Los contornos de su sinuosa
voltereta
sigue jugando a maravillar a
quienes cree tontos,
y son tantos quienes confían en sus
maromas
que no saben oler el fuego que
viene cerca…
implacables lenguas de ardores
seculares
donde las hojas serán cenizas y
flores desgarradas.
© Alfredo Cedeño
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