Sus garras y pico acostumbradas a la peste
se hacen sombras de amplio y oscuro volar,
su vuelo arrogante le impide ver la mueca
que lo reviste y nos aparta con repugnancia,
cual alacrán de los aires en busca de presa
aletea con torpeza sobre la azul serranía.
© Alfredo Cedeño
1 comentario:
pobre ser que no puede amar.
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