Entre Paris y perder las estrellas sobre Puerto Cabello
agarro al descuido las manos en una mirada de docenas
que saltan sobre un piano sin melancolías de arcipestres.
Voy al mercado de la esquina a comprar luz, besos y cielo
como ir a las quincallas en El Rastro a beber un chocolate
que nunca sabrán preparar porque no lo supieron robar.
Paseo las canciones de una tarde de domingo de marzo
donde Electra es una sibila sobre los parques de Toledo
sentada en una muralla con las piernas sobre el Tajo.
Concluyo a orillas de una quebrada de agua fresca
donde enjuagan sus culpas las novicias casquivanas
y van las cebras a lavar sus paralelas sin magulladuras.
© Alfredo Cedeño
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