Los guaiqueríes fueron sus
primeros habitantes y la llamaban Paraguachoa,
según algunos estudiosos de la lengua Caribe, quería decir gente de mar; para otros esta palabra significaba: abundancia de peces. Así se llamó hasta finales del siglo XV
cuando Colón la bautizó con su actual nombre.
Algunos textos aseguran que en agosto de 1498,
quienes presumen de exhaustivos dicen que fue el 15 de agosto, el navegante genovés
plantó sus huellas en sus costas. Sin embargo, Hernando Colón, hijo natural del
descubridor, en su Historia del
Almirante, refiriéndose a este día, escribe: “… de manera que el miércoles,
a 15 de agosto, dejó el cabo de Las Conchas, y la isla Margarita al Poniente, a
la cual puso este nombre, al mediodía, tal vez inspirado de Dios…”. No hay
referencia alguna a desembarco de cualquier tipo al territorio insular.
27 años más tarde, en 1525, Marcelo Villalobos la
obtuvo en capitulación para poblarla y construirle defensas. Él murió y el rey
Carlos I extendió la capitulación a su heredera doña Aldonsa Villalobos. Luego de las normales vicisitudes de aquellos
tiempos, en 1528, Pedro de Villardiga, teniente de gobernador de la Margarita , funda el
primer pueblo en sus territorios, lo cual llevó a cabo en las cercanías de la
actual Porlamar.
Los 933,83 kms2 que conforman esta isla han transitado
de manera copiosa y altiva por la historia y la leyenda. ¿Dónde está la verdad
y dónde el mito? ¿Dónde lo histórico y dónde la fantasía? ¡Quién sabe!
Ahí sigue la isla de siempre, la que su gente hace
inenarrable, la de la arena que pisaron los primeros hispanos, la que entregó a
la lucha independentista a hombres y mujeres gloriosos. La isla que cuando se recorre en estos días,
hace recordar lo escrito por Andrés Eusebio Level en artículo publicado en las
páginas de El Liberal en 1847: “La Margarita , esa tierra clásica de los valientes,
la centinela avanzada de nuestra Independencia, ¿es digna de la suerte
desdichada que le ha cabido? La que no necesitó de Venezuela para salir
gloriosa de los conflictos de la guerra, estará sentenciada a la dejación de
Venezuela en los tiempos de paz? ¿Estará ejecutoriada su desdicha? ¿No merece
un porvenir?”
Deambular por
el país, caminarlo, olerlo, verlo, tocarlo, probarlo, reír y llorar con él, es
la única manera que presiento me ayudará a encontrarlo y, en esa medida,
encontrarme a mí mismo. No entiendo la vida si no es como una prolongación de
esta tierra donde me parieron.
Mi madre nació
en Margarita y, por eso, mis raíces y mi palabra entera huelen a mar, sol,
cielo y franqueza. Este viaje por la tierra materna se hizo con muchísimo amor.
Una travesía dolorosa, a veces, pero un viaje hermoso. Un caminar a la sonrisa,
a la mano amiga, a pueblos humildes –pero arrogantes y gallardos–, a la
nobleza. Estas líneas se escribieron de la única manera que podía hacerlo: con
la piel erizada y llena de esta tierra fantástica.
© Alfredo Cedeño
4 comentarios:
Hola Alfredo,...¿como andas , amigo..?Espero que muy bien,...ya que pluedes darte l placer de visitar el terruño materno,....Imagino la emoción del momento,...Esto que tu haces como un recorrido literario y descriptivo,me gustaría hacerlo como turista y poder conocer los hermosos detalles y las vistas que tu cámara atrapa y nos deleita a posteriori. muy buena la producción y excelente la explicación.Querer a tu tierra, es quererte a ti mismo y am tu familia y amigos. Un fuerte abrazo ELCRUZADO
Querido Alfredo,acá me tenés, emocionada. Las imágenes que conseguís son exquisitas y tu relato amigo, eriza la piel.
"Mi madre nació en Margarita y, por eso, mis raíces y mi palabra entera huelen a mar, sol, cielo y franqueza."
Así se siente este texto maravilloso, con la piel erizada.
Muchas gracias por la entrega, por compartir y por transmitir maravillosamente semejante caudal de sentimiento.
Un beso grande.
Hola Alfredo¡ Siempre te digo que todas tus cronicas desprenden un gran amor a tu tierra...Pués esta aún mas como lo demuestra este párrafo que me ha gustado mucho "Deambular por el país, caminarlo, olerlo, verlo, tocarlo, probarlo, reír y llorar con él, es la única manera que presiento me ayudará a encontrarlo y, en esa medida, encontrarme a mí mismo. No entiendo la vida si no es como una prolongación de esta tierra donde me parieron."
No pierdas núnca ese cielo, mar y franqueza de palabra y corazón.
Un abrazo grande
Amaia
Saludos me gustan tus fotos de Margarita tan bella mi isla querida
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