domingo, julio 14, 2013

COCHE

            Hay una canción que de niño oía en casa cada vez que a mi madre se le trepaba la melancolía por su Margarita natal, y ponía un disco de Gualberto Ibarreto quien cantaba con su voz inolvidable una malagueña que terminaba con estos versos:
No me obliguen que cante que no puedo,
me duele el alma me duele el corazón
se me acabó la musa y el resuello
y el canto me priva la respiración…
 
            Sé que tengo un compromiso con ustedes, quienes dominicalmente leen lo que acá publico; por un mínimo respeto debo tratar de cumplir con aquel viejo dogma del periodismo que es INFORMAR, FORMAR Y ENTRETENER... Ahora que lo escribo recuerdo una entrevista que le hizo Juan Cruz, de El País, a Ben Bradlee, el mítico ex director de The Washington Post, quien decía: “para un periodista el principio fundamental es buscar la verdad y contarla.”
 
            Todo esto, he de confesar, me crea un verdadero zaperoco mental, por no denominarlo con término flatulento. ¿A qué viene todo esto? A que hoy escribo desde el territorio de “me da la gana”, de las emociones más puras que todavía guardo en ese niño que me resisto a perder, ese del que he jurado que jamás me voy a despedir. Escribo de la isla de Coche, en el estado Nueva Esparta en el oriente de esta Venezuela de mis tormentos.
 
            Coche es territorio de gente preciosa de una raigambre que estremece. Siempre tengo presente un cartel comido por la herrumbre y el salitre que desde un poste me saludó la primera vez que estuve allí: De Coche es la gente honrada y valiente, y aquel que es cochense no roba ni miente..! ¡Carajo! Qué lección de dignidad e hidalguía en ochenta y cinco caracteres, que twiter ni qué niño muerto.
 
            Isla de aguas claras como cristales, nombre que al decir de algunos es indígena y es vocablo que quiere decir venado. Según han dicho fue descubierta por el almirante genovés el 15 de agosto de 1498, aunque no se detuvo en ella y sólo le pasó por un lado. 
 
Fue visitada por Humboldt a comienzos del siglo XIX, quien dejó anotado en Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente:
“Al comienzo de la conquista la sola isla de Coche daba 1.500 marcos de perla por mes (...) conviene recordar que en la misma época las minas de América no producían más de dos millones de pesos y que la flota de Ovando parecía de una riqueza inmensa porque llevaba unos 2.600 marcos de plata.”
 
En esta queridísima isla vive el no menos querido Francisco León, “hijo de mi padrino y que para mí es un hermano”, solía decir la vieja Mercedes, mi ya citada madre, cuando su mirada abortaba la tristeza recordando alguna de las picardías de él. Chico León el de risa fácil y requiebro a flor de piel ante cualquiera que le pase al lado: “Es que la mujer es la sal de la vida, mijo querido, ¿cómo no va uno a adorarlas si de una de ellas venimos? ¡Hay que ser bien porquería y no hacerlo!”
 
Aquí sus hombres, niños y mujeres siguen diariamente sosteniendo ese rito milenario que los guaiqueríes concelebraban con la naturaleza para vivir: La Pesca. Lo hacen en alta mar y en las orillas, lo hacen al compás de sus risas desenfadadas, lo hacen con gestos armoniosos donde nadie estorba a nadie y cada cual va agarrando lo que necesita para el desayuno, lo hacen mientras intercambian chismes y travesuras, lo hacen con una pureza y sentido de vida que estremece.
 
            Casas decoradas con estética y cromatismo que algunos, con gran ingenuidad, etiquetan de ingenuos sin entender que el predominante azul es representación del cielo y mar que les rodea; que el rojo es la sangre vital de peces y la propia que se juega en cada lance de pesca. Rombos, cuadrados, rectángulos que son puertas a un juego limpio donde se compite por adornar la morada con el decoro transparente de quien no entiende la vida como no sea frontal y abiertamente.
 
