sábado, abril 13, 2013

MUSELINA Y NUEZ


Tul que se quiebra en los guijarros
campanas abrazadas a las cortezas
pétalos abrasados por el véspero
rudas escaleras sin contornos
suave acorde de adoquín perdido
escape de alimañas que te acosan
corazones ciegos en vaivén eterno
palabra eterna sin ternura final
suave y áspera belleza que salta…

© Alfredo Cedeño

jueves, abril 11, 2013

EXISTENCIA


Dicen que el comienzo fue una marejada en ebullición
un borboteo de hojas derrumbadas precozmente
al lecho rugoso de las marchitas, secas y podridas.

Cuentan que todo empezó con cicatrices del agua
una huelga de tristezas que llegaron solas al mar
y una muralla de cáscaras de nueces náufragas.

Siguen repitiendo que no había frascos ni banderas 
apenas lágrimas moribundas de penas en camino
con los pasos nublados de los cariños errantes.

Era brillo de agua sin navíos que la desgarraran
rompiendo limpio los negros abismos de la nada
hasta armarse en diadema de perlas sin muecas.

© Alfredo Cedeño

martes, abril 09, 2013

ESCARLATA

Cual ave encarnada ella se entrega al paseante,
derrama saltos dorados entre el cielo y la senda  
como pequeña carantoña de los espacios, 
hace un amago de ausencia suspendida al hilo
de una carretera que nadie sabe por donde llega,
se hace caricia de los breves gestos desperdiciados 
al hacer homenaje al orgullo de falsas profecías,
es la certeza de una amorosa esperanza terca 
que no se cansa de resucitar ahora y siempre...

© Alfredo Cedeño

domingo, abril 07, 2013

ESTADO APURE


        En un rincón de estos parajes ambientó el vituperado, por la “intelectualidad  de vanguardia” venezolana, Rómulo Gallegos su novela Doña Bárbara. Esa obra la leí cuando aún no llegaba a los doce años y de entre muchos segmentos de ella siempre evoco este: “¡Ancho llano!  ¡Inmensidad bravía! Desiertas praderas sin  límites, hondos, mudos  y  solitarios ríos.”
             Aunque ya en otras oportunidades lo he dicho, quiero refrescarles que el territorio venezolano  está dividido en 24 regiones, de los cuales 23 corresponden a los llamados estados. Hoy escribo sobre uno de ellos: Apure, ubicado al sudoeste del país, cuya característica predominante es lo plano de su territorio, por lo cual es considerado por mucho como la cuna de los llanos.
            Su actual extensión se estableció en 1909, sin embargo debo señalar que fue adjudicado, según diversas ordenaciones territoriales dictadas por las autoridades coloniales a las otrora provincias de Mérida, Maracaibo y Barinas. En 1824 fue creado el Departamento Apure, pero bajo jurisdicción de Barinas, de la cual fue disgregado en 1856 y por primera vez lo encontramos como entidad independiente, que en 1864 adquiere rango de estado.
            Mi querida Venezuela ha vivido sometida a los antojos propios de la manga de incapaces –unos más que otros– que la han conducido con poco respeto y con muchas ínfulas caudillescas. Por eso fue que en la sexta década del siglo XIX no se detuvieron los vaivenes de entidad de la tierra apureña, ya que en 1881, una nueva ordenación territorial venezolana le unió a Guayana para formar el estado Bolívar.   En 1899 se restablece su autonomía y finalmente,  como les expliqué en el párrafo anterior, mediante la Constitución de 1909, adquiere sus actuales límites.
            Son 76.500 kilómetros cuadrados los que abarca Apure, cuya producción de plumas de garzas fueron codiciadas y pagadas su peso en oro en Europa, así como los cueros de  sus caimanes (Caiman crocodilus). El tráfico de ambos ítems produjo auténticas fortunas de las cuales poco fue lo que se revirtió a esta tierra. Apenas sobrevive el Palacio de Los Barbarito, mudo testigo de cuando llegaban de Europa los vapores a cargar los fardos de pluma y pieles para luego ir hasta el Orinoco y atravesar el océano con sus codiciadas cargas.
            Es necesario decir que su recorrido por el mundo impreso comenzó en el siglo XVI, cuando ya los exploradores europeos mencionaban al río Apure. En el XVII, fray Jacinto de Carvajal hace referencia a su descubrimiento. No puedo dejar de mencionar al obispo Mariano Martí quien en 1780 recorrió diversas localidades del actual Apure.
En el citado año Martí visita Achaguas y deja asentado en su diario: “El sitio de este pueblo es muy hermoso; junto a la horqueta  donde se unen el río Apurito y el río Maiure o Matiyure,q ue es un río semejante al de Coxede, y es mayor que el Aparato, y los dos ríos unidos hacen un buen río muy abundante de pescado todo el año, en unos tiempos más que en otros. Este terreno es muy fértil, que produce quanto se siembra, plátanos, yuca maíz, algodón, y dizen que es proporcionado para haziendas de cacao.”
Días más tarde, el 31 de enero de ese año llega a San Juan de Payara y describe: “Este pueblo es de missión viva, y andan los indios y indias, grandes y pequeños, desnudos. Estos indios son de quatro naciones, unos son otomacos, otros yaruros, otros taparitas, y otros guaranaos.. (…) Los vicios predominantes de estos indios son la sensualidad y la embriaguez.”
 
