Con hambre de arriero tomo tu boca
para robarme tus gritos de hembra
cuando naveguemos por Venecia.
Arrastro mi lengua en tu paladar
sin encontrar las sensaciones agrias
de las penas que fuiste coleccionando.
En el garito de tu boca apuesto la luz
y mi ropa de domingo la descuelgo
en un te quiero que te robo sin dudas.
Pongo mis miserias en tus pezones
y los lamo hasta deshacer los caminos
que no nos dejaban juntar los besos.
® Alfredo Cedeño
1 comentario:
Al leer codicioso, lame mi cuerpo una vergonzosa codicia de gestos escritos que disipa mi tristeza y en mohosa soledad pienso. Ch.
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