El apóstol San Juan, quien fuera el más joven de
los doce acólitos de Jesús, dejó asentado en su Evangelio: “En el principio era
el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. Aseguran los amigos teóricos e investigadores
que, en efecto, durante una larguísima
etapa, el hombre sólo atinó a comunicarse mediante sonidos.
La predominancia de aquellas
eufonías iniciales conllevó a que la oralidad se convirtiera en el mecanismo
por excelencia para adquirir y acumular conocimiento, así como para su
posterior transmisión. Este mecanismo de transferencia de lo sabido tenía en sí
mismo un gigantesco inconveniente: no lograba acopiarse más de lo que duraba
una vida.
Fue así como comenzó a hacerse inevitable la
necesidad de hacer permanente lo que se podía enseñar. Aquel Verbo del principio al que hizo
referencia Juan el evangelista, se convirtió en los dibujos hechos en las rocas
de las cuevas europeas, así como en los petroglifos que abundan en tierras
americanas.
Aquellos trazados iniciales se
transformaron en pictogramas; entendiendo como tales a aquellos signos que
representan esquemáticamente un símbolo, objeto real o figura. En dicho caso el
dibujo de un árbol significa un árbol, el de una vaca significa una vaca.
Ahora bien, como es sabido y
habitual, el hombre en la medida que “evoluciona” se va complicando y fue así
como aquel lenguaje se quedó corto y de ese modo los pictogramas adquirieron otros
significados: una vaca significaba vaca, pero también podía significar riqueza,
ya que en el comercio se usaba el ganado como valor. Todo esto hizo que nacieran los ideogramas, quienes se encargaron
de describir ideas y acciones.
Es necesario apuntar a esta altura, que los amigos
ideogramas se fueron haciendo insuficientes para satisfacer las necesidades de
comunicación de los modelos societarios que cada vez se hacían más y más
complejos, lo cual les hizo evolucionar a letras y símbolos. Ello llegó al punto que se fueron poniendo de
acuerdo hasta hacer que una letra V junto a una A y una C y otra A se enredaran una a la otra
para formar la palabra VACA que se convirtió en el símbolo de un animal que
servía como moneda y como alimento
Y así comenzaron a aparecer los significados que hicieron
que la flor trasladara su hermosura a la palabra para que en ella también
florecieran los ríos. La ciudad se hizo sentimiento y el amor fue la ciudad
eterna que se alzó sobre tumbas y coliseos. Fue una tormenta de signos donde noticias y
conocimiento aprendieron a ser libres para poder dispersarse sobre el mundo,
hasta llegar a ser lo que escribió Mario Benedetti:
la palabra es tan libre que da pánico
divulga los secretos sin aviso
e inventa la oración de los ateos
¿Cómo no ser un adicto a ellas? ¿Cómo no hacer de ambas,
letras y palabras, el objeto de la adoración que se han ganado merecer? Bien lo
dijo Neruda para reafirmar con su verbo
de viejo camarada y militante las palabras de Juan, el apóstol y santo no
martirizado:
Todo está en la palabra.
Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de
sitio,
o porque otra se colocó dentro de una frase que no la
esperaba...
La vida se desarma al compás de las palabras, y ellas llegan
a decir lo que sabemos que, aun diciendo lo que no queremos saber o a veces
ni conocer, son piedra sillar de nuestra
existencia. Al final, son las letras, granitos de arena del vasto mar de la
palabra quienes juntándose a los eufóricos gestos de nuestras voces se
convierten en la manifestación de ese Dios que hemos ido articulando a nuestra imagen
y semejanza.
© Alfredo Cedeño
5 comentarios:
Muy interesante Alfredo, yo por mi parte también adoro la palabra.
Un abrazo y féliz domingo.
Amaia Villa
Que belleza!! Este texto y estas fotos le dieron un paseo histórico a mi mente... al ver las figuras pensé en mis hijos y hasta jugué a las palabras y leyendo fui pensado en ese recorrido histórico que ud hace. que conmueve e invita a la reflexión. Que escrito tan fresco maestro!!
Zafira
Alfredo, te has lucido, de verdad.
Qué bien escrito y qué bien llevado...
Me ha en-can-ta-do.
Esta parte es suprema a mis ojos: "Y así comenzaron a aparecer los significados que hicieron que la flor trasladara su hermosura a la palabra para que en ella también florecieran los ríos".
Benditas palabras que nos hacen viajar, y nos aproximan, y nos conmueven, y nos hacen no sentirnos tan tan solos.
Un abrazo,
Lorena
un relato muy bello y original, donde justamente eso que tanto amamos,las letras y las palabras, terminan siendo los elementos que van construyendo a "nuestro Dios" a lo largo de la vida. Muchas gracias Alfredo, un abrazo!
Qué texto tan creativo, divertido y de reflexión para todo aquel que aprecia, ama y juega con la palabra.
Gracias por compartirlo, ladrón.
Besos
Acuarela
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