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sábado, marzo 19, 2016

¿GOBERNARÁ TRUMP ESTADOS UNIDOS?

 Un viejo refrán dice: No hay peor cuña que la del mismo palo.  Algunos analistas hablan de la capacidad autofágica del ser humano, y afirman que de allí la muy antigua representación, catalogada como arquetipal, del Uróboros, ese animal serpentiforme que come su propia cola hasta adquirir una forma circular. Otros lo comparan con Saturno, capaz de devorar a sus hijos.
Las castas políticas suelen ser torpes y miopes a la hora de evaluar a sus adversarios, y ello no es patrimonio de los mal llamados países del Tercer Mundo.  El más reciente ejemplo de lo que escribo es el caso del virtual candidato republicano Donald Trump. Al revisar los archivos de las diferentes publicaciones encontramos opiniones condescendientes y hasta despectivas cuando el magnate inmobiliario asomaba su cabeza en el escenario candidatural estadounidense. El desdén con que lo tomaban era notorio.
Es una variable del manido cuento del patito feo que se hizo cisne, en este caso más bien un mastodonte al cual parece que nadie puede ponerle control. A veces cuesta entender la manera recurrente en que los mal llamados “fenómenos electorales” se repiten en diferentes momentos y escenarios de la historia humana.  Para no irnos tan lejos podemos llegar hasta finales del siglo XIX y comienzos del XX cuando en Rusia un abogado retaco –apenas medía 1,65–, se dedicaba a predicar sobre las bondades de la lucha de clases y un hipotético partido de los trabajadores. El picapleitos Lenin, ya que es a él a quien me refiero, fue tratado con no poco menosprecio por parte de la aristocracia zarista, pero terminó por ponerle la mano al poder que luego heredaría el patizambo Stalin.  Y así fue como la heredad de pintores como Exter y Pokhitonov, de músicos de la talla de Mussorgsky  y Tchaikovsky, de dramaturgos con el vuelo de Ostrovski y Stanislavski, de la pluma de Tolstói y Dostoyevski, la Rusia de los zares, pasó a mejor vida.
Unos años más tarde, y casi al centro del continente europeo, en Alemania, para ser específico, un altisonante militar frustrado, charlatán consumado y bigote de mofa, comenzó a predicar un virulento anticomunismo del cual hasta los propios comunistas se reían con sorna. Grave pecado. En poco tiempo se convirtió en el segundo partido de ese país, basado en un discurso antisemita, exacerbador del nacionalismo y antimarxista.  La muy culta Alemania miraba casi con misericordia al alborotador, mientras se reían de sus ambiciosas propuestas y daban por descontado que el fracaso sería su epitafio político. Y la que había sido cuna de Bach y Beethoven, tierra de Goethe y Schiller, patria de Kant y Fromm, hogar de los hermanos Grimm, en fin el faro de la cultura occidental, se convirtió en una pira funeraria que se tragó millones de vida del mundo entero.
Estos dos ejemplos, donde el narcisismo jugó siempre un papel poco bien ponderado, sobre todo en el primer caso, fueron de poco escarmiento para el ser humano. Larga es la lista de ejemplos similares, aunque nunca con la magnitud de este par de pájaros de cuentas. Pasarían varios decenios de relativa cordura hasta que a orillas del Mar Caribe, en Venezuela, para más pesar de quienes somos sus hijos, un militar de verbo destemplado, maestro en el arte de resucitar el resentimiento, entró cual vaca en campo de geranios a pastar en el medio, mientras los vecinos  aplaudían eufóricos ante el “performance” del dicharachero hombre de armas.
Las secuelas de su gestión, así como la de sus sucesores, son manifiestas.  Fue así como vimos a la llamada tacita de plata de Suramérica convertirse en un antro devenido en morada de una posmodernista Corte de los Milagros. El manifiesto y notorio desfalco político que significa el ejercicio del poder de una manera descolocada hacía pensar que ello curaría en salud a los aspirantes a convertirse en servidores públicos; la realidad es otra. Es así como hemos visto en España surgir ese adefesio llamado Podemos, quienes tan mediocres son que hasta se robaron el nombre del partiducho de Ismael García en Venezuela; y para rematar el descoque aparece en la tierra de las oportunidades el ya mencionado magnate de bienes raíces.
¿Qué lectura darle a esta suerte de deslave que vive el escenario político estadounidense desde el sector republicano? ¿Cómo interpretar de la manera más asertiva lo que está ocurriendo en la llamada tierra del Tío Sam? ¿Donald Trump será un fenómeno que terminará por convertirse en una dolorosa realidad para Estados Unidos y sus habitantes dentro de pocos meses? ¿Hay quienes realmente entiendan lo que está ocurriendo políticamente en el seno de la primera economía del mundo?
Son demasiadas variables a responder. Será suficiente que solo una de ellas se aprecie de manera equivocada para que todo se venga abajo, o para que veamos a este neoyorquino, del condado de Queens más exactamente, descendiente de alemanes y escoceses, el 20 de enero de 2017 juramentarse como el 45° Presidente de Estados Unidos. En primer lugar no debe ser subestimado, qué es lo que se ha hecho hasta ahora; y en segundo lugar debe haber una seria reflexión para entender cómo y por qué en menos de nueve meses este advenedizo del mundo político ha dejado en el camino a tres senadores, tres exgobernadores, un gobernador, un científico y una leona empresarial como Carly Fiorina.
Trump ha dicho lo que una mayoría, hasta ahora invencible y creciente, quería oír. Su eslogan "We are going to make our country great again" (Vamos a hacer a nuestro país grande de nuevo) no cayó en el vacío, se sembró, germinó, y se está convirtiendo en un árbol poderoso al que todos ven crecer desmesuradamente. Muchos afirman que será un peligro y que será necesario talarlo, pero nadie se atreve a, o sabe dónde, dar el primer hachazo. Mientras él sigue creciendo.
De poco, o nada, sirvió para el electorado de Estados Unidos la tragedia venezolana, a fin de cuentas el estadounidense promedio es un militante activo de la desinformación para cuya gran mayoría Argentina está al lado de Venezuela. Veo un electorado abandonado por una dirigencia que cada vez los interpreta menos, y un cuerpo de estudiosos de todo orden que hacen mil interpretaciones de lo que significa el fenómeno Trump. Y él sigue consolidándose.
Nadie pensó que la Rusia imperial, ni el imperio alemán, caerían de la manera que lo hicieron ante dos opacas figuras. Tampoco se esperaba que Venezuela, la eterna tierra de esperanzas, terminara convertida en un erial por obra y gracia de un golpista fracasado. ¿Acaso Estados Unidos está predestinado, parafraseando a Bolívar, a convertirse en tierra de miseria en nombre de la libertad? Tal vez estemos antes una versión desarrollada y primermundista de Chávez que, tal Uróboros se coma a sí mismo o cual Saturno, bañándolos en la salsa barbecue del caso, se engulla a sus hijos.

