Por aquello de que somos según nos criaron, soy
profundamente agradecido por todo y a cuantos me rodean. Por ello, me producen
urticaria los signos de olvido, de ingratitud o desagradecimiento, o cómo
quieran ustedes llamarlo. En anteriores oportunidades he contado acá de mi
abuela paterna, la vieja Elvira, a quien debo los primeros intentos que sobre
mí hubo para desasnarme. Con ella
aprendí a leer y sacar cuentas, todo bajo un manto de
consentimientos infinito que a veces disfrazaba de rigor; sin embargo, supongo
que consciente de que no saldría nada bueno de mí sometido a aquella
alcahuetería inacabable me mandaron a la “escuelita” de la señorita Modesta.
Ella era una de esas ancianas que en las viejas
novelas describían como de piel apergaminada, que iba dejando a su paso un olor
que me era muy querido, ya que mi abuela también usaba para bañarse el jabón de
Reuter. Su centro funcionaba en una de esas viejas casas coloniales de La
Guaira, y allí con voz suave nos enseñaba a un grupo de niños entre cuatro y
siete años, vecinos de La Pólvora y el Puente Jesús. Ya en mi casa el machacar
sobre agradecer como norma de buena educación era una letanía con la que me
levantaba y acostaba. Papá, mamá y mi abuela no cesaban de interrogarme ante
cualquier ayuda que me prestaban: ¿Qué se dice Alfredito? Y automáticamente
respondía: Gracias, para obtener el consabido a la orden o de nada.
La señorita Modesta a la par que nos enseñaba los
principios educativos nos citaba frases de distintos autores. Tal vez la que
más empleaba era una que, con su voz característica, nos decía: Esto que les voy
a leer es del mayor escritor que ha tenido nuestra lengua y en el mundo, Don
Miguel de Cervantes Saavedra, que en su gran obra El Quijote escribió: “–De
gente bien nacida es agradecer los beneficios que reciben, y uno de los pecados
que más a Dios ofende es la ingratitud.”
Entre muchas otras cosas, esa es una de las que más me ha
distanciado siempre de ese furúnculo que llevamos soportando por más de tres
lustros. No es un secreto para nadie que
desde sus mismos inicios el difunto comandante intergaláctico, y sus acólitos,
han sido unos malagradecidos de tomo y lomo.
Quiero refrescar esta vez algunos ejemplos de lo que digo.
Me contó un viejo trabajador de una de las empresas
de servicios ejecutivos que operaban en el aeropuerto caraqueño La Carlota,
quien vio en primera fila todo esto, como al comienzo de la campaña electoral
de 1998 fue el capitán Henry Hoyos con sus armatostes voladores quien le daba
apoyo para algunas de sus movilizaciones. Más tarde fueron las avionetas de
Tobías Carrero las que entraron al juego, hasta que un domingo en la tarde,
cuando estaban a punto de despegar, por una falla mecánica que tenía el
aparato, los pilotos a cargo abortaron el vuelo.
“Hermano, tú no te puedes imaginar la paranoia que
tenían esos carrizos con la DISIP, es más vivían asustados. Ese día salieron
como si un zorro hubiera caído en un gallinero.
En ese tiempo los Boulton tenían ahí sus vuelos ejecutivos de
Servivensa, y eso lo manejaba directamente el hijo del viejo que después
secuestraron, Richard Boulton. La cosa fue que al comienzo ellos a quien
ayudaron, porque así lo pidió Copei, fue a Irene, pero ese ya es otro cuento.
Esa tarde llegó a esa oficina un tipo de
apellido Castillo, que no recuerdo su nombre, con un cuchicheo a pedir un vuelo,
y más atrás llega un carro con un misterio y cuatro tipos adentro, ellos se
bajan y uno de ellos se encierra en el baño, pero cuando están eso en eso me
doy cuenta ¡de que era Chávez! Unos muchachos que trabajaban ahí después me
contaron que eso parecía un palo de gallinero y no salió del baño para nada.
Mientras tanto contactaron a Boulton y él dio el visto bueno. Desde ese día ellos
se dedicaron a darle servicio en exclusiva a Chávez desde La Carlota y a más
ningún otro candidato se lo prestaron”.
