Hace 10 años Caracas, y Venezuela entera, era un verdadero pandemónium donde ocurrían marchas y manifestaciones
de todo tipo casi a cualquier hora del día. Era el año en que todas las fuerzas
políticas del país giraban en torno al posible referéndum revocatorio del
mandato presidencial del extinto presidente Hugo Chávez. Por un lado las
fuerzas democráticas se dedicaban a tratar de llevar a cabo dicho
procedimiento, mientras las llamadas fuerzas rojas, afines al desaparecido
dirigente barinés, interponían todo tipo de obstáculos al mismo.
En aquel tiempo yo trabajaba para la
corresponsalía en Caracas de la agencia mexicana de noticias –NOTIMEX–, así
como para la del diario valenciano Notitarde. Eran días duros en los que a uno
no se le ocurría salir a la calle a la cobertura de ningún evento sin ponerse
un chaleco antibalas debajo de la camisa, ni meter en el bolso la máscara que
impedía que los gases lacrimógenos lo dejara a uno tendido en cualquier esquina
de la ciudad, ante las nubes de dichos vapores con las que solían ser dispersados
los protestantes.
Un año de borrascas de todo orden desde
su inicio. A comienzos de año, en su mensaje ante la Asamblea Nacional ,
Chávez anunciaba: “Hay un excedente de 6 millardos de dólares en las reservas y
este año aumentarán. ¿Qué es mejor, tener esos dólares en bancos o utilizarlos
para iniciar la gran revolución económica que tiene que producirse este año a
través del impulso del turismo y de las pequeñas empresas? Propongo a la Asamblea Nacional
estudiar una ley de uso de excedentes de las reservas internacionales”. Los
analistas y especialistas aseguran que allí comenzó su caída libre e
indetenible nuestro aparato económico.
Días de tensión permanente y
escaramuzas de todo tipo. Entre muchas otras recuerdo la del 27 de febrero al
final de la avenida Libertador donde un grupo pretendía llegar a las instalaciones
del hotel Caracas Hilton, donde se realizaban las reuniones de la cumbre de un
grupo de mandatarios del llamado G15. Allí murieron por disparos, que nunca se establecieron
sus procedencias, Juan Carlos Lugo, de 25 años, y Alberto Aumaitre, de 65; y
resultó herido, entre otros, Vladimir Gallardo, quien entonces se desempeñaba
como reportero gráfico del larense diario El Impulso.
Eran tiempos en los que se acusaban
de conspiradores a Raimundo y todo el mundo. En aquellos días se lanzaban
acusaciones a diestra y siniestra. El
actual ministro del Interior Miguel Rodríguez Torres, se desempeñaba como director
de la policía política, o Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional –SEBIN–,
y anunciaba en mayo de ese año el hallazgo de un grupo de paramilitares colombianos
quienes habían ingresado clandestinamente al país para atentar contra la vida
del presidente Chávez.
Aquel año, a mediados de agosto, se
realizó finalmente el ya mencionado referéndum revocatorio presidencial el cual,
se asegura que de manera fraudulenta, ganó el entonces presidente. Las denuncias
de las supuestas bribonadas rojas provocaron reacciones airadas de voceros
oficialistas, como la que tuvo el actual alcalde de Libertador, Caracas, Jorge
Rodríguez, quien se desempañaba como rector principal del Consejo Nacional
Electoral, y amenazó en cadena nacional de radio y televisión que serían
llevadas a los tribunales nacionales e internacionales, si fuera necesario,
todas aquellas personas que no pudieran probar las denuncias de fraude contra el ya
citado proceso de elección revocatoria.
Confieso que eran días de tensión absolutamente
insoportable. Quienes laborábamos en los diferentes medios vivíamos inventando
formas de evadir la angustia permanente en que permanecíamos sumergidos. Las
calles se hacían angostas y pesadas ante la tirante zozobra que sentías en cada
esquina y acera. Sabías que salías a
darle cobertura a una pauta, pero lo hacías con la certeza de no saber si te
podías ganar un peñonazo o golpiza, en el mejor de los casos, o hasta un balazo,
como le ocurrió a más de uno.
