Día
a día doy gracias a Dios por todo lo que me ha dado, y no dejo de susurrarle:
¡Y sin haberte pedido! Y me digo a mí mismo: Si hubieras pedido, seguro no
hubieras recibido tanto. De lo tanto que
me ha tocado están los maestros que tuve, y espero seguir teniendo, uno de
ellos fue Antonio Estévez, el querido maestro.
De su mano aprendí a degustar la obra de Alberto Arvelo Torrealba y
recuerdo de sus Glosas al cancionero,
donde Florentino y el Diablo ocupaban
especial sitio, estos versos:
Mi potro sobre las riendas
cruza la orilla arenosa,
y cuando el cielo de rosa
cierra su ultima rendija,
abres tu negra cobija
noche oscura y tenebrosa.
Hoy
escribo del a veces despreciado y/o estigmatizado negro, color con el cual a
veces pareciera no terminamos de determinar las cosas. Maniqueísmos aparte,
creo no pecar de exagerado si digo que, al menos en nuestro modelo societario,
mantenemos con el negro una morbosa relación de amor y odio. Por un lado lo
asociamos con lo negativo, lo diabólico, lo nefasto; mientras que por el otro
lo vinculamos con lo elegante, lo sobrio, lo distinguido. Se me ocurre pensar en este momento, a manera
de ejemplo de lo primero, en el bachiller Shakespeare quien, por ahí por 1603,
en su Otelo, pone a Yago a gritar a
Brabancio en el primer acto: “Ahora mismo está solazándose con vuestra blanca
cordera un macho negro y feo.” En cuanto a muestra de la visión benéfica del
oscuro matiz no se me ocurre mejor ejemplo que a Rubén Darío:
Luz negra, que es más luz que la blanca
del sol, y las azules de los cielos.
Luz negra, luz divina, luz que alegra
la luz meridional, luz de las niñas
de las grandes ojeras.
Al
seguir dándole vueltas a los que en su momento aparece en Otelo, no dejo de
sonreír ante el planteamiento de la socióloga cubana Sandra Morales Fundora en
su libro El negro y su representación
social: “La historia de penurias y marginación social del negro como
miembro de la sociedad, expresada en el racismo, surge en el siglo XVIII.” De
lo cual podemos inferir, que lo puesto por el autor británico en boca de su
personaje no es considerado racismo por la estudiosa antillana. Interesante…
Y
ahora que hablo de aquellas tierras y de negros no puedo dejar de pensar en
Nicolás Guillén:
¿Po qué te pone tan brabo,
cuando te disen negro bembón,
si tiene la boca santa,
negro bembón?
Max Lüscher en El test de los colores describe el color negro como la
representación del límite absoluto. Los teóricos del color definen al negro
como “la percepción visual de máxima oscuridad, debido a la inexistencia de
fotorrecepción, por falta total de luz. Se asemeja a la coloración del carbón. Es
de claridad nula y acromático.” En cuanto
a los orígenes del vocablo algunos afirman que deben buscarse en el
protoindoeuropeo, al menos es lo que asegura el Online Etymology Dictionary de Douglas Harper, donde se especula
que el significado de nekw–t– era: noche. De allí pasó al latín: nĭger, nĭgra, nĭgrum. Por
su parte, Joan Corominas en su Breve
diccionario etimológico de la lengua castellana, explica que en idioma
castellano el término negro comenzó a emplearse alrededor del siglo XII.
Si
revisamos las connotaciones a las que suele estar asociada la palabra veremos
que el mercado negro es ilegal, una oveja negra es lo que yo he resultado para
mi familia, humor negro tiene que ver con chistes pesados (pero generalmente
sabrosos, he de decir), acá en Venezuela cuando hablamos del Viernes Negro nos
referimos al18 de febrero de 1983, fecha en la cual el entonces presidente Luis
Herrera Campins devaluó el bolívar, carrera descendente que nunca ha parado
desde entonces. Sin embargo, también es
bueno recordar que negro es el color de la cinta con la que se indica el tope
del entrenamiento en diferentes artes marciales; y para los masái que viven entre
Kenia y Tanzania el negro está vinculado con las nubes de lluvia, símbolo de la
vida y la subsiguiente prosperidad.
Las venturas y desventuras de
nuestro color de hoy han sido de toda ralea. Se sabe que en 1498, Ana de
Bretaña, quien fue de armas tomar y faldas alzar, al enviudar de Carlos VIII
de Francia, con quien había tenido su segundo matrimonio, se vistió de negro en su funeral.
Aseguran las crónicas -¡y no de Hola!- que el rey sucesor Luis XII, quien
además era primo del difunto, pese a estar casado con su también prima Juana de
Valois, se embellacó por la viuda y logró que el Papa Alejandro VI anulara en
menos de un año su matrimonio y se casara con ella haciendo que de nuevo la
ilustre coja llegara a ser reina de Francia.
¿Será
que la nobleza gala hubiera sido proclive a Vallejo y recitarán Los Heraldos Negros?
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no
sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante
ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
Quien sabe si tararearían Negro como un blues de Joaquín Sabina:
y el autobús
de mi pasado
me dejó sin luz
en un túnel
negro como un blues
Como
bien han de suponer, no puedo dejar por fuera a nuestro Andrés Eloy Blanco y me
vienen a la mente dos de sus piezas: El
Canto de los hijos en marcha que abre con dolorosa petición:
Madre, si me matan,
que no venga el hombre de las sillas negras;
que no vengan todos a pasar la noche
rumiando pesares, mientras tú me lloras…
y, por
supuesto sus Angelitos Negros que cierra así:
Si queda un pintor de santos,
si queda un pintor de cielos,
que haga el cielo de mi tierra,
con los tonos de mi pueblo,
con su ángel de perla fina,
con su ángel de medio pelo,
con sus ángeles catires,
con sus ángeles morenos,
con sus angelitos blancos,
con sus angelitos indios,
con sus angelitos negros,
que vayan comiendo mango
por las barriadas del cielo.
Negro
de luto y negro del vuelo de las aves que se empinan sobre las cercas, la
libertad es una sombra de la que nunca se saben zafar quienes quieren
encerrarla. En una hora negra como la que vive Venezuela, siempre habrá una luz
que retoñara en los bordes quebrados del agua que riega los claveles, por más
que ahora solo evoquemos El Romance de la Guardia Civil
Española de Federico García Lorca
Los caballos negros son.
Las herraduras son negras.
Sobre las capas relucen
manchas de tinta y de cera.
Tienen, por eso no lloran,
de plomo las calaveras.
Con el alma de charol
vienen por la carretera.
© Alfredo Cedeño
5 comentarios:
Do, Re, Mi, Fa, Sol... Excelentes fotos.
Ylleny Rodríguez
pajaritos en el aire...
Nelson Castro
Bello e interesante lo q escribiste hoy... Gracias por lo que dedicas Mi Negro... Besos para ti!!!
Magnífico dato sobre lo que representa el color negro.
Zaida Andrade
Buenos negativos...
Jaime Ballestas
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