En el grupo escolar La Mentira aprendí las letras
y supe que robar besos en una avenida es letal
y entendí que unas manos suaves son asesinas
y comprendí que unas piernas largas son misiles
y asimilé que un buen polvo es semen a las nubes.
Fue en sus pupitres donde supe ser honesto y ruin
para ilustrarme con las mejores nalgas de Caracas
ejercitarme con las peores reputaciones del municipio
instruirme con las señoras más libres de la parroquia
y educarme con las insolentes más puras en su dureza.
® Alfredo Cedeño
1 comentario:
¿Es esa la escuela de la vida?
Sólo quien lo ha vivido lo puede confesar, así, tan exacto....que siga viviendo para deleitar con tan exquisita prosa
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