Recién
hace dos días se conmemoraron 520 años de la llegada de los exploradores
europeos hasta estos territorios de aquende la mar océana. Son múltiples los términos acuñados
para reducir a la brevedad la llegada del navegante genovés, luego Almirante y
Virrey, Cristóbal Colón a la cuna del Realismo Mágico y el fandango perpetuo.
Descubrimiento, encuentro, masacre, genocidio, golpe de suerte, jugarreta del
destino, holocausto indígena, son algunos de ellos.
Yukpa,
Yanomami, Yekwana, Warao, Baré, Barí, Warao, Hiwi, Panare, Piaroa, Kariña, Añú,
Warekena, Yabarana, Mapoyo, Akawayo, Pemón, Wayuu, Kurripakos, Piapocos, Baniva, Yeral, Yaruro,
Sanema, son algunos de los grupos indígenas que en la actualidad sobreviven en la Venezuela de mis
tormentos. Varios de ellos, como en el caso de los Yabarana, Añú y Banivas,
para citar algunos ejemplos, están en franco peligro de extinción.
Afirman los
especialistas que a la llegada de los navegantes eran centenares de etnias
diferentes las que existían a lo largo y ancho del continente entonces recién incorporado, en el
mero inicio, a la corona española. Las voces que han denunciado las tropelías
ha sido numerosas, y ello ocurrió casi desde el mismo inicio de la aventura de
Colón.
Mucho se ha
escrito y dicho respecto al talante de aquellas faenas. Por ejemplo, Georg
Friederici en El carácter del
descubrimiento y de la conquista de América, explica: “En su primer viaje
hacia lo desconocido, Colón no llevaba a bordo un solo misionero o sacerdote
que desempeñara una misión oficial,(…). Y, sin embargo, el descubridor presenta
las cosas como si la razón principal, por no decir la única, de la misión que
le había sido encomendada fuera la conversión de los infieles”.
Debe hacerse
ver que Sus Majestades Católicas en las Instrucciones dadas a Colón en el
Segundo Viaje, las cuales se dictaron en Barcelona el 29 de mayo de 1493, se
manifestaba de manera clara y piadosa:
“Toda la gente que fuere en los navíos si ser pudiere, sean personas
conocidas e fiables”.
Poco duraron
aquellas buenas y santas intenciones… Sus honorables majestades los Reyes
Católicos el 22 de junio de 1497 en Medina del Campo, emiten una Carta Patente
para todos los Administradores de Justicia por la cual se les autorizaba a que
los delincuentes que merecieren pena de muerte o hubieren de desterrar, los
destierren a la Isla
Española y les envíen a labrar metales por el tiempo que el
Almirante les mandare o hagan lo que éste les ordenare por el tiempo que a los
destinatarios de la carta les pareciere. En la misma fecha se expidió una Real
Cédula al Conde de Cifuentes para que entregara al Almirante los desterrados a la Isla Española cuando
los navíos estuvieren prestos para partir, entregando los presos por ante
escribano y testigos.
Aseguran los
analistas que esto era formar colonias de criminales, pero los Reyes Católicos
decían en su Cédula que era en servicio de Dios. Este argumento siguió siendo
el comodín justificador de los hispanos en estos territorios por un largo,
largo, muy largo tiempo… Cito a manera de ejemplo que en las estipulaciones
firmadas entre Diego de Velázquez y Hernán Cortés en La Habana en 1518 el artículo
primero contemplaba como principal motivo de la empresa “la ampliación de
nuestra sancta fee catholica”.
En fin que la
religión fungió desde nuestros primeros tiempos a manera de las célebres
“pagapeos” caraqueñas. Explico: estas eran unas negritas esclavas que, durante
nuestra época colonial, las viejas damas encopetadas de Caracas, también
llamadas mantuanas, llevaban como acompañantes
a las misas en la catedral; las mencionadas señoronas, cuyos esfínteres
posteriores ya no eran tan eficaces en el autocontrol, solían largar en medio
de los oficios religiosos sus efluvios, para de inmediato golpear en la cabeza
a la esclava que le acompañaba, mientras la señalaban como culpable de los
efectos sonoros y odoríferos de las acciones de sus honorables nalgamentas.
Debe decirse,
igualmente, que la iglesia católica ha sido señalada insistentemente como la
gran alcahueta del supuesto genocidio que ocurrió en las tierras americanas. Es
cierto que hubo un fallecimiento masivo de nativos pero también es justo que
nos demos un paseo por ciertos detalles.
