En estos campos de Dios no hay yerros
sólo capillas vacías con puertas color cielo,
el tiempo es para las faenas infinitas
de una tierra que hace sudar hasta las uñas,
el pecar es una fiesta que se gana el cuerpo
con esfuerzos tan puros que lleva la absolución a cuestas.
© Alfredo Cedeño
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