            En febrero del año ya citado llega a Camaguán y luego de asentar su retahila de chismes sobre quienes se dedican al folgar y al beber, así como dónde lo hacen, escribe: “El sitio de este pueblo de Camaguán está a la misma barranca del río la Portuguesa y sus crecientes no llegan de algunas varas al suelo del pueblo por estar alto. Sus tierras producen quanto se siembra de plátanos, yuca, maíz, algodón, batatas, etc. Este río no es escaso de pescado.”
            El clérigo también visitó San Rafael de Atamaica, del cual escribirá en su momento: “Este pueblo es de misión viva. Consta de ciento setenta almas de indios y de indias, entre grandes y pequeños. Son otomacos o de nación otomaca. Andan desnudos así hombres como mugeres. Este Missionario dize que estos indios no hablan el español, pero supone que lo entienden, y dize que lo hablan quando están borrachos y que entonces descubren sus secretos.”
            Otro visitante de estos parajes fue Alejandro de Humboldt, quien en su Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente revela que el 28 de marzo de 1800 ve en las aguas del río Apure “retozar en largas filas en las superficies de las aguas” a quienes los españoles de las misiones designan “con el nombre de Toninas, y su nombre indiano en Orinucna, en lengua tamanaca.”
 
También escribió el sabio teutón: “Se cree con dificultad que la villa de San Fernando de Apure, que sólo dista en línea recta 50 leguas de la  parte más antiguamente habitada de la costa de Caracas, no haya sido fundada sino en 1789. Mostrósenos un pergamino, lleno de hermosas pinturas, que contenía el privilegio de esa villa. Tal pergamino había venido de Madrid, a solicitud de los monjes.”
            No voy a seguir hastiándolos con datos y citas y cifras, aunque podría seguir entresacando una y mil referencias de estos territorios. Aquí nacieron piedras angulares de lo que somos. En San Juan de Payara nacieron el héroe de la independencia Pedro Camejo, más conocido como “Negro Primero”, y José Vicente Abreu. 
 
En el barrio Perro Seco de San Fernando de Apure nació uno de los más acrisolados semiólogos que hemos tenido en Venezuela: el genial Manuel Bermúdez cuya sapiencia nunca se oxidó. Tiempo antes de morir fue capaz de legarnos una frase que tengo garabateada en un papel sobre mi máquina: “A un óvulo de la cibernética lo fecundó un e-mail secreto de @.com y en la matriz energética de la utopía americana, nació Internet”.
Apure es, como escribió Gallegos en su ya citada obra “¡Ancho llano!  ¡Inmensidad bravía! Desiertas praderas sin  límites, hondos, mudos  y  solitarios ríos.” Cuna de hombres como César Rondón Lovera, Ricardo Archila, Lino Duarte Level; y también de una mujer excepcional como fue Olga Lucila Carmona Borjas, quien firmó toda su obra poética como Lucila Velásquez…
Ahora bien, Apure no sólo ha parido gente como los citados, también ha dado cobijo a gente increíble. Apure bien puede ser la cuna perdida del surrealismo. En San Fernando se asentó hasta  morir el “musiú” Giuseppe Faoro. Él Salió de su Italia natal a comienzos del siglo XX, primero vivió en Los Teques, en las cercanías de la capital venezolana, y luego con un paisano de apellido Danello se fue a Apure donde montaron una joyería. Faoro también se dedicó a comerciar plumas de garza y cueros de caimán.
Años más tarde él compró una casa en la calle 24 de Julio de San Fernando de Apure donde instaló su joyería. Faoro era –y por favor perdonen el desbarre pero no encuentro otra expresión que lo defina mejor– un personaje del carajo. Él tenía una grulla a la cual todas las mañanas se dedicaba a peinar con particular esmero para que pudiera salir a “volar  elegante por el cielo de San Fernando”. Faoro también tenía dos puercos espines que lo acompañaban en las tardes cuando salía a caminar por la plazoleta Sucre; así como dos cunaguaros y un tigre.
 