© Alfredo Cedeño

domingo, febrero 09, 2014

NEGRO

            Día a día doy gracias a Dios por todo lo que me ha dado, y no dejo de susurrarle: ¡Y sin haberte pedido! Y me digo a mí mismo: Si hubieras pedido, seguro no hubieras recibido tanto.  De lo tanto que me ha tocado están los maestros que tuve, y espero seguir teniendo, uno de ellos fue Antonio Estévez, el querido maestro.  De su mano aprendí a degustar la obra de Alberto Arvelo Torrealba y recuerdo de sus Glosas al cancionero, donde Florentino y el Diablo ocupaban especial sitio,  estos versos: 
Mi potro sobre las riendas
cruza la orilla arenosa,
y cuando el cielo de rosa
cierra su ultima rendija,
abres tu negra cobija
noche oscura y tenebrosa.
 
            Hoy escribo del a veces despreciado y/o estigmatizado negro, color con el cual a veces pareciera no terminamos de determinar las cosas. Maniqueísmos aparte, creo no pecar de exagerado si digo que, al menos en nuestro modelo societario, mantenemos con el negro una morbosa relación de amor y odio. Por un lado lo asociamos con lo negativo, lo diabólico, lo nefasto; mientras que por el otro lo vinculamos con lo elegante, lo sobrio, lo distinguido.  Se me ocurre pensar en este momento, a manera de ejemplo de lo primero, en el bachiller Shakespeare quien, por ahí por 1603, en su Otelo, pone a Yago a gritar a Brabancio en el primer acto: “Ahora mismo está solazándose con vuestra blanca cordera un macho negro y feo.” En cuanto a muestra de la visión benéfica del oscuro matiz no se me ocurre mejor ejemplo que a Rubén Darío:
Luz negra, que es más luz que la blanca
del sol, y las azules de los cielos.
Luz negra, luz divina, luz que alegra
la luz meridional, luz de las niñas
de las grandes ojeras.
 
