domingo, octubre 05, 2014

BOCA DE RÍO

Amo a este país de gente buena y dirigentes mayormente inútiles, no tengo otra opción. En varias oportunidades mi querido e inolvidable Daniel de Barandiarán me dijo: “No se olvide que el país está más allá de nosotros mismos y que Venezuela no se merece estos animales que la gobiernan, por eso tenemos que conocerla para entenderla porque sólo así algún día tendremos el país que nos merecemos.” La última vez que me lo dijo fue en la mesa de su vivienda en Oyón, a las afueras de Logroño, en su natal país vasco. Esa tarde nos acompañaba Mikel de Viana, quien con su proverbial desenfado acotó: “¡Pero como nos jode y echa vaina!, pero la amamos, ¡cómo la amamos!”.  No le quito una letra, ni se la pongo: suscribo a ambos letra a letra.
 
Hoy sigo escribiendo sobre Margarita, la tierra materna, entro a Macanao y me quedo en Boca de Río. En la llamada época de la Colonia todos los terrenos de dicha península eran propiedad de Simón Narváez, quien fue padre de María de Jesús Narváez, y esta a su vez fue madre de Simón de Irala quien era propietario de ellos en el siglo XIX, donde tenía hatos de ganado menor.
 
No llego a saber con exactitud su vinculación familiar política con el prócer Juan Bautista Arismendi, pero innegablemente que la hubo puesto que la primera esposa del mencionado general fue María del Rosario Irala quien les parió a Basilio, Ignacio, y Miguel quien llegó a fungir como edecán de Bolívar. Más tarde sería su matrimonio con la caraqueña María Luisa Cáceres Díaz, con la cual tendría otros once muchachos…
 
Sigo con lo que me interesa, lo cierto es que el señor Irala, como heredero de estos predios vendió empezando el siglo XIX parte del hato de Boca de Río de Macanao a Miguel Fernández; y este último se sabe que el 13 de marzo de 1856 vendió parte de los citados terrenos a su cuñado Eusebio Guerra.
 
Rosauro Rosa Acosta en su Diccionario geográfico-histórico del estado Nueva Esparta acota: “Población capital del Municipio Bartolomé Ferrer y del Distrito Península de Macanao. Boca de Río es pueblo de reciente fundación. Empezó a incrementarse a impulsos de la pesca y la cría, a fines de 1899.”  A comienzos del siglo XX existía en Porlamar un periódico llamado El Sol, que en su edición del 22 de junio de 1901, publicó: “BOCA DE RIO, población nueva que, a esfuerzos propios se levanta a sotavento de Punta de Piedras”. Ese mismo diario había informado  dos meses antes, en su edición del 24 de abril de 1901 que el presbítero Dr. Silvano Marcano Maraver había constituido en ese Caserío la Sociedad de San Francisco, “cuyos propósitos progresistas tienden a levantar el culto católico… ha resuelto construir una Capilla, cuya primera piedra se bendijo en su colocación el día 12 del corriente mes”.
 
            Lo cierto fue que la construcción tomó más tiempo que la catedral de San Patricio en New York que se hizo en 7 años, o la de Lima que tardó 3 años en erigirse. Digo esto porque otro diario insular, Heraldo de Margarita, que se publicaba en La Asunción, en su edición 17 del 19 de junio de 1932,  informó: “Iglesia de Boca de Río. En el simpático Caserío de Boca del Río tuvo feliz iniciativa el último 19 de diciembre, fecha gloriosa en los anales de nuestra historia contemporánea, la creación de una capilla, la cual gracias a la decidida cooperación de nuestro gobierno regional, se encuentra ya bastante adelantada”.
 
Ese mismo medio informará seis meses más tarde, en su edición del 19 de diciembre de 1932, sobre la bendición de la Iglesia de Boca de Río, a las 9 a.m. “centro donde concurre toda la gente de aquellos extensos campos en densidad de población. Solemne Te-Deum en dicha Iglesia en acción de gracias al Todopoderoso por la Paz de la República y por la interesante salud del Benemérito Juan Vicente Gómez”.
 
            Y ya que sale bailando el nombre del dictador tachirense es oportuno señalar a esta altura del juego que en 1935, el General Rafael Falcón, quien en aquellos día era el Presidente del Estado Nueva Esparta, adquirió “en calidad de venta y bajo las condiciones más liberales y plausibles”, el sitio donde se levanta la población y el cementerio de Boca de Río. Eran dueños de los terrenos Josefa Romero de Gómez, Inés Romero, Natalio Romero y Josefa Romero de Penot. Asegura el ya citado Rosa Acosta: “La extensión de los terrenos adquiridos por el mandatario regional fue de 40 hectáreas por valor de cien bolívares. El documento se registró el 12 de junio de 1935.” 
 
Falcón una vez que realizó la compra donó esos espacios a la Municipalidad del Distrito Díaz, “en nombre del General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República”. El  mencionado cabildo debía extender los documentos de propiedad “a los moradores del Caserío en forma gratuita y que se hiciesen las gestiones pertinentes ante la Asamblea Legislativa del Estado para que el Caserío Ríos obtenga la categoría de Municipio”.
 
