domingo, septiembre 23, 2012

VENEZOLANITOS

            Venezuela, como todos los países americanos, es una nación relativamente joven cuya población ha crecido de forma exponencial en los ultimos 60 años. En 1950 la densidad poblacional era de 5,5 habitantes por kilometro cuadrado. En el año 2011, ese indice demográfico saltó a 31,5. Es decir, que el año pasado nuestros 916.445 Kms2 albergaban 28.946.101 habitantes, de los cuales el 25,41% eran menores de 15 años. 
 
 
            Son casi siete millones y medio de venezolanitos –7.356.774  si nos apegamos a las cifras oficiales–, de aquellos cuya definición popularizó Serrat en su canción de varias décadas atrás:
Esos locos bajitos que se incorporan
con los ojos abiertos de par en par,
sin respeto al horario ni a las costumbres…


Ya he escrito acá en otras oportunidades, y desde diversos lugares de este afanar de gente y rincones llamado Venezuela, que tengo la suerte y privilegio de haber nacido aquí, esta sucursal terrestre del cielo y del infierno, donde convergen casi a partes iguales dichas y desdichas, locura y cordura, rigidez y tersura, aromas y hedores, bonhomía y aridez hecha gente. Aquí, a fin de cuentas, tenemos todo y también nada. Bien lo dijo Alberto Arvelo Torrealba:
…tierra
que hace sudar y querer,
parada con tanto rumbo,
con agua y muerta de sed,…
 
 
En este andar y desandar siempre me ha cautivado la alegría que se mantiene por encima de todo, y en ello “los muchachos” –niños y adolescentes para acogernos al concepto formal– son los que llevan las banderas. Van caminando y regando alegrías, se dedican a honrar los versos de Pablo Neruda:
El pie del niño aún no sabe que es pie,
y quiere ser mariposa o manzana.
 
           Son pedacitos de país hechos gente estos venezolanitos que he tenido conmigo para llenarme de su libre insolencia. Recuerdo en particular uno que luego de interrogarme con precisión y largueza sobre lo que hacía, terminó mirándome de arriba abajo para luego decirme con boca precisa y voz aguda: “Tú lo que eres es un averiguador de la vida ajena”. Con ellos nunca dejé de recordar de Antonio Machado aquello de:  
Pegasos, lindos pegasos,
caballitos de madera...

Yo conocí siendo niño,
la alegría de dar vueltas
sobre un corcel colorado,
en una noche de fiesta.
 
 
                       Para ellos escribió el siempre recordado Federico García Lorca:
Corre que te pillo,
corre que te agarro,
mira que te lleno
la cara de barro.
Del olivo
me retiro,
del esparto
yo me aparto,
del sarmiento
me arrepiento
de haberte querido tanto.
 
 
 
         Y no puedo cerrar esta nota de nuestros 7.356.774  de venezolanitos sin citar las letras del nunca suficientemente valorado Andrés Eloy Blanco, a quien algún día se rescatará de la mezquindad de una “academia” miope y terca que se empeña en desdeñarlo.
Cuando se tiene un hijo, se tienen tantos niños
que la calle se llena
y la plaza y el puente
y el mercado y la iglesia
y es nuestro cualquier niño cuando cruza la calle
y el coche lo atropella
y cuando se asoma al balcón
y cuando se arrima a la alberca;
y cuando un niño grita, no sabemos
si lo nuestro es el grito o es el niño,
y si le sangran y se queja,
por el momento no sabríamos
si el ¡ay! es suyo o si la sangre es nuestra.
(…)
Cuando se tiene un hijo, toda risa nos cala,
todo llanto nos crispa, venga de donde venga.
Cuando se tiene un hijo, se tiene el mundo adentro
y el corazón afuera.

© Alfredo Cedeño
 
 

11 comentarios:

Amaia Villa dijo...

Hermosa, muy tierna esta hojita parroquial de hoy. Me encantó el homenaje a esos "locos bajitos" a través de las letras se diversos autores recogidas en las que tú mismo les dedicas. No conocía a Andrés Eloy Blanco, pero me encantaron sus letras.

Ay "averiguador de vidas ajenas" nunca pierdas esa parte tiene cita se tu corazón , y calla no me contestes, dejemos,o aquí, que seguro que me contestas una fresca jajaa

Un abrazote

Amaia

Mariblanca Quinones De La Osa dijo...

Muy buen trabajo Alfredo, unas fotos bellas, donde la inocencia del niño está presente, despierta la ternura y el poema de Andrés Eloy Blanco muy oportuno. Gracias por el obsequio. Mariblanca.

Anónimo dijo...

Salud, estimado escritor,...hsta aqí llega tu amor por Venezuela. Y no es para menos,....es tu casa, tu familia, tu destino.Me copa la gente que quiere a su terruño,..Y que buen porvenir tienen ustedes con tantos niños, con tanta juventud en ciernes.
Aquí en mi querida Argentina, también hay muchos niños.Mucha promesa futura de ventura y esperanza. Pero como dice el poema que incluyes en la nota,..."tenemos mucha agua , pero hay sed,.." ¿será tal vez el destiNo de los latioamericanos...? Fervorosamente, espero que no. Que pases un excelente día, querido amigo. Desde aquí, el extremo sur, te mando un gran abrazo-ELCRUZADO

gabriel falconi dijo...

muy buenas las fotos y los textos

hory dijo...

hermoso como siempre, la pasion con que escribes es lo mas bellos de tus textos

Anónimo dijo...

Son geniales las fotos Alfredo, me encantan los niños y la naturaleza, te sigo, feliz domingo!!!

Sandra Daniela Taragán

Anónimo dijo...

Dios Bendiga a Nuestros Niños y a Tí por hacer con ellos poesía.

Ylleny Rodríguez

Amaia Villa dijo...

Queria decir "tiernecita" pero este ordenador como no entienda algo me lo cambia por algo que no hay Dios quien entienda, cámbialo tú si puedes en mi comentario por favor

Unknown dijo...

Querido Alfredo, tu alma se refleja en estas imágenes que nos regalás. Cada una más bella que la otra.
Gracias por compartir tu talento.
Un beso dominguero.

Anónimo dijo...

Cedeño,
Qué qué envidia me das toda, con tus venezolanitos.
Una vez más, a través de tu trabajo he tenido la oportunidad de conocer tu tierra y tu extrema sensibilidad. "Pedacitos de país hecho gente..."
Son la leche los niños, y tan audaces... "tú lo que eres es un averiguador de las vidas ajenas..." Lo ha clavao.
Me gustaron todos los poemas o aportes que transcribiste, pero el último, el de Andrés Eloy Blanco, es espectacular, y si uno tiene hijos, lo entiende tan tan bien...
Un abrazo,

M. Lorena Lucas Moreno

Anónimo dijo...

Bello!!! Averiguador de la vida ajena. Saludos y un fuerte abrazo para ti.

Carmen Cecilia Gutierrez

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