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jueves, agosto 16, 2012

SANTUARIO


Sus vetustas campanas repicaron lo suficiente
hasta clavetearme de fe los tímpanos,
bajo su tejado maltrecho aprendí rezos
que manaban de los sabios labios de mi abuela,
a la sombra de su cúpula descubrí el temor
pintado en una tela enorme del infierno,
entre sus paredes tachonadas de manchones
adquirí dogmas con los que perdí la inocencia,
y desde ese maltrecho pero imponente templo
busqué sin hallar un distante camino al cielo.

© Alfredo Cedeño

martes, marzo 20, 2012

GARBO


Oro sobre mar y montaña
con agujeros que rompen
un ribete de plegarias,
el cielo lanza algarabías
como leves olas entumecidas
mientras deja rodar las nubes.

© Alfredo Cedeño

jueves, enero 05, 2012

TEMPLO


Mi fe tiene colores de pureza
y los olores de la lascivia,
al final del camino
ambas suelen llevar al calvario
que se derrama en la cruz
de la inocencia…
o del divino pecado.

© Alfredo Cedeño

martes, noviembre 22, 2011

SASTRE


Con mi aguja de rezos y credulidades ya vencidas
la agarré y la cosí al cielo
puse cuidado y mucho empeño
pero siempre se me rompió una orilla
y se me quedó en mengua el color de la pureza.

© Alfredo Cedeño

miércoles, noviembre 09, 2011

DONDE CHULALO


Los domingos en la tarde es común ver, en los alrededores de la urbanización Barici de Barquisimeto, estado Lara, una afluencia de gente de todas las edades; así como de vehículos de cualquier tipo, pero sobre todo de muchachos. Este flujo de gente joven fue lo que más me llamó la atención. De entrada pensé en alguna fiesta de esas que se suelen organizar a esa edad, pero, no me cuadraban los adultos contemporáneos, así como los adultos en serio, o de la tercera edad, que también veía en la marcha.

Como bien han de suponer, mi condición de averiguador de la vida ajena no se iba a quedar en paz hasta tanto no supiera las razones y motivos de las movilizaciones. Camisas rojas y gestos patibularios no vi, así que no era alguna faramalla de los simpatizantes del señor aquel. Tampoco observé pitos, ni matracas, ni altavoces, o cualquiera de esas cosas propias de las mojigangas que suelen ser los actos de proselitismo político.

Por supuesto que pregunté. “Vamos donde Chulalo”, me respondió una pareja. La respuesta me sonó a algo así como “¿Y tú no sabes quien es Chulalo? Éste como que está más perdido que El Diablo de Carora”. Callé y los seguí. Fueron unas once cuadras hacia el sur de la Avenida Lara, bajando por la calle C, hasta llegar a la Iglesia Nuestra Señora de Fátima. ¡Chulalo es un cura! ¡Y todos iban para misa!


Yo le doy cada día gracias a Dios y a la vida por todo lo que me da. Pero este domingo se las di repetidamente. Pocas veces había visto yo un oficio religioso como el que viví este 6 de noviembre en el mencionado templo.

Chulalo es como todos conocen en la capital larense a Jesús Gerardo Pérez, un cura más “guaro” que El Obelisco y que a sus 45 años –nació el 19 de febrero de 1966- logra convocar a una vasta feligresía en su parroquia. Inicialmente, él fue un fraile de los Carmelitas Descalzos, ahora es un sacerdote diocesano.




Antes de seguir quiero compartir con ustedes algunos detalles sobre lo que es la misa, esa actividad que vemos llevarse a cabo tan a menudo y de la que, por lo general, sabemos poco. Todos coinciden en señalar que su origen está, indubitablemente, en la Última Cena, cuando Jesús, estableció el sacrificio eucarístico de su cuerpo y su sangre, como memorial de su muerte y resurrección, y ordenó a sus apóstoles celebrarla “hasta su regreso”.

Explico: La Eucaristía es la consagración del pan en el Cuerpo de Cristo y del vino en su Sangre que renueva mística y sacramentalmente el sacrificio de Jesucristo en la Cruz. La Eucaristía es Jesús real y personalmente presente en el pan y el vino que el sacerdote consagra.

Algunos historiadores sacros dicen que las raíces de esta ceremonia son reminiscencias de costumbres que observaban los judíos en sus cenas rituales. Lo cierto es, que a raíz del acto de Jesús los apóstoles y los primeros discípulos se reunían el primer día de la semana, recordando la Resurrección de Cristo, para estudiar las Escrituras y compartir el pan de la Eucaristía; y el lenguaje que se usaba era el griego.

