Si corro y cierro mi círculo
encontraré el fondo de su tristeza,
la hondura de la hembra marchita
que vive recordando lo que fue,
el sortilegio extraviado de una jaula
donde las mañas se diluyen,
la estupidez jugando a males
que hasta sus colmillos pierden,
el vaho acristalado de una energía
que se ahoga en mis espejos,
la impericia de una bruja maloliente
que logra la rotura de ocho cristales.
© Alfredo Cedeño
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