            Al seguir dándole vueltas a los que en su momento aparece en Otelo, no dejo de sonreír ante el planteamiento de la socióloga cubana Sandra Morales Fundora en su libro El negro y su representación social: “La historia de penurias y marginación social del negro como miembro de la sociedad, expresada en el racismo, surge en el siglo XVIII.” De lo cual podemos inferir, que lo puesto por el autor británico en boca de su personaje no es considerado racismo por la estudiosa antillana. Interesante…
 
            Y ahora que hablo de aquellas tierras y de negros no puedo dejar de pensar en Nicolás Guillén:
¿Po qué te pone tan brabo,
cuando te disen negro bembón,
si tiene la boca santa,
negro bembón?
 
Max Lüscher en El test de los colores describe el color negro como la representación del límite absoluto. Los teóricos del color definen al negro como “la percepción visual de máxima oscuridad, debido a la inexistencia de fotorrecepción, por falta total de luz. Se asemeja a la coloración del carbón. Es de claridad nula y acromático.”  En cuanto a los orígenes del vocablo algunos afirman que deben buscarse en el protoindoeuropeo, al menos es lo que asegura el Online Etymology Dictionary de Douglas Harper, donde se especula que el significado de nekw–t– era: noche.  De allí pasó al latín: nĭger, nĭgra, nĭgrum. Por su parte, Joan Corominas en su Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, explica que en idioma castellano el término negro comenzó a emplearse alrededor del  siglo XII. 
 
            Si revisamos las connotaciones a las que suele estar asociada la palabra veremos que el mercado negro es ilegal, una oveja negra es lo que yo he resultado para mi familia, humor negro tiene que ver con chistes pesados (pero generalmente sabrosos, he de decir), acá en Venezuela cuando hablamos del Viernes Negro nos referimos al18 de febrero de 1983, fecha en la cual el entonces presidente Luis Herrera Campins devaluó el bolívar, carrera descendente que nunca ha parado desde entonces.  Sin embargo, también es bueno recordar que negro es el color de la cinta con la que se indica el tope del entrenamiento en diferentes artes marciales; y para los masái que viven entre Kenia y Tanzania el negro está vinculado con las nubes de lluvia, símbolo de la vida y la subsiguiente prosperidad.
 
Las venturas y desventuras de nuestro color de hoy han sido de toda ralea. Se sabe que en 1498, Ana de Bretaña, quien fue de armas tomar y faldas alzar, al enviudar de Carlos VIII de Francia, con quien había tenido su segundo matrimonio, se vistió de negro en su funeral. Aseguran las crónicas -¡y no de Hola!- que el rey sucesor Luis XII, quien además era primo del difunto, pese a estar casado con su también prima Juana de Valois, se embellacó por la viuda y logró que el Papa Alejandro VI anulara en menos de un año su matrimonio y se casara con ella haciendo que de nuevo la ilustre coja llegara a ser reina de Francia.
 
            ¿Será que la nobleza gala hubiera sido proclive a Vallejo y recitarán Los Heraldos Negros?
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
 
Quien sabe si tararearían Negro como un blues de Joaquín Sabina:
y el autobús
de mi pasado
me dejó sin luz
en un túnel
negro como un blues
 
            Como bien han de suponer, no puedo dejar por fuera a nuestro Andrés Eloy Blanco y me vienen a la mente dos de sus piezas: El Canto de los hijos en marcha que abre con dolorosa petición:
Madre, si me matan,
que no venga el hombre de las sillas negras;
que no vengan todos a pasar la noche
rumiando pesares, mientras tú me lloras…
y, por supuesto sus Angelitos Negros que cierra así:
Si queda un pintor de santos,
si queda un pintor de cielos,
que haga el cielo de mi tierra,
con los tonos de mi pueblo,
con su ángel de perla fina,
con su ángel de medio pelo,
con sus ángeles catires,
con sus ángeles morenos,
con sus angelitos blancos,
con sus angelitos indios,
con sus angelitos negros,
que vayan comiendo mango
por las barriadas del cielo.
 
            Negro de luto y negro del vuelo de las aves que se empinan sobre las cercas, la libertad es una sombra de la que nunca se saben zafar quienes quieren encerrarla. En una hora negra como la que vive Venezuela, siempre habrá una luz que retoñara en los bordes quebrados del agua que riega los claveles, por más que ahora solo evoquemos El Romance de la Guardia Civil Española de Federico García Lorca
Los caballos negros son.
Las herraduras son negras.
Sobre las capas relucen
manchas de tinta y de cera.
Tienen, por eso no lloran,
de plomo las calaveras.
Con el alma de charol
vienen por la carretera.