En el marco de esa batahola, que se
me hacia inacabable, una tarde me avisaron de que esa noche debía ir al hotel Gran Meliá
Caracas, donde se realizaría la presentación
a la prensa de las candidatas a Miss Venezuela. Allí acudimos en tropel esa
tropa deslenguada, díscola, malhablada, cínica y bienintencionada que solemos conformar los asalariados
de la información cuando nos dedicamos a cubrir algún evento de bajo riesgo como era
ese caso. Recuerdo la guasa infinita que comenzó José Cohén a costillas de Simón
Clemente, quien se había ganado un par de zapatos en una rifa hecha entre los
comunicadores asistentes. Y en medio de aquella
joda que parecía no tener fin comenzó el acto.
Aquella noche del 17 de septiembre
todos comentábamos que aquella “carajita del bikini rosado de flores”,
candidata por el estado Guárico, no parecía una miss más y no le dábamos mayor
opción porque tenía una cara de ángel caído de la mata. Esa fue la primera vez que vi y retraté a
Monica Spears…
Una semana más tarde acudí al
Poliedro de Caracas donde se llevaría a cabo la elección de Miss Venezuela. Recuerdo
que una representante de Miss Guárico nos entregó a todos los reporteros gráficos
acreditados esa noche una tarjeta pidiéndonos que la contactáramos con las
fotos que le hiciéramos. Recuerdo esa noche a los ya mencionados Cohén y
Clemente, así como al querido Jorge Santos y a Abigaíl Machado. No voy a
saturarlos ahora con los comentarios que hicimos sobre las llamadas que le haríamos
a dicha agente de la candidata. Todos
nos quedamos boquiabiertos cuando dieron el veredicto de la ganadora y vimos
que era la “carajita del bikini rosado de flores” la que se ganaba la corona.
Al día siguiente, a tempranas horas,
se llevó a cabo el tradicional desayuno con la prensa de la Miss Venezuela electa. Allí esa
criatura, con su pulgar derecho dando señas sangrientas de los nervios vividos cometió una gaffe que nos hizo soltar la carcajada a
más de uno. Ella, a quien nos habían anunciado como licenciada en Artes
Dramáticas, dijo ante las decenas de periodistas que allí estábamos que el
dramaturgo venezolano que más admiraba era Gabriel García Márquez. Sin embargo,
al darse cuenta de la asnada, con una candidez que nos desarmó a todos, dijo: “Aún
me falta mucho por aprender. No me vayan a hacer quedar mal. Es que sólo tengo
19 años de edad, y es mucho lo que me falta”.
¿Quién la iba a crucificar? Nadie
tuvo los arrestos para hacerlo. Por supuesto que se publicó la metedura de pata
pero no se hizo de ello una montaña como ocurrió con aquella que proclamó en
los años 80 que ella era “fanática de la música de Shakespeare…”. Esa criatura del
2004 luego incursionó en el mundo de la actuación y labró una veloz y sólida
carrera, a la par que mantuvo una silenciosa labor de ayuda a instituciones y
fundaciones. Esa muchacha es la misma que un grupo de malvivientes asesinó
junto a su ex esposo en la autopista Puerto Cabello-Valencia días atrás.
Esa cara y gestos no logro sacármelos
del recuerdo. Por ello no he dejado de
hacerme la pregunta con la cual titulé este trabajo de hoy: ¿Qué hacer ante un
país que cada vez se nos hace más inaguantable? ¿Qué hacer para no perder la esperanza
de que esta mala hora en la que estamos sumergidos pasará más temprano que
tarde? ¿Qué hacer para impedir que siga
esta hemorragia de gente buena que nos está dejando con las ilusiones secas?
© Alfredo Cedeño
5 comentarios:
Sería milagroso encontrar la respuesta a tu pregunta, solo Dios tendrá misericordia de este pueblo venezolano que se ahoga en tanto dolor día a día
Horysa Parada
Da miedo lo que ocurre en nuestro país, deseamos lo mejor para nuestros hijos pero en estos momentos es una incertidumbre cada vez que uno de nuestros hijos sale a la calle. Cuando se terminara eso?
Merly Cord
Coño mi hermano que vaina y a veces ni salimos a votar dizque por la decepción, algún día debemos devolverle a nuestros hijos el país que nuestros padres nos regalaron a nosotros. Que Triste.
Ana De Marquez
Excelente artículo! Dios bendiga y nos cubra con el manto de paz a Venezuela. Qepd
Un aplauso para ti y bendiciones para una Venezuela triste y brava a la vez.. todo pasa por algo, pero ella fue la heroína para que sacaran a la calle la guardia, la policía, los fiscales etc etc. a ver cuanto nos dura la esperanza de y que seguridad.... abrazos
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