VENEZUELA TIENE ROSTRO DE MUJER

Comenzaba el siglo XIX, cuando Francisco Depons, quien se había desempeñado como agente político del gobierno francés en nuestros territorios, publicó su muy comentada obra: Viaje a la parte oriental de Tierra Firme en la América Meridional...

El representante galo consignó en su libro: "Ornato de Caracas son sus mujeres, encantadoras, suaves, sencillas, seductoras. Hay pocas rubias; la mayoría tiene cabellos negros como el jade y tez de alabastro. Sus ojos, grandes y rasgados, hablan expresivamente ese lenguaje común a todos los países, pero no a todas las edades. Sus labios encarnados matizan agradablemente la blancura de la piel y contribuyen a formar ese conjunto que se llama belleza..."

Es justicia decir que Depons no se limitó a dejarse deslumbrar por la voluptuosidad criolla capitalina. También el francés nos dejó entre las páginas de dicha obra, y un poco más adentro de nuestra geografía: "Las mujeres, más hacendosas de Trujillo que en otra parte, suelen preparar dulces, muchas veces de encargo, para venderlos en la Provincia, o llevarlos fuera de ella. Esta industria, por más que parezca pequeña, no deja de ser un alivio, pues en otras ciudades donde las mujeres no hacen eso, se encuentran a menudo sin medios para ganarse la vida."

Eso somos, de ellas venimos, a ellas vamos, a ellas debemos lo que esta Tierra de Gracia es: Una obra delicada de difícil equilibrio en el que belleza, tesón y temple se han conjugado para darle rostro a este espacio que Dios y la vida nos regaló como lugar de origen.

© Alfredo Cedeño