Pero, donde se lució el musiú Faoro fue con su caimana. Tenía tres días de nacido el animalito cuando llegó a sus manos; al comienzo se pensó que era un macho por lo cual lo bautizó El Negro, hasta que, vaya a saber Dios cómo lo determinó, supo que era hembra y entonces la llamó La Negra.
La mansedumbre del animal era proverbial, al punto que quienes iban de vista hasta fotos acostado encima de ella se hacían. Faoro llegó a colocarle unos dientes de oro a La Negra, quien paseaba su cuerpo de cinco metros por todos los rincones de la casa.  A diario Giuseppe le daba de comer tres kilos de pechugas y muslos de pollo. 
            ¡Realismo Mágico tres narices! Apure puro que no es lo mismo, ni se escribe fácil. Tierra que nunca se acaba, relincho del sol en la sabana que se larga espejeando sobre el lomo de sus ríos. En Apure su gente hace que en cualquier esquina se reviva el fragmento de la novela galleguiana: “Cantan las primas entre el ronco gemido de los bordones, y las obscuras manos del arpista, al recorrer las cuerdas, son como dos negras arañas que tejen persiguiéndose. Poco a poco el golpe se va asentando en una cadena melancólica de música voluptuosa.”

© Alfredo Cedeño

sábado, abril 06, 2013

ÁUREA


Flor lasciva de bordes agrestes
donde caben fortunas y tesoros
con parpadeos de un piano ronco,
oro primaveral de ágil compás
hecho síncopa que rompe la rama
y se derrama magnífica al galope.

© Alfredo Cedeño

jueves, abril 04, 2013

QUEBRADURA

Hagan lo que hagan
la flor siempre subirá
hasta hacerse luz.

Tratarán de secarla
para al final resucitar
encima de su tumba.

Quebrarán sus pétalos
partirán su grácil tallo
y siempre será hermosa.

© Alfredo Cedeño

martes, abril 02, 2013

VERDOR

Se bañó la diagonal del follaje y sacudió limpiamente sus líneas
hasta que las pencas fueron equinoccios de profundo vaivén,
salpicadura con derrotas hilvanadas en una esquina requemada
y un manto poligonal de esmeraldas cerró su espiral de silencio.

© Alfredo Cedeño

domingo, marzo 31, 2013

EL NAZARENO DE ESCUQUE


Hoy concluye la llamada Semana Mayor, o Semana Santa, durante la cual tuvieron lugar innumerables escenificaciones, a lo largo y ancho del mundo entero, de la llamada Pasión del Redentor. Hoy me ocupo de una que se llevó a cabo el pasado  Miércoles Santo, en Escuque, la población más antigua del estado Trujillo, 450 kilómetros al oeste de Caracas, capital de Venezuela. Allí se celebró la procesión de El Nazareno, tradición de gran arraigo en todo nuestro país.
 
            Considero que vale la pena hacer algunas referencias a estos días. Bien sabemos que estas celebraciones nunca tiene fecha fija, y estas se desplazan en el calendario de acuerdo a lo establecido en el siglo IV durante el Concilio de Nicea, cuando se estipuló que la Pascua de Resurrección: “se celebraría el primer domingo después de la Luna llena que coincida o que suceda al equinoccio de primavera del hemisferio norte y en caso de que la Luna llena tuviera lugar en domingo, la Pascua se traslada al siguiente.”
 
En torno a las tradiciones católicas siempre han existido verdaderos mares de conjeturas y aseveraciones, en los cuales no siempre es fácil navegar; más de una vez me he sentido naufragar en medio de ellas.
 
Podría citar a manera de ejemplo a Albert Churchward y Joseph Whelles, quienes aseguran que antiguos dioses, persa uno e hindú el otro, como Horus y Mitra, nacieron de madres vírgenes un 25 de diciembre, tuvieron doce discípulos, resucitaron al tercer día, subieron a los cielos y fueron considerados Hijos de Dios. Churchward y Whelles afirman que la Iglesia no hizo más que apropiarse de elementos ya existentes en el inconsciente colectivo para estructurar su corpus de creencias con más facilidad.
 
Lo cierto es que estudiosos como Joseph Lortz  en su  Historia de la Iglesia escribió: “Jesucristo murió (probablemente) el 14 de Nisán (Primer mes del año hebreo) del año 783 de la fundación de Roma, o sea, el 7 de abril del año 30 de nuestra era.” Sin embargo, como ya les dije líneas atrás, en Nicea se acordó que los funerales se conmemorarían a manera de mecedora y estarían sin fecha fija.
 
Lortz también revela que “Bajo el reinado de Cómodo (180-192), los cristianos tuvieron en Marcia, mujer del emperador, una poderosa intercesora. Ya en el siglo II pudieron celebrarse sin impedimentos diversos sínodos con ocasión de la controversia sobre la fiesta de Pascua.”
 
