Aquella maestra de malas pero divinas artes
de un culo para lanzar cohetes en su honor
me dejó estrenar su boca con hambre mendiga
que al fin alcanza hartarse a dos carrillos
y cercena la fiebre que la distancia cuelga.
Aquella señora de prohibidas y ricas mañas
de unos pies donde eyacular sin control
me puso a navegar su cuerpo cual galeote
que puede crear cadenas para nunca zafarse
y jamás poder emanciparme de su lascivia.
Aquella hembra preciosa de libérrimas ganas
de un plante que torea ráfagas de La Guajira
me hizo levitar con su boca de mañas limpias
donde los geranios fueron pequeños dominios
de colores sin duda como un día en Florencia.
® Alfredo Cedeño
2 comentarios:
Quisiera conseguirme una hembra asi, que envidia, es mi mas preciado deseo... Suerte !!!
"Torera" eso me suena a algo asi como: Poner "el alma en ruedo"
Soledad
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