La primera vez
que vi un animal en cautiverio tenía casi cinco años. Recuerdo con nitidez su
erizado lomo hirsuto que aparentaba pinchar pero que era de gran suavidad;
también recuerdo su gruñir que pretendía ser agresivo, pero que me resultaba
más bien un lamento por estar encerrado entre una improvisada jaula hecha con
estacas clavadas en el suelo.
Hablo de un
báquiro pichón. Si, ya sé, antes de que salten a corregirme, que los pichones
son de ave y que en el caso de los mamíferos se debía decir cachorro, o cría de, pero es que hoy no tengo
muchas ganas de atenerme a las reglas. ¡Cuando no!, también saltará más de uno,
pero no pienso pararles. Así que sigo con mi cuento de hoy.
Mi padrino
Chebo, un hombretón de fuerza inaudita pero con el corazón de Pulgarcito, vivía
en la parte alta del río de La
Guaira , estado Vargas, donde fue estableciendo una pequeña
granja que es uno de los tesoros más preciados que conservo entre los recuerdos
de mi niñez.
Un día él
compró una escopeta con la cual salía impenitentemente a recorrer los cerros
que rodeaban la casa. Un día me juró, con su voz de ogro trasnochado, que había
estado a punto de cazar un hipopótamo pero que le dio dolor matarlo así que
prefirió dejarlo ir. ¡Qué carajos iba a
saber yo que en La Guaira
no hubo, ni había, ni habrá, hipopótamos! Después se quejan de que yo sea tan
“inventor” y embustero…
Volvamos a lo
nuestro. Una tarde, Chebo regresó de sus andanzas de emulo criollo de Indiana
Jones con el animalito mencionado en la
primera línea: el pichón de báquiro (Pecari
tajacu); que también se le conoce como pecarí de collar, taitetú, coyámel,
saíno, cuche de monte, chácharo, y paremos ahí. ¿Qué fue del baquirito? Nunca
lo supe, pero confieso que desde ahí me quedó la fascinación por los animales
en cautiverio.
Cuando años
más tarde conocí los zoológicos reconozco, para escándalo de los ambientalistas
ortodoxos, “ultrosos” digo yo, mi gozo al poder ver a los animales al alcance
de la mano. He de confesar que cuando oigo
o leo “cambiar el modelo de zoológico resulta una necesidad imperiosa para las
organizaciones medio ambientales” me erizo. Debe ser por lo que me cuesta
digerir semejante aserto. Aquellos que cuestionan la existencia de esas
instituciones denuncian que “la anestesia es una causa muy común de muerte en
animales en zoológicos. Las autopsias, muchas de ellas fabricadas, no relatan
lo que realmente sucedió”.
Lo cierto es
que el cautiverio de animales salvajes es de muy vieja data, se practicó en
Mesopotamia, Egipto y China. Hay informaciones del año 2300 a .C. de la existencia
de uno en Sumeria. Sin embargo, coinciden todos en que el primer zoológico de
la historia fue establecido en el 1500 a .C., por la reina Hatsheptuf de Egipto.
Ella envió una expedición a la tierra de Punt, al sur de la costa de la actual
Somalia, tal como está testimoniado en las paredes de su templo mortuorio donde
se muestran barcos zarpando en el Mar Rojo y regresando después cargados con
aves, monos exóticos, panteras, jirafas y leopardos, que fueron exhibidos en El Jardín de la Aclimatación ,
recinto que mandó construir para albergarlos.
Se sabe que
3.000 años atrás, el emperador chino Wen Wang, fundador de la dinastía Zohu,
mandó construir el Ling-Yu o Jardín de la inteligencia, un gran
parque de más de 1.500
acres , donde exhibía peces, aves, serpientes, anfibios y
tigres, ciervos, antílopes y rinocerontes.
Este sitio
duró siglos, al punto que Marco Polo lo conoció y describió diversos animales
para aquel momento desconocidos en Occidente, como el tapir malayo y el panda.
En Europa fueron los griegos quienes establecieron
los primeros zoológicos públicos. Los romanos continuaron con la costumbre de
mantener colecciones zoológicas, pero para proveer animales a sus espectáculos
circenses. Los primeros tigres llevados a Roma, regalo de un rajá indio a César
Augusto, terminaron muertos en la arena de un circo.
En la Edad Media , los
monarcas y señores feudales manifestaban su poder, entre otras maneras, a
través de sus colecciones privadas de animales. Una de las más imponentes fue la
Ménagerie de
Chantilly, en Francia, que sobrevivió dos siglos hasta que fue destruida
durante la
Revolución Francesa.
Del lado acá del océano en lo que
hoy es México el rey Nezahualcóyotl fue el creador del primer jardín botánico y
el primer zoológico de América en Tezcutzingo. Por otro lado, cuando llegó a
Tenochtitlán, Hernán Cortés quedó maravillado ante los jardines que poseía el
emperador azteca Moctezuma Xocoyotzin, con plantas y animales traídos desde
todos los rincones de su imperio.
Cortés, en su
segunda carta de relación enviada a Carlos V el 30 de octubre de 1520, detalló
impresionado el zoológico y los jardines de uno de los palacios de Moctezuma,
que contaba con diez estanques de agua y una gran cantidad de aves de todo
tipo, que pertenecían a lugares con agua dulce o salada. Aseguró Cortés que más de 600 hombres estaban
a cargo de este asombroso lugar. Gracias a los relatos de Bernal Díaz del
Castillo, se sabe que las instalaciones y los cuidados de ese lugar eran muy
similares a los de un zoológico de nuestros días.
