Debo confesarles que siempre me pasa lo mismo, y pido
disculpas a quienes se puedan ofender por el término, pero es que invariablemente
acabo volviéndome un culo al acopiar información cuando voy a escribir sobre
cualquier rincón de nuestra Tierra de Gracia. Más cuando se trata de hacerlo sobre
Angostura, ahora devenida en Ciudad Bolívar.
Finalizando el siglo XVI, dicen que el 21 de diciembre de
1595, Antonio de Berríos hizo el primer intento por fundarla unos cuantos kilómetros
río debajo de su actual emplazamiento, y con el nombre de Santo Tomás de Guayana. Inicialmente, Berríos lo que hizo fue
levantar un puerto fortificado, tal parece que de poca eficacia ya que debió mudarse en tres ocasiones. La
causa: entre los indígenas caribes y corsarios del calibre de Sir Walter
Raleigh, tenían a la naciente ciudad como su campo de prácticas de tiro de arco
o de arcabuces.
No sería hasta el siglo XVIII, en 1764, cuando en la ribera
derecha del Orinoco, la ciudad consigue su asiento definitivo y la bautizan con
el pomposo y muy resonante nombre de Santo Tomás de la Nueva Guayana de la Angostura del Orinoco. La poca seriedad que se nos achaca a los
venezolanos, no es cosa de reciente data, solemos aligerarnos de aquello que
nos parece excesivo y así fue como las
once palabras originales pronto fueron reducidas a la precisa y preciosa
Angostura.
Andrés Eloy Blanco, ese juglar de postín que tuvimos y al
que de manera mezquina “la academia” ha negado, con celo digno de mejores
causas, el sitio que le corresponde, la
definió con palabras exactas:
En Angostura, el agua
tiene la hondura de un concepto
y acaso aquí es el río la sombra de Bolívar,
metáfora del alma que no cabe en el cuerpo.
Aquí Bolívar hizo fusilar a Manuel Piar, el 16 de octubre de
1817, un día después de haber instalado en ella la Jefatura Suprema
de la República. Aquí
se imprimió el primer periódico de Venezuela, El Correo del Orinoco, en 1818.
Aquí se realizó, el 15 de febrero de 1819, el Segundo Congreso Constituyente de
la República
de Venezuela, más conocido como el Congreso de Angostura. Aquí han ocurrido tantos episodios cardinales
de nuestra historia, que no es un mero
ejercicio retórico decir que fue donde se talló una de las piedras sillares de
la venezolanidad.
Llevo más de 30 años visitando esta ciudad y pese a la
brevedad de su casco, siempre encuentro nuevos rincones que enamoran ojos,
corazón y piel. Aquí el tiempo cabalga sobre la espuma del Orinoco con el suave
vaivén de la mujer anhelada. En esta ciudad de
tanto tronío, las pompas se derriten bajo el sol implacable de Guayana;
tal vez, y cito nuevamente a Andrés Eloy, porque:
En Angostura, el río
se hace delgado y profundo como un secreto,
tiene la intensidad de una idea
que le pone la arruga a la Piedra del Medio.
© Alfredo Cedeño
6 comentarios:
Hola, estimado Alfredo,....Tal vez sea la cálida atmósfera caribeña,...o la bucólica melancolía de las fotos,..o mejor aún, ése acendrado y fluido amor por tu tierra, que te hace describir tan fielmente la imagen de Angostura...donde el tiempo cabalga sobre la espuma del Orinoco...Un abrazo.ELCRUZADO
Querido Alfredo:
Me encantó pasear, a través de tus letras por cada uno de los lugares mencionados...me fascinó también la información histórica y las fotos que publicaste...
Un gran abrazo,amigo.
Buen día! Caballero andante! Con tu magica pluma y hermosas fotos nos bañas de tu amor y nos llevas en ensueño! Gracias por compartir ! Mil besos ...
Hermosa entrada. Es todo en viaje tempranito acompañada con un café. Feliz día y gracias por compatirlo.
Gracias por la invitación a este precioso paseo literario por tu tierra. Un placer.
Excelentes fotografías. Felicitaciones
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