La anciana pone su mejor cara de abuela
y extiende la mano en busca de culpas
que le suelten algunas monedas tristes
junto a la caja de medicina que no usa
ni usará vez alguna en toda su puta vida.
El zángano que mangonea en la esquina
la observa con sonrisa de complicidades
y se exprime la cabeza para copiarla
porque le maravilla como la vil abuelita
va vaciando carteras sin riesgos y feliz.
La vendedora de loterías se asoma suspicaz
la ve contando monedas que apila diestra
y billetes con mas arrugas que esas manos
que los peatones jamás podrían asociar
con las que ahora sacan un frasco de anís.
El policía hace su ronda y se le planta
rodando la mirada a lo ancho de la calle
mientras le susurra algo a bajísima voz
y la vieja le coloca en el bolsillo algo
ante lo cual sigue su paseo de raqueta.
La doñita vuelve a poner su cara de pez
con ojos bizcos que casi lloran e invocan
la caridad de quienes no le hacen mientes
y ven de soslayo la trapacería semisecular
mientras menean la cabeza con asombro.
® Alfredo Cedeño
1 comentario:
Que esa ausencia de valores, que ese facilismo y que ese ocio que vemos en el día a día, como Ud lo muestra en sus callles de caracas, nos nos contamine y no nos deje sin pricipios ni filosofia de vida.
Soledad
Publicar un comentario