Una lluvia de cenizas y cristales tristes
se le fueron corriendo con el delineador
para soltar las vueltas de un mal cariño,
recuerdos inútiles y besos malgastados.
Un redoble de gritos y espasmos libres
se le dejaron ver en el filo de sus manos
cuando encontró en el parque un orgasmo
que venía rebotando y atacándola culpable.
Una corta cruz de arrebatos se hizo miga
en las orillas del pudor superado y gris
que nunca le dejó elevarse entre ensueños
a ganar su propio cielo de mujer en desafío.
Un solventar de deudas que nunca vencían
fueron arrebañadas sin cautelas satinadas
al entregar su boca a los desdenes afilados
de una búsqueda que siempre logra vencer.
Una tarde que limpió lluvias sin redobles,
ni migas hechas cruces o deudas ajenas
la plantó limpia y desenfadada nuevamente
en la vida a zafarse de adagios malsonantes.
® Alfredo Cedeño
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