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miércoles, enero 09, 2019

AÑO NUEVO, MISMA MIASMA



                Mis recuerdos de niño están poblados de momentos muy gratos. La época navideña, por supuesto, ocupa un lugar muy especial, y en ella destaca el sonsonete muy pegajoso de la orquesta Billo´s Caracas Boys con los versos: Año Nuevo, vida nueva.  Era una melodía que cubría todo el país literalmente.  La Metástasis Roja parece haber cambiado también lo que era esa especie de lema que los venezolanos entonábamos y bailábamos con entusiasmo frenético. Ahora da la sensación de que ha mutado el estribillo a Año Nuevo, misma miasma.
                Arranca el año con la deserción del "magistrado" Christian Zerpa. Entrecomillo el título ya que el mencionado individuo bien se sabe que no reunía las credenciales necesarias para ocupar dicho cargo. Lo cierto es que ahora es celebrado a tambor batiente y se anuncia como el acabóse del régimen rojo. Por lo visto no se termina de entender que esa gota no hace nada en la humanidad de ese mastodonte hipertrofiado que encarna Gofiote. Podría enumerar una larga lista que viene desde Luis Velásquez Alvaray, o su tocayo Luis Aponte Aponte, además de un tropel de arrepentidos que incluye a toda una variopinta fauna de sicarios que bajo el ropaje de jueces, fiscales, alguaciles y malandros entogados ahora son ensalzados como la puntilla final de nuestra pesadilla. No quieren comprender que el daño es de tal magnitud que podría terminar hasta en la deserción de los propios Maduro y Cabello para que no pase nada.
                También nos han acostumbrado los jenízaros rojitos a que el nombramiento de las autoridades legislativas se convierta en la resurrección de Moisés y el sepelio del galáctico. Es así como vemos que el nombramiento del nuevo presidente de la Asamblea ha provocado una verdadera ola de neo catecúmenos adoradores de san Guaidó virgen y mártir... vamos a ver hasta cuando le dura el carburo. No puedo dejar de evocar al injustamente marginado poeta Andrés Eloy Blanco por aquello de: "Nada hace más ruido que un carro viejo y un diputado nuevo".
                A los ciudadanos de a pie, los venezolanos normales y corrientes, más no sumisos, se nos critica el escepticismo, y se nos exige el mantenimiento del feudalismo político. Unos cuantos señoritingos exigen acatamiento a la vista y sin protesto de sus antojos y trapisondas. Cualquier asomo de cuestionamiento es satanizado de manera inmediata por una cada vez más corta corte de aduladores y beneficiarios. Pregonan que la desconfianza no es el camino, que la ruta está en la unidad que ellos han diseñado a su conveniencia. Una extensa perorata de lugares comunes es entonada para terminar acusándonos  de un desengaño del que no saben de dónde ha salido. ¿Quién lo sembró, abonó e inculcó en todos nosotros? No pidan ahora duraznos a una mata de topocho.

© Alfredo Cedeño

miércoles, noviembre 08, 2017

HIJOS DE CAÍN

   

            Del "indio" Daniel de Barandiarán, el vasco más venezolano que ha existido, aprendí que la historia es la mejor herramienta para evitar ser un erial sin arraigo. Sin raíces la tierra queda expuesta y el más exquisito vergel termina convertido en un  desierto. Son legiones de personas que en Venezuela han jugado, por muchísimo tiempo, a dejar nuestras raíces expuestas a la más feroz erosión, poco les importa que nuestro paraíso se convierta en la antesala del infierno.
            Sin embargo, es necesario decir que esa pesada rémora no es una virtud exclusiva de la tierra de Bolívar.  Es una condición con la que arrastramos desde nuestros mismos comienzos. En 1492 el almirante Colón llegó con una pandilla de desarrapados, hambrientos de pan y glorias, a nuestro continente. En breve había enloquecido y se creía la versión resucitada de Jesús y bien sabemos cómo terminó. Luego fue el turno del aragonés Francisco de Bobadilla, quien en dos años como gobernador de La Española hizo una ingente fortuna, la cual bien poco le sirvió a la hora de naufragar cuando regresaba a España.
            Bobadilla fue sucedido por fray Nicolás de Ovando, quien además de cura era caballero de  la orden de Alcántara, y este curita, seguramente maloliente y apestoso a cirios, sudores mal lavados y sahumerios medievales, hizo caso omiso a las voces que le alertaban de la inminente llegada de un huracán a lo que hoy son costas dominicanas, y obligó a zarpar su flota de regreso a la península. Desapareció entera. Ovando no solo acabó con esos navíos y fortuna sino que vejó a conciencia a Ojeda, Cortés y Pizarro en las nacientes calles de Santo Domingo.
            De esas cepas venimos, somos hijos del odio y el resentimiento, del quítate tú que ahora vengo yo. Fue así como vemos que Bolívar traicionó a Miranda y todo se olvida en aras de unos supuestos logros. Nos hemos dedicado a consagrar la ley del más "vivo". La astucia es la reina de todo y todos,  solo unos pocos no le rendimos pleitesía. Pese a ello han surgido a lo largo de nuestra vida nacional gente de valores y sólidos principios.
            No puede uno imaginarse a Ana Luisa Llovera en plena dictadura de Pérez Jiménez postularse a gobernadora de su Guárico natal. ¿Alguien se puede imaginar a Andrés Eloy Blanco en similar momento peleando por ser candidato a la gobernación de Sucre, o a Raúl Leoni por Bolívar o al "gallo" Salom Meza Espinoza lanzándose a la alcaldía de Sucre? La historia enseña que es la estatura moral lo que diferencia  a unos hombres de otros. Es el amor al país y el respeto incondicional a su gente lo que separa la paja del grano.


© Alfredo Cedeño


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