Mi ciudad sedienta de quereres
arroja misiles para defenderse
al evitar juegos y desengaños,
deshoja las rosas marchitas
con alquimia de mujer serena
y canto mecánico en la esquina,
paciencia del lance sin remedio
y cincuenta árboles arrinconados
que huyen con tambores lejanos.
© Alfredo Cedeño
1 comentario:
El poema me resulta muy bien, amigo. Estupenco.
Abrazos
Publicar un comentario