© Alfredo Cedeño
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

domingo, noviembre 17, 2013

ROMA

            Todavía recuerdo la primera vez que vi las calles de Roma. Era un sábado de abril a media mañana, con una brisa suave que me hacia arrebujar en la chaqueta que cargaba. Luego del habitual registro en el hotel, me escabullí a vagar por la tierra de los gemelos amamantados por la loba Luperca. Un cielo despejado me acompañó hasta uno de los tantos puentes que cruzan el Tíber y allí imaginé la urbe cuando era un descampado y sitio de retozos de los mencionados carajitos.
 
            Años sucesivos y posteriores volví a visitar esta ciudad que, al decir de unos cuantos, es la cuna del mundo occidental ya que la expansión del Imperio Romano fue   la piedra angular sobre la cual se fue constituyendo lo que el mundo es hoy.  Se dice Roma y Vaticano y Coliseo saltan a la memoria, se pronuncia Roma y la imagen de mujeres y hombres hermosos se vienen al recuerdo, se habla de Roma y se está hablando del latín, esa lengua indoeuropea que se desarrolló aquí en el Lacio, o Latium, hasta darse su propia denominación.
 
            Roma es cuna de placeres y barbaries. La que originalmente fuera una aldea de campesinos fue hipertrofiándose hasta autofagocitarse, luego de haber sembrado con destrucción el mundo mientras avanzaba e iba consolidando su dominio. ¿Qué se podía esperar de una urbe nacida a la sombra del fratricidio?
 
            Asegura esa anciana retorcida y camandulera llamada tradición oral que Rómulo y Remo, acompañados de bandidos y vagabundos expulsados de sus propias ciudades, decidieron fundar su caserío a las orillas del río Tíber. Y ahí empezaron las heladeras de greñas entre ambos ya que no se podían poner de acuerdo sobre el lugar en el cual erigirían la ciudad. Afirman que Remo quería que fuera en la colina Aventino, y su hermano Rómulo porfiaba porque fuera la del Palatino. Llegados a ese punto acordaron dejar en manos de los dioses que se resolviera el embeleco; pero sin ceder posición ninguno de los dos, así que cada uno se encaramó en su cerrito a esperar una señal de los cielos.
 
Fue así como la mañana del 21 de abril del año 753 a.C., Remo mirando al cielo, similar a ese que vi yo cuando vi la ahora metrópolis por primera vez, trepado en la cima del Aventino vio seis grandes buitres sobrevolándole a él. Por supuesto que el hombre armó un alboroto y salió corriendo hacia donde estaba su hermano para anunciarle que había ganado y que la ranchería se haría donde él decía.  La vaina fue que, en el mientras tanto que llaman, en ese mismo instante, doce avechuchos sobrevolaron el Palatino; ante lo cual Rómulo se sintió dueño de la victoria, y sin esperar que llegara su hermano echó mano a un arado y comenzó a cavar el pomerium, el foso circular que fijaría el límite sagrado de la nueva ciudad, prometiendo dar muerte a quien osara atravesarlo. Remo, quien andaba en Babia y jurando que había ganado saltó hacia su hermano para anunciarle que era el triunfador. Rómulo, obligado por el juramento que acababa de pronunciar, le dio matarile a Remo quien se convirtió en el primero en pagar con su vida la violación de la frontera sagrada de Roma.
 
            Es la cuna de Cicerón, Séneca, Petronio, Nerón, Domiciano, Trajano, Marco Aurelio, Calígula, Julio César, Bruto, Casio, Marco Antonio, Octavio… Y también, en tiempos más recientes de Sofía Loren y de Eros Luciano Walter Ramazzotti.
 
            Aquí ambientó Vittorio De Sica su Ladrones de Bicicleta donde el desamparo de Antonio y su hijo Bruno no ha dejado de conmoverme cada vez que la he visto. La Ciudad Eterna es una hoguera que arroja sus favilas al viento mientras sus calles siguen recogiendo las huellas de todos quienes seguimos acudiendo sedientos a recorrerla  tratando de atrapar algo de los destellos de la belleza que, pese a sus horrores, pudo engendrar entre sus célebres siete colinas…

© Alfredo Cedeño

 
 
 
 
 
 
 
 
 

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