En la medida que la religión católica fue adquiriendo vigor y prestigio se fue revistiendo de solemnidad. Algunas veces, la solemnidad es una máscara que deforma a quien la porta, esconde la esencia de las cosas y le sirve la mesa a esa niña tonta y presumida que es la soberbia. Fue de esa manera como la fiesta que es la misa se fue tornando en una celebración empingorotada donde se arrinconó a su principal atributo: la humildad. Gracias a Dios y la vida, digo de nuevo, siempre hay resquicios por donde la luz entra y nos alumbra. Chulalo es uno de esos candiles que ha encontrado las grietas necesarias para recuperar la alegría y el gozo que debe tener la misa.






Él celebra la misa en un espacio habilitado en la parte trasera de la edificación religiosa que le nombré al comienzo. Ese templo se quedó chico, y por ello se acondicionó ese lugar y ha habido ocasiones en que se han congregado allí hasta mil trescientos feligreses.

Chulalo entra por un costado al salón y de inmediato un grupo de muy jóvenes y muy virtuosos músicos comienzan a tocar. ¡Ojo!, cuando digo que tocan, es porque hacen música, no motetes o algunas de esas melodías aburridas y reiteradas que se acostumbran en ocasiones como estas. Si es cierto que los ángeles hacen música estoy seguro que deben hacerlo como estas criaturas. Luego de esta introducción él empieza por saludar y bendecir a los presentes y pregunta por aquellos que acuden allí por primera vez y les da la bienvenida.





A partir de ese momento transcurren dos horas, y un poco más, que son un torbellino de palabras, emociones y sensaciones imposible de describir y retratar. Sus palabras son una bocanada de aire fresco que sacuden. Su homilía es un reto, y él no teme colocarse una máscara para lograr hacer que su mensaje cale entre quienes lo oyen.

Llegado el momento de darse el abrazo de la paz el altar es tomado por casi un centenar de aquellos adolescentes que les mencioné al comenzar y es cuando la fiesta llega a su clímax. Mientras Chulalo recorre todos los asientos y va dando un abrazo a cada uno de los presentes… Perdonen los discípulos de Carreño (Manuel el del libro, no el otro que fue hasta ministro), pero es que sólo me sale: ¡Qué cura carajo!




Una vez concluida la ceremonia una criatura que no pasa de los veinte años informa a todos que esa tarde dominical habían estado en un centro comercial. Nada extraño que presumamos eso en una persona de su edad. Pero, lo extraordinario es que estuvieron allí convocando a los clientes a colaborar en la cobertura de las necesidades de un grupo de ancianos recluidos en los hospicios más necesitados de la ciudad. El plan de esa tarde era conseguir donativos para 70 “viejitos”, lograron obtener para 175…




Al igual que este grupo de muchachos, felices y solidarios, las obras sociales que se llevan a cabo desde esta iglesia se irradian por toda la ciudad. Es una iglesia viva para la cual la caridad no es un dogma sino una actitud de vida.


Sólo me queda compartir con ustedes las imágenes que pude hacer luego de un enorme esfuerzo para concentrarme en documentar este rito feliz y no ser llevado por ese “río de agua viva” que es la ceremonia que este cura memorable lleva a cabo en su parroquia cada noche de domingo. Dios los bendiga, a él y sus feligreses…

© Alfredo Cedeño






martes, agosto 23, 2011

LETANÍAS



De hinojos, mangas cortas y ensartando rezos
vine un tanto contrito a lavar mis culpas,
aquellas que el cura le enseñó a mi abuela
y ella se las entregó adusta a mi madre
quien con fervor me las enchufó a mí…
Ahora me postro buscando consuelos
que ni bajo los suelos encuentro
y me dejan liviano con tantas avemarías
largadas por entre canales y andamios
con la esperanza de que lleguen pronto…

© Alfredo Cedeño

miércoles, abril 20, 2011

NAZARENO DE VALERA

El Nazareno de Valera, en el estado Trujillo, no tiene la prosapia que exhibe su colega de San Pablo en Caracas, o la que tiene el de Achaguas en el estado Apure, o la venerabilidad que exhibe el donado por los Carrillo para su adoración por la feligresia en la Catedral de Trujillo y cuya devoción iniciara en el siglo XIX el patriarca “carrillero” Juan Bautista.
Este Nazareno menudo y mutilado despierta las mismas pasiones de fe que los ya mencionados. Rafael Ángel Torres, padre e hijo, uno de 59 y el otro de 12, acuden al templo matriz de Valera en pago de promesa. Jeyson Andrade, de 27 años, s desplaza con sumisa credulidad hasta el borde de la imagen y se aferra con las ganas que sólo las creencias proporcionan. Al otro lado del palio un hombre, que rezuma desolación en sus ojos, porta a su nazarenito dormido y moqueante…
Las imágenes son a veces de intenso desamparo, de fe que pareciera agrietar las paredes de este templo para que la epifania que suelen generar las almas ingenuas sacuda hasta al más incrédulo como el que suscribe estas líneas.
Dicen que la voz del pueblo es la voz de Dios, pero la fe de ese manoseado y maltratado pueblo será que conmueve a Dios?

© Alfredo Cedeño














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