Te ando por la vocación de insolente que me fustiga
mientras tu soledad se me derrite malcriada en la boca.
Recibo tus uñas en mis brazos sin promesas de cura
que descoloquen los cariños escondidos de otras manos.
Y tus ancas me conquistan entre las coincidencias
que desde el infinito me haces llegar desnuda a cada dedo.
® Alfredo Cedeño
No hay comentarios.:
Publicar un comentario