Aquí, en este rincón inacabable de Venezuela, nació el mundo
y brotó el cielo de azules firmes para ser cuna del hombre
y aparecieron las nubes que ampararon al sol
y brotaron los tepuyes bañando de chorros de agua la tierra
y se asomaron las palmeras coquetas a enamorar al viento
y el orgullo es una capa poco humilde con que me planto a escribirle.
© Alfredo Cedeño
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