Me preparo vespertino tres mortajas de besos
para enterrarme en tus ganas más conspicuas
mientras me sopesas con ojos de ave de presa.
Sepulto entre dentelladas un racimo de rosas
para colocarlas entre tus pestañas de navajas
mientras una pincelada de rimel corre cínica.
Me ciego con tus muslos cuarentones y sabios
para abrir dulces pupilas de flor de cerezo
mientras una manta de cercanías nos alberga.
Abro las cajas de centellas que vienen en olas
para colocar besos de niños en cinco charolas
mientras tus dedos me sirven cariños profanos.
Me propongo llegar a tus esquinas pervertidas
para robarme tus delicias de niña retorcida
mientras clavo mis uñas en tus nalgas paganas.
Silbo una melodía que nunca niegue esperanzas
para desabrochar tus miedos de antílope herido
mientras un trozo suelto de domingo se extravía.
Me cubro de vicios sin domingos de confesión
para pespuntear entre las plazas tus deslices
mientras una orquesta frota compases azules.
Hago una mochila de tus derrotas y las mías
para hacer un nuevo mapa sin destinos romos
mientras me desguazas lasciva con tu miedo.
Me abrazo a tu escote de vitrales indecentes
para deslizarme como rayo que te atraviesa ruin
mientras tu vuelo libre se me acurruca obsceno.
® Alfredo Cedeño
2 comentarios:
Sube el volumen, ¡más alto!, porque en ese vaivén retorcido suena su música.
Ch.
quiero una mochila asi (para dejarla olvidada en algun rincon oscuro e inaccesible) y algun compas azul (me imagino será hermoso)
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