No pasa siempre, pero a veces y muy de vez en cuando
-o de cuando en vez-
tengo efímeros accesos de pudor y viejos valores
como ahora que hago breves recuentos.
Fueron noventa y nueve pares de muslos
los que me impusieron sus meneos y tongonear
al quebrar toda reminiscencia de vil decoro
o cualquier otra menudencia de la misma ralea.
Casi un centenar delirante de hijas de Eva
que me atolondraron y despelucaron la pelvis
marcharon en rasgar de corazas moribundas
hasta hacerme simular sonrojos zafios que nadie creía.
Ciento ochenta y ocho pezones que retoñaron
en mi boca, lengua y dientes con alebrestares frescos
que sostén en ristre llegaron a sepultar mi fidelidad
y todo vestigio de cualquier cosa que se le pareciera.
Hace algunas semanas apenas la nonagésima nona salió
abandonándome fiera en medio de un despotricar
por ficciones de su embriaguez de cama desquiciante
y aullaba resentida de lo que no había querido darle.
Y tenías que ser tú la centésima en llegar a plantarse
con la luz del Catatumbo en tus caderas de muchacha limpia
y con cascos de yegua envuelta en zarazas de luto
con los que coser sudarios para viejos fantasmas de carreteras.
Debía ser tu paso de bailarina que pasa diciendo adiós
y deja por las carreteras impresiones devastadas por celajes
con sabrosa altanería como una trompeta escalando la clave
de esta canción que siempre empezaba para que llegaras a cerrarla.
Me correspondía, al fin, tu llegada de borbotones y malabares apretados
como una ventana a la que llega siempre el mar a cambiar su espuma
y deshojar las fantasías presentidas
en los precintos de tus besos que siempre faltaban y no llegaban.
® Alfredo Cedeño
3 comentarios:
Exquisito...!
No existe otro adjetivo para tan excelente forma de expresar la llegada de ese amor casi mesianico...esperado..prometido.. de ese olor que pareces haber sentido en las tardes de domingo aún antes de su llegada...
Te felicito por tan excelentes letras...
un abrazo fraterno.
Raúl Sarabia
Con detenimiento lei su poema de contriccion, alli lo que usted escribió fue su testamento como hombre. No es el recibimiento del amor soñado en las tardes del domingo es el adios a una etapa intensa de sexo y mas sexo, y que estos recuerdos que le ayudan a entrar a la impotencia con calma y desasosiego.
Ahora solo tiene que aceptar lo que al fin le correspondia y solo le queda deshojar las fantasias que siempre le asustaba pero que al fin le llegó.
Un acto de contrición es una mejor ofrenda a lo vivido por años
Es la mejor forma de aceptar que llegamos al ocaso con un esplendoroso crepúsculo
y el comienzo a una nueva etapa con un bello amanecer
Con la experiencia adquirida por años
Evocando las fantasía pasadas
Disfrutando el presente con la certeza de un mejor mañana
Viviendo la intimidad con el erotismo que cautiva a su compañera en la penumbra de una alcoba
llenándola y embriagados por el aroma a jazmín
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