No fue hasta
la segunda mitad del siglo XVIII cuando comenzaron a establecerse en Europa los
zoologicos con la concepción de tales . El pionero fue La Casa
Imperial de Fieras en Viena, Austria, cuya construcción
se inició en 1752 y se abrió al público en 1765.
Y así
siguieron apareciendo hasta que comenzando el siglo XIX se creó la Sociedad Zoológica de Londres, cuya finalidad era “la introducción y domesticación de
nuevas razas o variedades de animales de posible uso en la vida
cotidiana”. Esta institución fue la que
terminó por lograr que se divulgara y extendiera el nombre de “zoo” o
“zoológico” a sus similares.
Fue ella quien creó el primer zoológico científico
del mundo, el Regent's Park,
inaugurado en 1828. No sólo se pretendía la exhibición de distintas especies,
sino que sus objetivos también incluían el estudio e investigación del
comportamiento animal.
Es así como hoy encontramos reputadas instituciones en todo el mundo que exhiben y estudian a innumerables especies del mundo animal; aún cuando hay situaciones como las que denuncian algunos ecologistas con la organización John Aspinall, de Inglaterra, explota la exhibición de sus gorilas y “abastece otros zoológicos mundiales con gorilas jóvenes que allí nacen, separándolos sin dolor de sus familias, y creando más primates perturbados en el mundo”.
Dogmas y befas
apartes me confieso adicto a los zoológicos, los cuales no sólo exhiben a
distintas especies, si no que son sede de diversos estudios científicos, por
parte de numerosos investigadores de la vida salvaje. Hoy acompaño estas líneas
con imágenes que he hecho en el Lowry
Park Zoo en Tampa, Florida; The Smithsonian's
National Zoo, en Washington D.C.; así como del Expanzoo en La
Lagunita , Caracas.
Confieso que
cada vez que he apretado el obturador de la cámara para hacer estas
fotografías, no dejaba de evocar aquella improvisada jaula hecha con estacas clavadas
en el suelo donde mi padrino metió al pichón de báquiro, y a la vez me encerró
en esta cadena de asombros donde me sumerjo cada vez que veo a esas criaturas
tan al alcance de mis sentidos.
© Alfredo Cedeño
11 comentarios:
Una vez más te luces con las magníficas fotos. Me dan ganas de desempolvar mi Nikon. ¡Qué envidia!
Una vez más te luces con tus mgníficas fotos. Me dan ganas de desempolvar la Nikon. ¡Qué envidia!
Instructivo y delicioso tu post de hoy, Alfredo. Gracias por invitarnos a él.
Alfredo, es impresionante tu trabajo. Las fotografías que lograste son geniales, hablan por sí solas. Gracias por la recorrida y la instrucción. Me encantó este paseo dominguero.
Un abrazo.
Que maravilla este paseo por todos los zoo por lo que me has llevado , yo soy muy amnate d eloa animales pero en libertad , y de zoologicos conozco poco. Cuando funionó el Zafari en Carabobo fui una vez y el parque Barararida solo quedan escaso recuerdos ,los chorros de Milla aun existen algunas especies no tan magnificas como tus fotografias pero si autoctonas. Yo puedo decir que soy una pichona en cuestón de zoologicos . Tod estuvo magnifico . Besos
Gracias, qué fotos tan bellas, yo soy una enamorada de los animales y la naturaleza. Me encanta.
Un abrazo!
Mariana Muñoz Nava
Las fotos son muy hermosas. Hasta podrían servir para que la gente conociera esos hermosos ejemplares de la especie animal, sin tener que tenerlos en cautiverio. Ahora que, hasta podemos ver el techo de nuestras casas con un programa de Google, ¿qué sentido tiene tener un oso polar en el Zoológico de La Plata?... Las veces que he visitado ese lugar, salgo con una depre que me dura varios días y con algunas ideas sobre el animal humano irreproducibles.
Un abrazo afectuoso
De nuevo el contenido me ha parecido más interesante si cabe que las magníficas imágenes. Celebro tu pasión por los animales, aunque nunca me gustaron los zoológicos, sabiendo que por desgracia para la supervivencia de algunas especies son necesarios.
Cuídate.
Gracias, qué fotos tan bellas, yo soy una enamorada de los animales y la naturaleza. Me encanta.
Un abrazo!
Mariana Muñoz Nava
Hola Alfredo¡ Preciosas las fotos¡ La verdad es que he ido a ver diversos parques de animales (en los que tienen mas sitio que los zoológicos) y disfruto viendo los animales de cerca. Recuerdo especialmente unas preciosas jirafas en un visita con mis sobrinos al parque de Cabarceno en Cantabria, pero si de mi dependiese, si yo elegiría eso, lo siento pero no habría ni zoológicos ni parques, yo dejaría a los animales en su hábitat..
Un abrazo
Amaia Villa
HOLA ALFREDO, GRACIAS X ESAS IMPRESIONANTES FOTOS DE ANIMALES... TE LUCISTE.... Y ME ENCANTO TU NARRACION DESDE MUY NIÑO QUE TE GUSTA LOS ANIMALES EN CAUTIVERIO.... MUCHAS GRACIAS POR COMPARTIRLAS
UN ABRAZO
TU AMIGA MIRIAM
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