Muy a menudo
se pretende ignorar que las victorias militares de pequeños grupos de europeos
sobre miles de guerreros no fueron logradas ni por los arcabuces ni por los
escasísimos cañones que portaban, ya que por lo general eran inútiles: la
humedad neutralizaba la pólvora; ni por los caballos: en medio de nuestras
endiabladas selvas no podían ser lanzados a la carga. Aquellos triunfos se
debieron sobre todo al apoyo de los propios indígenas quienes más que como
usurpadores, saludaban a menudo como libertadores a los recién llegados quienes
les ayudaban a librarse del yugo de los imperios locales.
Si nos
remitimos a los movimientos migratorios transoceánicos vamos a encontrar que de
1509 a
1559, los españoles que llegaron a las Indias Occidentales fueron poco más de
quinientos por año. En total: 27.787personas en ese medio siglo.
Lo que si
produjo una matanza de órdago fue el choque microbiano y viral que en pocos
años causó la muerte de la mitad de la población autóctona de lo que hoy
llamamos Latinoamérica. Las enfermedades que llegaron a América, como pulmonía,
tuberculosis, gripe, sarampión o viruela eran desconocidas en el nicho
ecológico aislado de los indígenas, quienes carecían de las defensas
inmunológicas para hacerles frente.
Pudiera citar muchos otros elementos que desmontan la “leyenda negra” española
en nuestro continente, que en gran medida se fue estructurando alrededor del
fanatismo de Fray Bartolomé de las Casas, de quien William S. Maltby escribió: “ningún
historiador que se precie puede hoy tomar en serio las denuncias injustas y
desatinadas de Las Casas”. Por su parte Jean Dumont, asentó: “Ningún estudioso
que se precie puede tomar en serio sus denuncias extremas.” Otro que le arrea
al obispo es Celestino Capasso quien afirma: “Arrastrado por su tesis, el
dominico no duda en inventarse noticias y en cifrar en veinte millones el
número de indios exterminados, o en dar por fundadas noticias fantásticas como
la costumbre de los conquistadores de utilizar a los esclavos como comida de
los perros de combate...”.
Otro detalle
que no quiero dejar de apuntar es que los representantes de la iglesia
católica, es decir los misioneros, en todo el imperio español, tanto en Centro
y Sudamérica, como en Filipinas, en lugar de pretender que los nativos
aprendieran castellano, ellos empezaron a estudiar las lenguas indígenas y
dieron gramática, sintaxis y transcripción a idiomas que, en muchos casos, no
habían tenido hasta entonces ni siquiera forma escrita.
Añado otro
ejemplo de ese compromiso con nuestras culturas locales: En 1596 en la Universidad de Lima se
creó una cátedra de quechua, y alrededor de aquella época, nadie podía ser
ordenado sacerdote católico en el virreinato si no demostraba que conocía bien
el quechua, al que los religiosos habían dado forma escrita. Y lo mismo ocurrió
con el náhuatl, el guaraní, el tarasco...
Creo que ya es
hora de tratar de abordar desapasionadamente lo ocurrido hace ya 104 lustros.
Hubo un encuentro inesperado para ambas partes, donde terminó imponiéndose un
modelo societario sobre el otro. Bien
sabemos que la historia la escribe el vencedor, pero muchas veces el que
triunfa termina siendo derrotado por su propia incompetencia e incapacidad para
hacer saber lo que aportó. Sus errores siempre se recordarán, sus virtudes
nunca se conocerán.
Excesos los hubo y no se trata de justificarlos,
pero si trazamos una línea y hacemos cuentas, me atrevo a decir que fueron
mayores las contribuciones que lo sustraído. Continuar en el ejercicio
plañidero sobre “el Paraíso destruido por las hordas europocéntricas que
vinieron a imponer un modelo imperialista que no tuvo ningún otro interés más
que el de someter a sangre y fuego a quienes vivían en un idilio
precomunista…”. Pido sincero perdón, pero ese fárrago no es otra cosa que
aquello que los amigos cuya lengua materna es la imperial llaman:
bullshit.
Son 520 años de la llegada a territorio americano
de los europeos, y si hoy, más de cinco siglos después, no somos capaces de dar
respuesta de rehabilitación y verdadera dignidad a los sobrevivientes de
nuestros habitantes originales somos un fraude. Es tiempo de que dejemos de
estar endilgándole las culpas al Almirante, sus acompañantes, los reyes, y a la
madre que los parió. Es la hora de manifestar una verdadera solidaridad con
ellos y de abandonar la rentable práctica de una supuesta defensa y apoyo que
ha permitido a una horda de parásitos contemporáneos vivir a sus costillas en cuantas universidades y ONG puedan ser imaginadas.
