La dulce fiera yacía en reposo
había esperado con larga paciencia
y ahora tiemblan cuando se agita.
Sólo enarcó el lomo con vigor
y sus juveniles amos
la mantienen de paseo sin bozal.
Más de un iluso la presume suya
tras maltratarla contumaz:
ella sigue de largo con paso altanero.
Caracas, gallarda ciudad de mis amores,
va al lado de calles cruzadas de dolor
y camina fresca junto a un país cimarrón.
© Alfredo Cedeño
1 comentario:
Bello!!! se siente animo, valentía y coraje!!! Amen.
Dora.
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