            Tierra con una sinfonía de tonos en su corazón que se replican y multiplican con armonía precisa en los atardeceres.
 
En Coche se realiza el ofertorio con una hogaza de sándwich y las redes dan a las manos curtidas de sus hijos el  pan de cada día.
 
            Ellos tallan sus cuerpos al ritmo del quehacer diario, y ellas van tejiendo con sus brazos curtidos el calor de los fogones donde la comida será carnaval de gustos y olores. 
 
            Territorio donde los ancianos afincan las nalgas al suelo para templar las redes a tierra y enseñar a niños, mujeres y perros lo que realmente vale la pena de lo arrancado al agua.
 
            Mujeres y hombres buscan con ahínco la luz, bien en medio de un cargamento de chamizas o en el relámpago de carne plateada del pez que se arroja al fondo del bote.
 
            Coche es una plegaria que incansable rueda sobre los brazos de las cruces que desde las ventanas bendicen a caminantes y navegantes. Oración que se preña de bendiciones con una letanía de cantos que se convierten en gestos de pundonor...
 
Cada vez que he salido de ella de madrugada, y veo las luces de San Pedro desde la mar, no puedo dejar de sentirme vacío. Siempre pienso que estoy dejando atrás al cielo y el chisporroteo de sus luces se me convierte en estrellas, las mismas que veo saltar en las risas y pupilas de cada uno de los cochenses que he tenido el privilegio de tratar.

© Alfredo Cedeño

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

9 comentarios:

MARINA dijo...




Es un regalo que cada domingo recibimos de ti....GRACIAS.Un abrazo.

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

Hermosas fotos!! y bello escrito de COCHE. Me encantó esto que escribiste... A que hoy escribo desde el territorio de “me da la gana”, de las emociones más puras que todavía guardo en ese niño que me resisto a perder, ese del que he jurado que jamás me voy a despedir.

Zafira

Emely dijo...

Ver las fotos acompañada de cada texto es como si estuviera en Coche. Amargura es decirle adios al niño que llevamos adentro, territorio de nadie!!! Es ser auténtico.. porque los niños y los borracho no dicen mentiras. Me adentré lentamente en este Coche donde la gente sabe de que están echos "DE COCHE ES LA GENTE HONRADA Y VALIENTE Y AQUEL QUE ES COCHENSE NO ROBA NI MIENTE", que cosa mas bella como se califican, porque saben quienes son. Las fotos hermosas, el atardecer con la lancha, el agua cristalina, todas esa imagenes las captó un profesional para el disfrute de los que queremos aprender y viajar desde una laptop. Gracias Maestro

MOMO dijo...

Gracias por ofrecernos tanta emoción!

Espero que más a menudo se te haga difícil seleccionar las fotos mejores (lo percibo por la cantidad mayor de imágenes), así nos regalas la abundancia de la que te alimentas.

Monica

Anónimo dijo...

Muchas Gracias Alfredo. Excelente publicación sobre Coche por un momento te transportas al lugar. Y en mi caso, como no lo conozco es como si hubiese realizado un pequeño viaje a la isla.

Samuel Flores

Anónimo dijo...

Qué buenas todas!! me encantó la del cartel todo oxidado!!
deberías hacer un libro!! La Polar pagaría un dineral por algo así...
y ademas publicas tus fotos!

Sebastian Flores

Anónimo dijo...

Como siempre tus artículos excelentes, quienes no conocemos toda la geografía de Vzla viajamos con tus fotos y modo de describirla

Horysa Parada

Anónimo dijo...

La emoción de tu escrito se percibe como el orgullo del cochense y a nivel fotográfico guao!!!!!
Nunca he estado allí, pero después de ver y leer lo que has compartido siento haber regresado de un espectacular viaje al oriente de esta Venezuela hermosa, gracias por permitirme conocerla a través de ti. Mis saludos.

Carolina Ontivero

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