            Hoy en día Boca de Río sigue siendo fundamentalmente una comunidad pesquera donde sus integrantes padecen a diario todo tipo de impedimentas para salir a ganarse la vida con el oficio que de sus abuelos aprendieron. “Ahora cuando queremos salir a pescar tenemos que gastar un platero, porque de vaina te piden la partida de nacimiento de tu abuela”, dice con su acento característico uno de los tantos pescadores que ven languidecer sus peñeros. “No es nada, mijo –acota otro–,  que sales una semana a joderte en la mar y regresas con doscientos o trescientos kilos de pescao. ¿Qué hace uno con eso?”
 
            Gregoria Valerio y Raúl Velasquez todavía no pisan los cincuenta, pero toda la vida han estado dedicados a las faenas marinas, ella ahora se dedica a “filetear” un canasto de pez loro (Cetoscarus bicolor) y es la primera de las fotos que incluí en esta nota. Llevan casi 30 años juntos y son padres de dos muchachos, hembra y varón, que están a punto de concluir sus estudios universitarios. “Eso ha sido a punta de la mar mijo querido –dice ella–, que nos ha dado para darle a ellos lo que humildemente hemos podido”. Él la mira con orgullo imposible de disimular y acota: “Esto ha sido aguantarnos uno al otro, pero juntos siempre porque así es como más nos ha rendido todo”: ¡Qué manera de amar y amarse!
 
            Ellos hacen Boca del Río con sus historias, así como Luis José Marín que a sus 59 años sigue saliendo a pedalear en su bicicleta por el pueblo para ver si hoy si puede salir a navegar y “a ver si la mar me da hoy algo que llevar a la casa”. Otra que no suelta la calle es Ana Teresa Hernández que con una bandeja llena de vasos de majarete sale a venderlos porque “tengo unos nietos que ayudar a levantar, y una no se puede quedar echá, ¡ni de vaina!, arepa no cae del cielo, esas hay que ganárselas…” 
 
            Es gente que día a día hacen su parte sin perder su sonrisa y don de gente, como Isabel, la querida Negra, que en la calle La Puntilla tiene su restaurant La Negra Isabel que abre a las once de la mañana hasta las siete de la noche, de lunes a domingo. Probé su comida por primera vez hace veinticinco años, y ahora vuelvo y fue un viaje al pasado sin control: ¡su comida sigue teniendo el mismo gusto de entonces! Su sonrisa no ha cambiado y sus ojos siguen siendo un manantial de amor. Entro a su cocina y tengo que hacer maromas para no soltar el llanto al escucharla tarareando un polo:
Por fin vuelvo de nuevo, hogar querido,
lejos de ti cuánto fui desdichado,
lo que puede sufrirse lo he sufrido,
lo que puede llorarse lo he llorado.
            Tenía quince años sin ir a Boca de Río y salgo con la boca llena de sus sabores, el alma llena de sus azules, los ojos llenos de esta luz bendita, y no sé si todavía logro entender a esta tierra donde tuve el privilegio de nacer, pero haciendo lo imposible por honrar a Daniel y: “conocerla para entenderla, porque sólo así algún día tendremos el país que nos merecemos”.

© Alfredo Cedeño
 
 
 
 

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenos días. No conozco esa otra parte de Margarita y tú ahora me la presentas de una manera superficial y profunda a la vez. Ante todo, esto no es una nota como dices sino un completo reportaje mediante el cual puedo no sólo contemplar el paisaje físico y humano sino el alma de ese pueblo. Como siempre, tus fotografías son espectaculares. Una observación: Logroño no es país vasco sino Rioja. Los vascos independentistas quisieran incorporarla, como Navarra, pero no lo quieren los riojandos ni al parecer la mayoría de los navarros. Un abrazo.

Alejandro Moreno

Anónimo dijo...

Somos todos esos contrastes que expresas en tus relatos y muestras en tus imágenes, hermoso recorrido y nostalgias que al compartir no puedo menos que seguir soñando con esperanza infinita en el país que merecemos.

Unknown dijo...

Clase histórica inesperada está de esperar sus escritos dominicales .acertadamente ud retrata el espinazo de pueblos que languidecen de cara a la involucion a el tiempo que se pierde en olvido pero aún ante tanta inclemencia de tiempos y gobiernos que ignoran sentimiento y país siguen resucitados a diario con la esperanza de una vida mejor y conformando de con el pan en la boca sin mayor mérito que llenar las vísceras .entender a Venezuela tierra maravillosa preñada de gente buena y bondades que aún esperan vamos por ti.gracias por seguir mostrando Alfredo!!

Anónimo dijo...

El esperado regalo de los domingos llega y con tanto gusto leo y observo lo que tu mano escribe y tus ojos captan, con ese Amor desenfrenado para transmitir y el encanto de la historia de esta Venezuela tan querida por ti, que te hace estudiar, indagar, buscar, viajar y meterte en el alma su gente para poder servir la mesa con ese entusiasmo y orgullo exquisito que te caracteriza. Gracias Alfredo por permitir a través de tu blog seguir conociendo, cada espacio de Nuestra Gente Maravillosa y Patria Hermosa.

Hilda Pérez.

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