Ahora,
cuando Venezuela es una profunda letanía de protestas que no cesa. Ahora, que
los estudiantes venezolanos se empeñan en dar lecciones de hidalguía sin
cuartel ante una casta política extraviada en sus pocos claros laberintos de
intereses propios. Ahora, cuando la impotencia se enlaza a la rabia ante el
cinismo exhibido en ambos lados de la calle de estas luchas que ahora se libran
aquí. Ahora es cuando tenemos país para rato, y su historia hay que contarla
para que no nos escamoteen el orgullo de nuestro ayer, que es la piedra sillar
de esta cepa de luchadores incansables que somos.
Sin
raíces hasta el árbol mas grande se viene abajo, sin las bases adecuadas el
palacio más señorial se derrumba, sin historia cualquier pueblo es apenas un
magro rebaño al que cualquier infeliz puede carajear a su antojo. Es ahí donde
esta necesidad de contarles lo que somos, a partir de lo que hemos sido, se
robustece y me llena de vanidad que no quiero disimular. Hoy les escribo de Lechería, ese maremágnum
urbanístico que desde las propias orillas del Caribe se ha ido configurando en
las afueras de Barcelona, capital del estado Anzoátegui.
Ahora
bien, Lechería no siempre fue Lechería, este batiburrillo arquitectónico con aspiraciones de
Miami caribeña que ahora vemos en pleno desarrollo. Al comienzo de todo, en el
siglo XVI, nació allí Miguel de Neverí, aseguran que a fines de agosto del año 1535;
sin embargo la resistencia de los diferentes grupos indígenas que habitaban la
zona, así como profundas diferencias entres los conquistadores hispanos hizo
que al año siguiente dicho poblado fuese abandonado.
Las
discrepancias entre los exploradores fueron de tal calibre que el cronista Juan
de Castellanos las registró en su Elegías
de Varones Ilustres de Indias de este modo:
Por San Miguel de
Neverí pasaron
Al tiempo que venían
de camino,
Adonde saquearon y
robaron
Los bienes del Ortal y
del vecino,
Por no poder los pocos
que quedaron
Resistir el furor
luciferino,
Y dalles el desorden y
la codicia
A los que mas podian
la justicia.
La
desolación de la zona duró su buen tiempo hasta que a fines del siglo XVIII se
inició en sus inmediaciones la construcción del Fortín de la Magdalena. Esas
labores fueron llevadas a cabo por el ingeniero militar Casimiro Isava Olivier;
y la edificación, debido a su estratégica posición se convirtió en un sitio
codiciado por corsarios, realistas y patriotas.
Bolívar fue uno de los que mostró interés por dicha fortificación y en 1819,
desde Guayana, le encargó al general Rafael Urdaneta que le tomara; el oficial
zuliano obedeciendo las instrucciones del Libertador, zarpó el 14 de Julio de
1819 desde la Isla
de Margarita hacia las costas de Barcelona, junto a otros jefes patriotas.
Las crónicas
revelan que el 16 de Julio Urdaneta llegó a las cercanías de El Morro, el
General realista Juan Saint-Just y 1.300 soldados a su mando, acuartelados en La Magdalena , no opusieron
mayor resistencia, y se limitaron a cañonear a las fuerzas patriotas por escaso
tiempo, antes de rendirse la tarde del 17 de Julio. Debo señalar que esa
escaramuza tuvo un desagradable desenlace ya que la Legión Británica realizó una
brutal escabechina. Esas fuerzas fuera de control de ahí siguieron a tomar el
pueblo de Pozuelos, para luego saquear a Barcelona llegando a robarse las
vestimentas de oro de San Celestino.
Salvo la
mencionada edificación esa zona no era más que un peladero de chivos donde una ranchería de pescadores margariteños
fueron construyendo sus viviendas, y en sus inmediaciones se instalaron
Nicomedes Iriza y Carmen Bustillos quienes eran dueños de corrales y ventas de
leche de cabra. Las actividades de Iriza
y Bustillos hicieron que los vecinos de la contigua Barcelona acudieran a
comprar dichos productos y que fueran dándole el nombre de Lechería al sector.
No será hasta
superada la segunda mitad del siglo XX cuando la más conocida cara que hoy
asociamos con esta ahora pujante localidad comienza a perfilarse. Refiere un
testigo de aquellos tiempos: “En todo ese terreno sólo había agua, sal y dos
árboles”. Y es cuando se comienza la
construcción de el Complejo El Morro en lo que fuera la Salina del Paraíso. En 1967
Daniel Camejo Octavio fundó la Compañía Anónima para el Desarrollo de la Zona Turística de
Oriente (CAZTOR) dando inicio a la metamorfosis de la zona.
El Morro y sus
canales fueron arrinconando el casco de Lecherías, que pese a ello no sucumbió
y permanece con sus casas coloridas y la profunda devoción a la Virgen del Valle anclados
en estas tierras bravías. En los años 60 tuvo oscura resonancia cuando en sus playas apareció el cuerpo torturado del profesor universitario Alberto Lovera. Luego sobrevino la vorágine constructora, y todavía hoy, cada mañana
los pescadores artesanales llevan los frutos de sus faenas a las rancherías
para ser vendidos. El gesto desenfadado
de los vendedores con los compradores es un vaho que refresca en medio del
calor agobiante. Lechería es otro pedazo de esta, como he escrito otras veces,
colcha de retazos que es Venezuela y la cual hemos ido haciendo hasta sentirnos
orgullosos de ella.
Por ello es
que al releer ahora un viejo ejemplar de esa joya de revista que en su momento
nos regaló la petrolera Creole, el farol,
encuentro un trabajo de Alfredo Armas Alfonzo que comienza así: “Antes de 1498 a esta tierra la
alumbraba la tempestad o la caliginosa luz enceguecedora del verano, que era
también aire de polvo o de ceniza”, y entiendo que esa tempestad de donde
venimos es la misma partera de la luz donde nos seguiremos sumergiendo para
deslastrarnos de estas amargas cenizas que por estos días nos abruman.
© Alfredo Cedeño
10 comentarios:
Excelentes y con profesionalismo esas fotos...enhorabuena.
Excelentes y con profesionalismo esas fotos...enhorabuena.
Buen día, ya avanzado. ¿Lechería todavía conserva ese aspecto en alguna parte? Qué bueno. Te gusta destacar la persona contra amplias superficies murales de color. Muy bueno todo. Saludos afectuosos.
Alejandro Moreno
Excelente....realmente excelente!!! Gracias!!
Excelente....realmente excelente!! Gracias!!
Me encantó tu publicación de hoy, gracias por darnos el regalo de tu excelente trabajo.....ya se está convirtiendo en necesario para mi!! Feliz semana!!
Adriana Gomez Soto
Querido amigo como siempre muy bueno, tanto las fotos y el texto muy enriquecedor, mil gracias, un abrazo!
Beyla Medina
Mil gracias Alfredo por ilustrarnos y remembrar toda esa historia, que con el tiempo se desvanece en nuestros recuerdos.
Agradecida
Hortencia Ruiz
Muy interesante gracias por tan valioso documental .saludos .
Hola Alfredo, gracias por hacernos recordar esa historia que siempre se nos olvida y mostrarnos el lado ingenuo de Lechería, que muchos desconocen....
saludos, Carmen Elena
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