Ya basta de que unos cuantos
vivales de oficio en ejercicio pretendan hablar por los "indiecitos". Es asumiendo una
actitud de respeto y no paternalista como debe ser asumida la relación con nuestros indígenas. Mi respeto y solidaridad hacia
los sobrevivientes de uno de los pilares de nuestros ancestros nunca ha
permitido bozales o cosa alguna por el estilo, ni las permitirá. Espero que esta fecha algún día sea motivo de
celebración, porque ciertamente la merece. De no ser así hoy no podría yo
escribir, no podrían muchos de ustedes leerme…Y cada día me siento más orgulloso de la que es mi lengua madre.
© Alfredo Cedeño
6 comentarios:
Bufff me cuesta expresar lo que me ha parecido esta crónica. El resumen de lo que siento por si luego no encuentro las palabras es, a mi parecer MUY BUENA.
Me ha gustado ver epxresada la historia desde más de un prisma, mas de un ángulo, una lectura con pros y contras y no absolutista y eso para mi es un mérito y un valor no ya en un escritor sino en cualquiera que plasme una opinión. El que habla siendo consciente de que la "verdad" tiene muchas caras a mí me hace escucharlo, no así el que se cree absoluto poesedor de la verdad y la razón que por ello mismo para mí la pierde.
Mas allá de esto me apetece dar mi opinión, que es humilde, pues no me considero una persona intelectual, o muy preparada, pero si racional y que intenta razonar.
Para mi la intención primera de la colonización es el dinero, la explotación de recursos, así de claro. Y me ha gustado un montón esta crónica por ver también los aportes, la parte positiva, el desarrollo, ¿cómo serían hoy las cosas sin esa llegada? Ya núnca lo sabremos, pero yo tengo claro que estoy en contra de la imposición de una cultura sobre otra, de la explotación, en cualquier lugar y punto de la historia. Me complace muchísimo sin embargo ver actitudes como esta de no quedarse en el odio o en culpar, porque me parece absurdo y vivir en el pasado y lo digo desde la perspectia de un pueblo , el vasco, que también ha sufrido, que también tiene heridas pero creo que debe mirar al fururo desde el ahora, desde la realidad social actual y ver que quiere ser y que valores quiere tener.
Me ha llamado mucho la atención cuando hablas de la gran cantidad de muertes por enfermedades no conocidas, no sabiá que hubiese sido tan tremenda.
También me llamó mucho la atención la frase sobre los indígenas que se unían porque los veían como libertarios, por su similitud con la historia internacional más actual en la que se intenta vender que se va a "liberar" cuando detrás hay muchísimos interese económicos, una vez mas.
Espero que no te importe todo lo que me he extendido, Creo que la historia, las relaciones humanas, son muy muy complejas. Me saca de quicio la gente obtusa que sólo ve una postura, una verdad en cualguier cosa , y precisamente por todo lo contrario me ha encantado esta crónica.
.
Alfredo, una crónica objetiva de los últimos cinco siglos de Latinoamérica. Estoy en todo de acuerdo con tus conclusiones.
Un abrazo.
Cedeño, qué bien nos estás haciendo llegar la Venezuela de tus tormentos…
La foto de las manos (las dos fotos), fantásticas.
La foto del niño con el mono, brutal.
Cuántas barbaridades en nombre de dios, también.
Imagino que habrá habido de todo como en botica.
Nunca se sabe con exactitud cómo la historia se desarrolla puesto que siempre hay un sesgo, de un lado o de otro.
En definitiva, me parece que lo importante es, como bien dejas traslucir, no enfangarse en el victimismo y mantener una actitud posibilista, innovadora, de querer salir adelante con garra y siempre desde el optimismo, sin olvidar el pasado, pero hacia al frente siempre.
Como la vida misma.
Me gustó mucho tu aporte,
Lorena L.
Alfredo, me ha impresionedo mucho tu artículo por lo que tiene de equidad. Te lo agradezco en nombre de muchos españoles que sentimos el colonialismo de esas tierras con horror y con vergüenza.
Las fotos, obras de arte como son siempre las tuyas.
Un abrazo.
Antonia María.
Querido _Alfredo,...nuevamente nos deleitas con :Excelentes fotos,
excelentes comentaios,
excelente presentación,
y un tema que hoy en día está en el ojo de la tormenta,...el tratamiento a los pueblos originarios o mejor dicho, los verdaderos dueños de la tierra.Creo, salvo mejor opinión, que lo tuyo excede la tarea periodisticA o historiadora,..se trata ni más ni menos que de un auténtico DOCUMENTO,...que muestra con orgullo las raíces de tu terruño. Es una positiva imagen de patriotismo. Me considero un libre pensador, y esta es mi opinión. Va mi felicitación y el acostumbrado abrazo.ELCRUZADO
Estupenda la crónica, amigo. Gracias por presentárnosla.
Abrazo
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