Con una frase, de esas que suelo tildar de lapidarias, Lewis Hine explicó, con precisión casi quirúrgica, por qué existimos una cofradía de viciosos que nos hemos hecho adictos a la fotografía: Si pudiera contarlo con palabras, no me sería necesario cargar con una cámara.
Así como ocurre con la rueda, que nadie sabe cuándo y dónde fue que la inventaron, igual ocurre con la fotografía. Si bien unos eruditos del área adjudican a Nicéphore Niépce, cuando en 1816 consigue una imagen mediante la utilización de la cámara oscura y un procedimiento fotoquímico, la paternidad de la habilidad de escribir con la luz; hay otra ala no menos erudita que se golpea ferozmente el pecho y afirma que el progenitor de la jodienda esta es el pintor francés Louis Jacques Mandé Daguerre que la creó en 1831, ya que Niépce había bautizado su proceso con el nombre de heliograbados.
Es sabido –y si no lo sabe vaya enterándose– que no hay posibilidad cierta de establecer concordia cuando de conceptos se trata, y –como en toda actividad humana– en lo que si hay unanimidad es en tratar de hacer que el de cada quien sea el triunfador. ¡Cómo jode ese dictador en potencia que todo hombre es!
Hago esta digresión porque recordé la tesis, un tanto peregrina, de quienes afirman que fue en el 300 antes de Cristo cuando nació la fotografía. ¡Vaya que es viejo mi vicio! Dichos arqueólogos de la imagen respaldan su tesis en el hecho, dicen ellos documentado, de que Aristóteles empleó la cámara oscura para estudiar los eclipses de sol…
Para demostrar que aquellos no son “la tapa del pomo” en la materia, aparecieron otros que dicen que fue a principios del siglo XI cuando Ibn al-Haitham estudió los eclipses de sol y la luna. El morito, quien sabe si beriberi, hacía pasar por un huequito los rayos emitidos por el sol y reflejados por la luna; y esto hacía que dichos rayos se proyectaran en una pared de una habitación oscura, a la que llamó ¿cómo? “Cámara Oscura”.
Sin embargo, será en el año 1520 que el italiano (uno de los japoneses del Renacimiento, porque vivían copiándose toda vaina en el mundo entero y mejorándolo o haciéndolo suyo, verbi gratia: la pasta) Cesare Cesariano, alumno de Leonardo, realizó la primera publicación sobre la cámara oscura. En ese mismo tiempo Georgius Fabricus andaba averiguando sobre las sales de plata, notando algunas de sus propiedades fotosensibles.
Otros sabelotodos apuntan que por ser Giovanni Battista della Porta quien, en 1558, llevó a cabo sus publicaciones sobre el funcionamiento de la cámara oscura es el verdadero padre de la criatura. ¡Pero!, para enredar la vaina más, saltan otros a recordar que Gerolamo Cardano al sugerir un lente en la apertura de la cámara es el verdadero padre de la hija en disputa…
Lo cierto es que yo mismo ya estoy harto de tanta pendejera hermenéutica, semiótica o lo que narices les de la gana de endilgarle a lo que de manera magistral definió Henry Cartier-Bresson: “Fotografiar es colocar la cabeza, el ojo y el corazón en un mismo eje."
En ese eje de mi vida unas hojas bañadas de luz en un tiesto colocado en el balcón de mi vivienda, unos pimientos de rojo vital -y para nada enfermos de esa plaga del siglo XXI que llaman chavismo-, una mandarina desgajada, una mazorca que coquetea su textura o un coche que trafica sobre cáscaras, son adictivos que me enervan. Son un ritmo que se cuelga sobre la hoja de una naranja que revienta como un sol para hacer que lo dicho por Saint Exupery esté más vigente que nunca:Se ve solo con el corazón, lo esencial es invisible para los ojos.
© Alfredo Cedeño
1 comentario:
la belleza a su maxima potencia!! es lo q se ve y se siente de estas sras fotos. Es la pasion reflejada en el amor por lo que se hace... es eso!! buscar con el corazon!!!
Soledad
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