Venezuela,
como todos los países americanos, es una nación relativamente joven cuya
población ha crecido de forma exponencial en los ultimos 60 años. En 1950 la
densidad poblacional era de 5,5 habitantes por kilometro cuadrado. En el año 2011,
ese indice demográfico saltó a 31,5. Es decir, que el año pasado nuestros
916.445 Kms2 albergaban 28.946.101 habitantes, de los cuales el 25,41% eran
menores de 15 años.
Son
casi siete millones y medio de venezolanitos –7.356.774 si nos apegamos a las cifras oficiales–, de aquellos cuya definición popularizó
Serrat en su canción de varias décadas atrás:
Esos locos bajitos que se
incorporan
con los ojos abiertos de par
en par,
sin respeto al horario ni a
las costumbres…
Ya he escrito acá en otras oportunidades, y
desde diversos lugares de este afanar de gente y rincones llamado Venezuela,
que tengo la suerte y privilegio de haber nacido aquí, esta sucursal terrestre del
cielo y del infierno, donde convergen casi a partes iguales dichas y desdichas,
locura y cordura, rigidez y tersura, aromas y hedores, bonhomía y aridez hecha
gente. Aquí, a fin de cuentas, tenemos todo y también nada. Bien lo dijo
Alberto Arvelo Torrealba:
…tierra
que hace sudar y querer,
parada con tanto rumbo,
con agua y muerta de sed,…
En
este andar y desandar siempre me ha cautivado la alegría que se mantiene por
encima de todo, y en ello “los muchachos” –niños y adolescentes para acogernos
al concepto formal– son los que llevan las banderas. Van caminando y regando
alegrías, se dedican a honrar los versos de Pablo Neruda:
El pie del niño aún no sabe
que es pie,
y quiere ser mariposa o
manzana.
Son pedacitos de país hechos gente estos venezolanitos que he tenido conmigo para llenarme de su libre insolencia. Recuerdo en particular uno que luego de interrogarme con precisión y largueza sobre lo que hacía, terminó mirándome de arriba abajo para luego decirme con boca precisa y voz aguda: “Tú lo que eres es un averiguador de la vida ajena”. Con ellos nunca dejé de recordar de Antonio Machado aquello de:
Pegasos, lindos pegasos,
caballitos de madera...
Yo conocí siendo niño,
la alegría de dar vueltas
sobre un corcel colorado,
en una noche de fiesta.
Para ellos escribió
el siempre recordado Federico García Lorca:
Corre que te pillo,
corre que te agarro,
mira que te lleno
la cara de barro.
Del olivo
me retiro,
del esparto
yo me aparto,
del sarmiento
me arrepiento
de haberte querido tanto.
Y no puedo cerrar
esta nota de nuestros 7.356.774 de venezolanitos sin citar las letras del nunca
suficientemente valorado Andrés Eloy Blanco, a quien algún día se rescatará de
la mezquindad de una “academia” miope y terca que se empeña en
desdeñarlo.
Cuando se tiene un hijo, se tienen tantos
niños
que la calle se llena
y la plaza y el puente
y el mercado y la iglesia
y es nuestro cualquier niño cuando cruza la
calle
y el coche lo atropella
y cuando se asoma al balcón
y cuando se arrima a la alberca;
y cuando un niño grita, no sabemos
si lo nuestro es el grito o es el niño,
y si le sangran y se queja,
por el momento no sabríamos
si el ¡ay! es suyo o si la sangre es
nuestra.
(…)
Cuando se tiene un hijo, toda risa nos cala,
todo llanto nos crispa, venga de donde
venga.
Cuando se tiene un hijo, se tiene el mundo
adentro
y el corazón afuera.
© Alfredo Cedeño
11 comentarios:
Hermosa, muy tierna esta hojita parroquial de hoy. Me encantó el homenaje a esos "locos bajitos" a través de las letras se diversos autores recogidas en las que tú mismo les dedicas. No conocía a Andrés Eloy Blanco, pero me encantaron sus letras.
Ay "averiguador de vidas ajenas" nunca pierdas esa parte tiene cita se tu corazón , y calla no me contestes, dejemos,o aquí, que seguro que me contestas una fresca jajaa
Un abrazote
Amaia
Muy buen trabajo Alfredo, unas fotos bellas, donde la inocencia del niño está presente, despierta la ternura y el poema de Andrés Eloy Blanco muy oportuno. Gracias por el obsequio. Mariblanca.
Salud, estimado escritor,...hsta aqí llega tu amor por Venezuela. Y no es para menos,....es tu casa, tu familia, tu destino.Me copa la gente que quiere a su terruño,..Y que buen porvenir tienen ustedes con tantos niños, con tanta juventud en ciernes.
Aquí en mi querida Argentina, también hay muchos niños.Mucha promesa futura de ventura y esperanza. Pero como dice el poema que incluyes en la nota,..."tenemos mucha agua , pero hay sed,.." ¿será tal vez el destiNo de los latioamericanos...? Fervorosamente, espero que no. Que pases un excelente día, querido amigo. Desde aquí, el extremo sur, te mando un gran abrazo-ELCRUZADO
muy buenas las fotos y los textos
hermoso como siempre, la pasion con que escribes es lo mas bellos de tus textos
Son geniales las fotos Alfredo, me encantan los niños y la naturaleza, te sigo, feliz domingo!!!
Sandra Daniela Taragán
Dios Bendiga a Nuestros Niños y a Tí por hacer con ellos poesía.
Ylleny Rodríguez
Queria decir "tiernecita" pero este ordenador como no entienda algo me lo cambia por algo que no hay Dios quien entienda, cámbialo tú si puedes en mi comentario por favor
Querido Alfredo, tu alma se refleja en estas imágenes que nos regalás. Cada una más bella que la otra.
Gracias por compartir tu talento.
Un beso dominguero.
Cedeño,
Qué qué envidia me das toda, con tus venezolanitos.
Una vez más, a través de tu trabajo he tenido la oportunidad de conocer tu tierra y tu extrema sensibilidad. "Pedacitos de país hecho gente..."
Son la leche los niños, y tan audaces... "tú lo que eres es un averiguador de las vidas ajenas..." Lo ha clavao.
Me gustaron todos los poemas o aportes que transcribiste, pero el último, el de Andrés Eloy Blanco, es espectacular, y si uno tiene hijos, lo entiende tan tan bien...
Un abrazo,
M. Lorena Lucas Moreno
Bello!!! Averiguador de la vida ajena. Saludos y un fuerte abrazo para ti.
Carmen Cecilia Gutierrez
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