domingo, mayo 27, 2007

MAMBO

La Habana es una fiesta que siempre empieza
un gesto sin retorno nadie sabe todavía de donde
una mañana de soles naranja abriendo balcones
un paso de turistas bobos que no comprenden
una mulata de nalgas limpias y altaneras
un beso que se regala entre dinteles en ruinas
una calle de ingenios que se niegan a parar
un ciclista pedaleando por las sombras de Vedado
una flor que se asoma en todas las esquinas
un susurro limpio como beso sin frontera
una cintura de eterna picardía bamboleándose alevosa
un brazo macizo de hembra sin penas ni circunstancias
una fruta rezumante donde endulzarse la boca
un desvarío ahogando noches sin consecuencias
una migaja de soledad que siempre naufraga
un aroma de café rodando ventanas abajo
una campana silente sobre templos seculares
un perdón que nunca se pide para no abochornar
una línea tenue y muy larga a lo ancho del Malecón
un bamboleo rápido y certero para ganarse la vida
una plegaria de tambores que repican en sus callejones
un mundo que solo entienden –y a veces- los habaneros
una semana que nada más tiene domingos
un batallón dormido plantando macetas de geranios
y una cadena de azules que se abren infinitos.

® Alfredo Cedeño

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me agrada esa forma de transmitir la esencia de la gente, en contraposición a la pena que se le obliga a cargar..se perdieron los besos robados en una barca lejana, se cambiaron por besos contados...por besos pagados.

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