Me asegura el narrador que en aquellos días era un
grupete desastrado donde solo dos de ellos tenían carro propio, uno era Luis
Pineda Castellanos, que tenía un Volkswagen y el otro era Diosdado, “con un
corcel azul poceta, todos los demás andaban a patica por ahí”. También asegura que Diosdado, Jesse, Nicolás,
“todos esos” eran unos recaderos, “es más, chico, eran unos cachifos, porque
ahí los que eran la verdadera sombra de Chávez eran Pineda y el tuerto Andrade,
esos eran en los que él de verdad confiaba, a todos los demás los arreaba como
le daba la gana”. En medio de una de las conversaciones con este viejo
hombre del mundo aeronáutico me suelta: “Ahora, eso fue como hasta un mes y
medio antes de las elecciones que él gana, porque a partir de ahí esos vuelos
eran para los de su comando de campaña y los periodistas, porque él empezó a
desplazarse en los aviones de Freddy Cohén, que más de una vez él en persona lo
llevó y lo trajo…”
El cuento es largo y espeso, y no los voy a
atiborrar con los detalles, no porque me falten ganas, sino por las consideraciones
del caso. Y es aquí donde el
desagradecimiento de esta plaga que aún padecemos brilló en todo su apogeo. En
el año 2000 Richard Boulton fue secuestrado de la hacienda familiar en
Carabobo, y una de las figuras que más
se movió tras bastidores para su supuesta negociación fue el ex ministro Ramón
Rodríguez Chacín, quien luego ha demostrado pública y notoriamente sus vínculos
con la guerrilla colombiana, que fue con quienes se negoció la liberación del
mencionado empresario. Tampoco está de más
refrescar lo que fue la “quiebra” de Avensa, Servivensa y el naufragio del
grupo Boulton en su totalidad en aguas oficiales.
Un dato del que poco se habla de esa quiebra es que
dicha organización había creado en 1950 la Fundación John Boulton cuyos aportes
a nuestro escenario cultural fue más que amplio y generoso. Me asegura una fuente que dicha fundación
tenía unos recursos en Estados Unidos que rondaba los siete millones de
dólares, pues bien, cuando se da la intervención de las empresas, no saben
cómo, ni cuándo, dichos fondos fueron escamoteados y nadie supo explicar lo
ocurrido, lo cierto es que se esfumaron.
¿Necesito refrescarles en el caso del señor Cohén
lo que pasó con Sambil de La Candelaria? Insisto, es una larga letanía de poca
cortesía para con aquellos que en su momento le tendieron la mano. Ahora bien,
que estos señores caigan en ello, creo que era de esperarse. ¿Qué otra cosa
podía esperarse de semejante horda de indigentes cívicos?
Para cerrar, y dejar constancia, saludo
con inquietud el nombramiento del querido Chúo Torrealba al frente del canal de
la Asamblea Nacional. Digo inquietud, por decir lo menos, ya que no puedo dejar
de preguntarme: ¿Acaso no es más necesario el trabajo político del coordinador
del armatoste ese llamado MUD y delegar en una persona que realmente conozca
del manejo de un canal, y pienso en Elsy Barroeta, por ejemplo, para hacer que
ese canal realmente sea lo que tiene que ser? Me preocupa porque ha habido varios
gestos destemplados del mencionado amigo, el último de ellos su respuesta a la
diputada Tamara Adrián, quien calificó de
infortunadas unas declaraciones que emitiera; su expresión al más rancio
estilo Juan Charrasqueado fue: “No
soy diputado. Soy sec. ejecutivo de la Alianza gracias a la cual Ud. es
diputada. Y la agenda es la de la Unidad!” O sea, en otras palabras el ahora
perdonavidas Torrealba se jacta de ser quien hizo diputados a quienes integran la Asamblea Nacional. Mal rumbo el que se avizora en estas palabras
que en mala hora se escribieron en Twitter. ¿Acaso vamos a seguir con el mismo musiú pero con otro
cachimbo?
© Alfredo Cedeño
6 comentarios:
Tu artículo se queja de lo malagradecidos que son todos ellos. Don Bosco, cuya fiesta hoy celebramos con agradecimiento, decía que no nos fiáramos del joven malagradecido. Supongo que para estos revolucionarios la gratitud es un prejuicio burgués con el que la revolución debe terminar, pero para cualquier ser humano no desnaturalizado por ideologías, es de bien nacidos. Un abrazo y te agradezco tus artículos de corazón.
Alejandro Moreno
Me gusta tu objetividad. Excelente Alfredo!
Me gusta tu objetividad. Excelente Alfredo!
Ana Bianco.
Me gusta tu objetividad. Excelente Alfredo!
Ana Bianco.
Tal cual. De mal agradecidos esta lleno el mundo. Lo importante es; difundir a nuestros hijos lo que nuestros Padres y maestros nos han dejado como legado: la marca del agradecimiento la educación y las buenas costumbres. Gracias buen artículo. Gracias por compartir.
Hilda Perez
cosa Rara tu mensaje entro por la via social y no por el correo principal Me encanto todo lo que contaste de tu abuela Elvira y la maestra Modesta , muy bueno todo el articulo, y el fina me parece trágico lo del secuestro de Richard Boulton , Sambil la Candelaria y ahora la postura de Chuo, y será que el como periodista?? se cree en capacidad de hacerse cargo de ese canal , solo para que se vea la AN y como asi que de la noche a la mañana cambiaron de parecer . Sigo diciendo el indio que llevamos por dentro es nuestra perdición .
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