La inocencia de mi madre fue proverbial
-pese a haberse afanado para engendrarme-
solía decir que al cielo no ibas en autobús.
Afirmaba que necesitabas una larga labor
salpimentada con un espeso mar de rezos
para poder transitar ese extenso camino.
Hoy ella estuvo de vuelta en la autopista
en la camioneta que rasgaba el pavimento
con el Sagrado Corazón de guardaespaldas.
© Alfredo Cedeño
2 comentarios:
Hermoso y cierto.
Ylleny Rodríguez
Estupendo... aunque utilicen la imagen de Señor...
Henry Eduardo Pasos
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