Verde y calor, luego supe que el calor era sobre todo humano. Venezuela es verde; en mi tierra el verde es un milagro que se produce fugazmente en primavera, por eso lo quería tanto García Lorca. Gracias. Un abrazo.

Alejandro Moreno

Unknown dijo...

El desayuno de hoy fue acompañado con tu texto refrescante que me lleno de esperanza pasa seguir adelante , tus fotos hermosas llenas de luz , gracias por brindarme éste ingrediente dominguero .Besosss

Anónimo dijo...

Verdaderamente Espectacular.

Ylleny Rodríguez

angelvera dijo...

Qué texto tan bello, Señor, tan ricoen su interior, inventiva y belleza de contenido, como en sus referentes literarios y hasta científicos, realmente inspirado y coincidencialmente, tan rico así, que me ha hecho recordar ese libro de otro venezolano, "Nuestra Lengua en ambos mundos", de Angel Rosemblat, a propósito de la enorme riqueza de la lengua española. Un saludo desde Cuenca, en el Ecuador.
Angel Vera

Adelis Flores dijo...

mi querido Alfredo, extrañaba ya deleitarme con sus publicaciones. Matices de tan cálido color verde, el verde de la vida, de la sencillez, del amor también.
¿Ha visto un amor verde?, es el amor de los jóvenes, el amor puro y sin intereses más que el de puro y solo amar y sentirse amado.
Palabra, imagen, tertulia con la vida y con lo que ella connota en sus más delicados momentos, usted lo sabe expresar en sus hermosos textos.

¡Gracias por alegrarnos la semana!

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