Sus pies sobre una puerta son una cordillera roja
escondiéndome la mirada y abriendo su sonrisa
como una camisa de rayas inclementes pidiendo
como una montaña de pasos cercándome alegre
como un beso de guerra que gime volando feroz
como un poema que nunca se lanza a los lagos
o como un rayo que arranca vestidos de razones.
® Alfredo Cedeño
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