Con perfume de jengibre en las pisadas entró a besarme
clavándome sus ojos chinos en cuatro momentos precisos:
el de una tarde de sábado sin regreso al error inofensivo
el de una mañana de martes consagrada a beberme la vida
el de una noche de jueves tratándome con amor infinito
el de un mediodía de lunes apretándome perezosa y feliz.
Con bamboleo de goleta en mar encrespado me llegó rauda
afincándome en el alma cuatro despejares de dudas y piel:
un vaso de cerezas en la orilla de su boca al cabalgarme
un canto de rumbos que nadie conoce abajo de su espalda
un poco del rubor que se pone la tarde para luego delirar
un ramo de cenizas en la cruz de perdones que van cayendo.
Con la precisión de la cachorra que se hace hembra me tomó
refrescándome la verga con cuatro gestos claros de pudor
el de abrir sus piernas limpias con la fragancia de una flor
el que le hizo mover su cintura sin aspavientos pero firme
el de una trovadora que me cantó breve y amorosa
el que me llevó a descalabrarme pacifico sobre el mundo.
® Alfredo Cedeño
2 comentarios:
Que el mundo se abre? A ser hembra? Nada como ese movimiento de pudor ante su todavía puede ser.
Intenso
Ch.
Que dulce regalo! Se lee cálido y a la vez profundo. Me emocionó leerlo. Muchísimas gracias...
yngrid
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