Me
es imposible pensar en Clarines y que no me salte a la memoria un remolino de
recuerdos de gente hermosa, ninguna más importante para mi querencia que otra.
Me viene mi muchacha eterna Ylleny Rodríguez, que con generosidad desbordada,
una mañana de viernes, sacó de su biblioteca en su oficina de CEDESA un
ejemplar de La formación del Oriente
Venezolano del maestro Pablo Ojer y me lo entregó mientras decía: “en tus
manos tendrá más sentido.”
Junto
a ella me viene la mirada luminosa y la sonrisa permanente de Maribel Espinoza
hablando sin cesar de su amada Clarines; y junto a ella no puede dejar de
acudir la siempre emocionante evocación de Alfredo Armas Alfonzo, cuyo amor por
su Clarines nativo dio origen a preciosas páginas de nuestra literatura y a las
que algún día espero se les de la difusión masiva que merecen. De su El Osario de Dios puedo citar a memoria
limpia:
Esa palomita guarenera atendía por su nombre
y lo seguía a uno por todas partes.
La enterramos y le pusimos una cruz
de palitos y le sembramos flores de caléndula en la tumba. Los ojos se nos
pusieron como unos carnijones de sangre de tanto llorar.
El día de la resurrección de la
carne y la vida no sé que vamos a hacer con tantos animalitos que enterramos en
el patio de la casa de Clarines bajo la mata de pinopino donde dormían las
gallinas que después se secó.
El
libro de Ojer siempre lo había querido tener conmigo y cuando por fin lo logré
me dediqué a desmenuzar sus 618 páginas, y ahora al revisarlo, encuentro la
marca que entonces hice en su página 442 y en al cual su autor explica
detallada y brevemente la historia de
este pueblo del que les escribo hoy, y se lo transcribo a continuación:
“Primero fundó don Juan Urpín en Clarines la que llamó ciudad de San Pedro del Unare (1635), la cual fue pronto abandonada.
Volvió a levantar allí en 1637 el fortín de San Pedro de Unare o Asiento de
Clarines para vigilar el tráfico entre los llanos y la costa. En 1667 el
Gobernador de Cumaná Don Juan Bravo de Acuña volvió a construir allí un fuerte,
y a su abrigo surgió hacia 1673 el pueblo de San Antonio de Clarines fundado
por los Franciscanos de Píritu. Para 1693, según carta del Gobernador de Cumaná
Don Gaspar Mateo de Acosta “hacía ya muchos años que el fuerte de Clarines
estaba derruido.”
Sin
embargo, y sin pretender enmendarle la plana al maestro Ojer lo cierto es que en
1594 el andaluz Francisco de Vides, natural de Trigueros, localidad de las cercanías de Beas,
y cuya patrona es La Virgen
de los Clarines, fundó el pueblo de “Nuestra Señora de
Clarines” acá de este lado del Atlántico. Creo que vale la pena explicar que de Vides fue un personaje con
cierta resonancia en nuestra historia. Se asegura que en 1567 acompañó a Diego
de Losada en la fundación de Caracas, ciudad de la sería su Alcalde en 1585 y 1587; en las
Actas del Cabildo caraqueño aparece como propietario de tierras, hatos de
ganado e inmuebles urbanos. Este conquistador
fue designado el 1 de diciembre de 1590 por la Real Audiencia de
Santo Domingo como Gobernador y Capitán General interino de la provincia de
Nueva Andalucía, lo cual no fue aceptado por el Cabildo de Cumaná, según consta
de la discusión municipal. Lo cierto es que hasta preso terminó y tuvo ir a
España a defenderse, lo cual debió llevar a cabo exitosamente ya que el 23 de
marzo de 1592, Felipe II le otorgó la gobernación de la Nueva Andalucía en
propiedad y por capitulación.
Una
vez logrado el nombramiento el hombre se dedicó a armar su expedición y junto a
266 personas el 14 de noviembre de 1593 partió de Sanlúcar de Barrameda, para
llegar a Cumaná en diciembre. Pero… el amigo andaluz no había echado en saco
roto los rumores que corrían sobre una ciudad de oro y fue así como en 1594 envió
un grupo encabezado por Gerónimo de Campos para la búsqueda de El Dorado. Campos, por supuesto, no halló el paraíso;
pero de Vides ya estaba pensando en controlar el paso hacia el interior de las
tierras que suponía abundante en riquezas; y es por ello que seguramente
establece esta ciudad en la depresión del Unare: lugar estratégicamente ubicado
para penetrar hacia La
Guayana. Es así como funda Nuestra Señora de los Clarines el
7 de abril de 1594. ¡Ah! Para completar el galimatías del caso, y pese a la
denominación de la población, se le encomendó su patronazgo a San Antonio Abad.