Es decir que en Nicea lo que hicieron fue tratar de poner cierto orden en el despelote que por lo visto había, y supongo que para tratar de quedar bien con unos y otros se optó por la solución lunática. Perdón: lunar. Sigamos.  Al revisar los textos de otros no tan jóvenes, como el caso de Eusebio de Cesarea autor de Historia Eclesiástica, encontramos que asentó en el siglo IV, al referirse a la solidez de lo escrito por Filón de Alejandría en el siglo I, “principalmente las que llevamos a cabo en las fiestas de la Pasión del Salvador”.  Es decir que las celebraciones de lo que ahora llamamos Semana Santa han tenido un largo proceso de añejamiento.
 
           Creo que, en honor a eso que llaman ecuanimidad debo hacer mención a quienes cuestionan este tipo de actos y citan en su apoyo a la propia Biblia, de donde extraen: “No tengas otros dioses aparte de mí. No te hagas ningún ídolo ni figura de lo que hay arriba en el cielo, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en el mar debajo de la tierra. No te inclines delante de ellos ni les rindas culto.” (Éxodo 20:3-5).
 
No necesito aclarar que a las sagradas escrituras fue poco el caso que se le hizo. Amén de lo que nos informan los ya citados Eusebio y Filón, por ejemplo, encontramos en el mismo siglo IV la primera de las Cartas Festales, escrita en el año 329, por San Atanasio de Alejandría donde habla del estricto ayuno que se guardaba durante “esos seis santos y grandiosos días [antes del Domingo de Pascua] que simbolizan la creación del mundo”.
 
Amén de esto, encontramos que siglos más tarde comienzan a aparecer en diferentes partes de Europa cofradías o hermandades, palabras de igual significado ya que hermandad viene de germanus (hermano carnal) y cofradía viene de cum fratre (con el hermano). 
 
Pero como Venezuela de España viene, vamos a circunscribirnos a la llamada Madre Patria y encontramos que en el año 1085 se fundó la Antigua, Ilustre y Real Cofradía de la Santa Caridad de Toledo, fundada por Alfonso VI durante el asedio y la toma de Toledo en el mencionado año. En 1106 se crea la Cofradía del Santo de Santo Domingo de la Calzada; en 1181 le tocó a la Cofradía de Santo Toribio. Y de allí en adelante, si nos atenemos a lo que revelan los anales históricos, surgieron como la verdolaga por toda la península.
12, 29
Citar a unas u otras es correr el riesgo de ofender a unos y otros, pero no puedo dejar de mencionar en Sevilla a La Hermandad de la Amargura, cuyo nombre completo es: “Pontificia, Real e Ilustre Hermandad Sacramental y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús del Silencio en el Desprecio de Herodes, María Santísima de la Amargura Coronada y San Juan Evangelista, y Santa Ángela de la Cruz.”  ¡Jodé!
 
            Manifestaciones seculares todas que van desde las mayestáticas procesiones que en estos días hemos podido ver en los diferentes medios. No voy a seguir dándoles la lata con la inacabable retahíla de nombres y denominaciones de todas las agrupaciones sobre las que en estos días nos han informado hasta la saciedad.
            Como escribí al comienzo en el estado Trujillo, al occidente del país se creó la Hermandad de Penitentes de Semana Santa de Escuque, quienes cada Semana Mayor llevan a cabo numerosas manifestaciones de orden religioso. Una de ellas, para mí la más vistosa, es la de los miércoles santos cuando ataviados con sus sayos morados y rojos, así como sus respectivos capirotes salen a las calles a honrar las promesas.
            En esta organización la participación es tanto femenina como masculina, ambos sexos se cubren con sus ropajes y luego de organizarse salen en procesión que llega al templo del pueblo de donde sacan en hombros la imagen de El Nazareno.
 
            Hay situaciones y momentos en los que no hay palabras para describir lo que sólo se puede sentir en un sitio o situación. Allí la tradición religiosa de toda la población se manifiesta de manera conmovedora; el vigor con el cual los penitentes transportan la imagen de Cristo, cargando la cruz vestido con su ya habitual traje de color morado, por la empinadas calles estremece.
            Los feligreses acudieron a rogar por distintas causas y dar muestras de agradecimiento por las gracias concedidas.  Salud, amor y trabajo fueron la tríada que plenaron las solicitudes y gracias celebradas. La noche se hizo jirones ante los parpadeos de las velas que empuñaban los asistentes. Los ruegos desde unas muletas, que cojitranca no abandonaron en momento alguno las cercanías de la figura, tal vez fue la imagen que más he conservado en la memoria. Bendita la fe de aquellos que se aferran a un Dios que están seguros les oirá…

© Alfredo Cedeño

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