domingo, octubre 16, 2011

WARAO



Hubo un tiempo, tal parece que de eso hace 8 o 9 milenios, cuando Trinidad -la isla que luego fue colonia británica desde 1802 cuando, Tratado de Amiens de por medio, España la cedió- estuvo unida a nuestra tierra firme. En aquellos tiempos, esos territorios estaban habitados por los warao tal como recogen sus tradiciones orales ancestrales.

Este pueblo indígena es considerado el grupo humano más antiguo de Venezuela, y los estudiosos se dividen entre quienes aseguran que su autodeterminación significa gente de bajío ya que waja quiere decir bajío y arao gente. Por la otra orilla hay los que aseveran que el real significado del gentilito es gente de canoa, ya que wa quiere decir embarcación y arao gente. Al menos hay confluencia en un punto…

Pero ya que no estamos en un evento conciliatorio, o cosa alguna por el estilo, dejemos que lingüistas y catecúmenos deshilachen sus diferencias a su real saber y entender. Bien sabemos que estamos en la tierra donde sobran los caciques y escasean los indiecitos… Y como de estos últimos se trata lo que quiero escribir y mostrar, debo aclarar antes que los Luzardo, o Azpurua, o Rivas Rivas, o Bernarda Escalante, o Mosonyi, o algún otro experto del área, pretenda exigir el despellejamiento de mis genitales en el mismo sitio donde fue ajusticiado Tamanaco o Guaicaipuro o Paramaconi, que al decir indiecitos no uso el termino en sentido peyorativo. Es porque me da la real gana y a fin de cuentas de eso se trata: ya que con ello no irrespeto a nadie.

Dejando los arrestos caribes a un lado sigo contándoles: este grupo, con más de 36.000 individuos es el segundo más numeroso entre las llamadas naciones indígenas venezolanas. Su bagaje cultural es tan extenso como el vasto territorio que ocupan en Delta Amacuro, este de Sucre y Monagas, norte de Guyana, así como en Surinam. Gente de agua, sin lugar a dudas, que se desplazan por ese laberinto verde, donde lentas aguas marrones marchan acompasando el vuelo de una variedad inacabable de aves.

Los fanáticos de la ornitología acuden allí en bandadas, porque se han contado la pasmosa cifra de más de 187 especies, entre las que destacan: Águila Pescadora (Pandion haliaetus), Guanaguanare (Larus atricilla), Gaviota Patinegra (Sterna sandvicencis), Canario de Mangle (Dendroica petechia), Tijeretas (Fregata magnificens), Golondrinas (Hirundo rustica), Gaviotas (Sterna maxima), Candelita (Setophaga ruticilla), Reinita (Seiurus noveboracensis), Garza Paleta (Ajaia ajaja), Corocora Colorada (Eudocimus ruber), Guacamayas azul y amarilla (Ara Ararauna).

Ahora bien, los warao cuentan en su entorno con una variedad casi inacabable de peces, entre muchísimos otros resaltan: el pez cuatro ojos (Dolichoppteryx longipes), caribes (Pygocentrus notatus), bagres (Pseudoplatystoma fasciatum), guabinas (Hoplias malabaricus), jurel (Caranx hippos), Cachama (Colossoma macropomun) y róbalos (Centtropomus undecimalis). Pero también hay caimán del Orinoco (Crocodylus intermedius), caimán de la costa (Crocodylus acutus), babos morichaleros (Paleosuchus palpebrosus) y llaneros (Caiman crocodilus crocodilus); también manatí (Trichechus manatus), tonina (Inia geoffrensis), nutria gigante (Pteronura brasiliensis), chigüire (Hydrochaeris hydrochaeris), perezas (Barypus variegatus) mono araguato (Alouatta seniculus). Y paremos porque la lista es larguísima…

En la espesura de sus pantanos y lodazales se ha desarrollado una tupida maraña botánica de entre debo hacer particular énfasis en los enormes morichales en los que se congregan los árboles de moriche (Mauritia flexuosa), palmera que es eje alimenticio y ceremonial para los warao. Igualmente merecen mención especial los manglares, que son los más desarrollados y extensos de todo el país, donde se puede ver Mangle Rojo (Rhizophora mangle), Mangle Negro (Avicenia germiniana) Mangle Blanco (Laguncularia recemosa), y Mangle Botón (Conacarpus erectus). También se encuentran espesas cepas de palmas de las que se extrae el palmito: manaca (Euterpe oleracea).

Es más de medio millón de hectáreas que sirven de marco para este tesoro humano, y de flora y fauna, que no podría enumerarse en su totalidad sin llenar un verdadero mar de hojas de tan vasto que es.

Cuando se comienza a buscar datos respecto al medio ambiente de los warao el asombro llena a cualquiera. Por ejemplo, cuando el Orinoco inicia su entrada al Delta, sus aguas arrojan un caudal promedio de 18.000 metros cúbicos; por otra parte el espacio territorial propiamente dicho del delta se expande continuamente debido a cerca de 100 MILLONES de metros cúbicos de sedimentos que anualmente el propio Orinoco va depositando.

Todo esto ha ido configurando una cultura donde lo mágico -o sobrenatural como gusta de definir a otros- es piedra angular de vidas, mitos y leyendas: Aquí todo está en conexión con lo natural. Es un mundo circular, afirman los científicos sociales.

Circular, poliédrico, heptagonal, bipolar, pentapolar… Lo que se les antoje. Único es el vocablo que se me ocurre cuando intento sintetizar el mundo Warao. En él hombre-río-viento y cielo son un cosmos donde el asombro no existe. Aquí hay un constante reconfigurar del universo entero que se va transmitiendo de boca a oreja de los ancianos a los niños que atentos les siguen desde una hamaca. En estos caños de Dios, de tantas vueltas como los collares de sus ancianas, hay una galaxia de sueños de los que uno nunca quiere despertar una vez cae en ellos; salvo que se desemboque en una de sus cestas de moriche que con paciencia milenaria tejen sus mujeres diariamente a las orillas de cualquier rebalse del Orinoco…

© Alfredo Cedeño



























1 comentario:

ceci dijo...

gracias Alfredo porque en este mundo de stresconcreto , atraves de ti tenemos la oportunidad de apreciar lo bello de nuestra naturaleza y de nuestras raíces tus fotografías huelen a vida.

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