Por su parte, asegura Demetrio Ramos
Perez en una de la notas de Noticias
Historiales de Venezuela de Fray Pedro Simón que Francisco de Vides, al
frente del “gobierno de Nueva Andalucía y desestimadas las reclamaciones
caraqueñas, éste fundará en la ribera oriental del Unare, el 7 de abril de
1594, el pueblo de Nª Sª de Clarines, (…). Sin embargo, los riesgos de los
indios y las dificultades naturales obligaron, en 1596, a reunir Nuestra
Señora de Clarines y San Felipe de Cumanagotos en un solo pueblo, a la orilla
de Guatapanare.”
Por ello es que me sorprendió leer
la cota, que refiere a esta población, del maestro Marco Aurelio Vila, a quien por lo visto se le fue el
conejo entre las piernas, en el Diccionario
de Historia de Venezuela de la Fundación
Polar , en su edición de 1988, donde asentó: “Se cree que el
nombre proviene de los toques de clarín de la guarnición.”
Pero es que a esta población siempre
le ha rodeado la desinformación. Si leemos a Fray Antonio Caulín en su Historia de la Nueva Andalucía
nos escribe: “Llegados que fueron los sobredichos Religiosos, y puestas en
practica las providencias regulares, dio el V. Yangues calor á la fundación del
Pueblo de Clarines, á cuya planta habia dado principio en compañía del
Governador Don Juan Brabo de Acuña el año de mil seiscientos sesenta y siete
antes de partirse á la casa de Caygua;”
Lo que si nos aporta el citado Caulín es lo siguiente: “Llegaron al de Paricatár, que en nuestro idioma
Castellano suena lugar de arboles de Roble, y es el mismo en que el Governador
Acuña habia fabricado el fuerte con el renombre de Clarines.”
Lo
cierto es que estos parajes no fueron precisamente de miel y hojuelas, si
revisamos la obra del franciscano Matías Ruiz Blanco Conversión de Piritu, editado en Madrid en 1690 por Iuan Garcia
Infançon, leemos: “Los caimanes del Rio de Unare en aquella Cofta, fon los mas
feroces, y atrevidos, por caufa de la mayor concurrencia de Indios que vàn à
pefcar por fus orillas.” Al leer ese pasaje no puedo dejar de volver al
admirado Armas Alfonzo quien escribió: Como era un animal con más de un
muerto, lo encaramaron en una parihuela y lo pasearon por todo Clarines, Casiano
tocándole su violín, y hasta flores de napoleón le pusieron entre los
colmillos.
El
viril le colgaba como una tripa de cochino de hacer chorizos y Severiana
Guapuriche criticó eso porque era una inmoralidad que viendo que se le había
salido no se lo metieran para adentro antes de sacar al caimán en procesión
como si fuera un santo.
Clarines
la mágica, la del templo majestuoso que Graziano Gasparini en Templos Coloniales de Venezuela califica
como: “uno de los templos más originales e interesantes de Oriente y de la
arquitectura religiosa colonial venezolana”. Ciudad de calles empedradas de
buenas intenciones y hermosas historias que parecen retoñar en los copos de los
árboles que paren sus solares. La cuna del tocayo Armas Alfonzo cuya pluma magistral
y delirante nos regaló la historia del burro Platón para que la ternura no deje
de revolotearnos como las mariposas que todavía revolotean en las orillas del
Unare.
Máximo Cumache es el único que se
sabe la historia de Platón, el burro campanero del Viejo Lucas, que murió de
amor en la plaza de Clarines, la misma mañana del domingo en que su dueño, tras
aprovecharse de él durante más de quince años, decidió darle la libertad.
(…)
A
Platón lo arrastran hasta el bajo de Casilda y a la orilla de la quebrada el
Viejo Lucas le cava su última residencia. Por un largo rato Máximo Cumache le
oye rezar al Viejo Lucas la única oración que se sabe, que es el credo; no es
lo más apropiado para la ocasión, pero Platón se la merece más que ninguno.
Cómo
no iban a aguársele los ojos a Máximo Cumache.
© Alfredo Cedeño
5 comentarios:
.. y era cierto, yo sólo podía leerlo, mientras que tú hiciste de la historia estampa de cotidianidades, que convertiste en poesía con tanta claridad que deslumbra...
Ylleny Rodríguez"
Felicitaciones por tu excelente síntesis históricas de Clarines, pueblo e iglesia que visitábamos al viajar hacia mi isla: Margarita y al visitar cerca a familiares de mi suegro.
Jibilay Rebelde
Muchísimas gracias Alfredo, como siempre enriqueciéndonos con tus escritos, historias y demás descripciones de tantos pueblos hermosos de nuestra tierra.
Es gratificante leerte.
Infinitamente agradecida.
Un abrazo
Hortencia Ruiz
Maravillo mi pueblo Clarines. Gracias por su tiempo y admiración a Clarines.
Excelente redacción e imagenes de nuestro querido Clarines, muchas gracias por tan grandioso relato...
Atte.
Iván Vamery
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