Con el debido respeto a cada quien que me lee
cuento ahora mis vicisitudes vespertinas:
la trigueña avanzaba majestuosa por la acera
perforando ansiedades con sus pezones apabullantes
desquiciando quijadas con sus nalgas escalofriantes
aturdiendo braguetas con sus pantorrillas descojonantes
y así siguió mi investigación pormenorizada
hasta que llegué avaricioso a los dedos de sus pies
y encontré una colección de cabezas de tortugas
para que mi libido y malas intenciones terminaran
cual partido final de fútbol: por muerte súbita…
® Alfredo Cedeño
1 comentario:
eran muy feos los dedos de sus pies???
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